outlast; ellie williams

d o s

✾✧➴ ʜᴀᴘɪɴᴇss ➶✧✾
Actualidad.

Empujé a Ellie y la castaña soltó una risa. Estábamos en su casa, que realmente era el garaje de la casa dónde vivía Joel pero lo habían arreglado para que ella viviera ahí.

— ¡Dina es linda! pero está con Jesse. — se encogió de hombros, yo la miré ofendida haciendo que riera más.

— ¡Ellie! estás con Cat. ¿Cómo que "pero está con Jesse"?. — imité su voz haciéndola escuchar tonta y ella no dejaba de reír.

Desde que había llegado a Jackson Ellie me había ayudado a adaptarme volviéndonos mejores amigas a los días de mí llegada. Compartía una casa con mi hermana, que también era muy amiga de Ellie y Joel.
Les debía mucho, si no es que todo. Y eran unas de las personas más importantes para mí. Ellie y yo pasábamos el tiempo riendo, escuchando música, leyendo cómics o salíamos a patrullar y explorar. Nos llevábamos demasiado bien.

— ¿Y a ti quién te gusta?. — preguntó Ellie acomodándose en la cama.

Yo entrecerré los ojos pensando, realmente no había nadie que llamará mucho mi atención pero si tenía bastantes amigos. — No sé, tal vez eso del amor no es para mí.

Ellie rodó los ojos y se dejo caer en la cama. Me tiré a un lado de ella y ambas miramos el techo en silencio, un silencio cómodo.

— ¿Y cómo va con Joel?. — pregunté e inmediatamente Ellie se tensó. No le gustaba hablar del tema, ni de Joel.

— Pues lo normal, a veces trata de hablarme cuándo salimos a patrullar. A veces trata de entrar a la casa para hablar. Pero por el momento, no me interesa mucho.

Yo hice una mueca y giré en la cama para levantarme.

— ¿Y no piensas hablar con él?. — pregunté un poco dudosa. Ellie podía ser agresiva algunas veces.

Ella entrecerró los ojos mirándome y trate de distraerme pasando la mano por las cosas que tenía en su escritorio, mirándolas para evitar a Ellie.

— Habla tú con él. — contestó. Yo reí.

— Bueno, Ellie. Creo que iré con mi hermana a comer algo, se está haciendo de noche. — Ellie asintió y me sonrió.
Nos despedimos y salí de su casa, en dirección hacía la mía. No estaba muy lejos.

Compartía una casa de dos pisos con Kelsey, había al rededor de cuatro habitaciones, la cocina, sala, comedor y un pequeño patio que habíamos adaptado para practicar con el arco.

Entré a la casa después de caminar unos minutos. El olor a vainilla y canela pegó en mi cara inmediatamente y me sentí feliz. La casa era muy acogedora, la fogata siempre estaba prendida en el invierno, que hacía diez veces más cómodo acurrucarse en el sofá azul de gamuza, adornado con mantas acolchadas y cojines de plumas. Todo estaba un poco desgastado pero no impedía su funcionamiento. Las paredes eran blancas y ciertos lugares de ladrillo, los muebles de tonos grises acompañado con azul le daban un toque más bonito al lugar. Contábamos con una televisión dónde veíamos videocaseteras y lo esencial para nuestra vida cotidiana.
Varias pinturas y cuadros de fotos viejas adornaban los muebles y paredes.
La foto más grande era dónde estaba mi familia completa; mamá, papá, Kelsey y yo.