c i n c o

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✾✧➴ ᴛʜᴇ ʙᴇᴛʀᴀʏᴀʟ ➶✧✾

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✾✧➴ ᴛʜᴇ ʙᴇᴛʀᴀʏᴀʟ ➶✧✾

Desperté después de quedarme dormida con Ellie, solamente que la castaña ya no estaba a mí lado. Me estiré en la cama y me levanté para empezar mi día.
Bajé las escaleras, el silencio reinaba en la casa, lo que era raro pues se suponía que había más personas con nosotras. Kelsey estaba en la isla de la cocina tomando un café.

— ¿Y Ellie?. — pregunté una vez que estuve frente a ella.

— Buenos días, hermanita. Se fue hace rato con Dina.

— Iré a buscarlas. — Kelsey hizo un sonido de aprobación, tomé mi abrigo y guantes para después salir, una vez abrigada me dirigí hacía la casa de Joel.

Se sentía tan raro estar caminando hacía allá. No estaba tan lejos de dónde vivía yo, solamente a unas cuántas casas.
Después de caminar un poco, entro en mi campo de visión. La escalera que daba a su porsche estaba repleto de flores, Joel era una persona muy importante en la comunidad. Tomé algo de aire y comencé a subir los escalones, preparándome para abrir la puerta y no verlo ahí, tomando café o tocando su guitarra.
La puerta estaba entre abierta, supuse que Ellie estaba ahí dentro.

— ¿Ellie?. — empuje levemente la puerta y me adentre a la casa, cerrándola detrás de mí. No había nadie dentro, más que una nota arriba de la mesa.

> María.
Voy hacía Seattle, quisiera olvidarlo pero no puedo. Tengo que hacer justicia. Ellie intentará seguirme, detenla. Quítale las armas, encierra los caballos, enciérrala a ella.
Dame tiempo para acabar esto.
Con amor, Tommy. <

Fruncí el ceño, dejé nuevamente la nota en la mesa. Tommy le pidió tiempo a Ellie y terminó aprovechando para irse sólo.
Mire al rededor, las sillas de la mesa estaban movidas, varias cosas de la casa estaban fuera de lugar. Ellie, Dina y María habían estado hablando en la casa, pero, ¿dónde estaban?

Inmediatamente todo comenzó a tener un poco de sentido.
María no encerró a Ellie, no podría aunque quisiera hacerlo.
Rápidamente me dirigí hacía afuera, abrí la puerta y la cerré de golpe, comenzando a correr hacía los establos.

— ¡Ellie!. — grité. Las puertas estaban abiertas, Dina y Ellie estaban arriba de sus caballos, ambas con armas y sus mochilas. — ¿Eso me merezco? ¿Sólo te largas?

Ellie paró el caballo y volteó a verme, arrepentida.

— No puedo llevarte, Maddie. Tienes a tu hermana aquí, una vida más tranquila, más cosas por las que vivir. No puedo pedírtelo, no puedo perderte. — bajó de su caballo y quiso acercarse a mí, yo retrocedí, ofendida.

— ¿Y a ella sí la puedes llevar? ¿Esto es una broma? ¿¡Yo sí puedo perderte a ti!?. — respondí molesta. Mis ojos comenzaban a arder, las lágrimas luchaban por salir.

outlast; ellie williamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora