06 | Recuerda a Melissa.

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—¡Buenos días!

—¿Qué estás haciendo?

—Antes de morir, mi abuela me dejó la receta de una sopa que podría incluso revivir a un muerto.

—¿Y has pensado en probarla con ella?

Alcé mis ojos molestos a él solo para darme cuenta de algo que ni siquiera había notado.

—¡Dios mío! ¡Estás sangrando!

Su mirada se inclinó hasta percatarse de los rastros de sangre que manchaban su remera en la parte izquierda del abdomen.

—¿Qué te pasó?

—Debí lastimarme con cualquier cosa.

—Esto no parece cualquier cosa, Fabio. Es una herida profunda, como si alguien te hubiera apuñalado.

—Estoy bien, no es importante —se ofuscó apartando mis manos antes de que yo pudiera tocar su piel—. Vámonos.

—¿Qué hay de mi sopa?

—Ah, sí, la que revive muertos. Te daré tiempo para que te la tomes, mientras tanto yo...

—Pero la hice para ti.

El ceño se le frunció.

—¿Para mí?

—Me sacaste del agua evitando que me ahogue, también me defendiste de los hombres que querían entregarme y me ayudaste con Bryan. Una sopa no es mucho, pero ahora mismo no tengo recursos que me permitan darte algo mejor.

Él volvió a mirar la olla.

—¿Así que me preparaste esta sopa en agradecimiento?

—Sí, y me dolería mucho que me la desprecies.

—Melanie, yo... —La desilusión se fue presentando en mis ojos mientras esperaba que él complete su excusa—. No quiero comer solo. ¿Me acompañarías?

Una sonrisa deformó mis labios sin mi permiso.

—¿Es un sí? —inquirió sonriéndome también.

—Sí. No. Es decir, primero hay que curarte.

—Ni siquiera me duele —manifestó sosteniendo mis muñecas con delicadeza para, de nuevo, evitar que le levantara la remera—, no es grave.

—¿Es mi impresión o no quieres que te toque?

—Puedes tocarme —Pareció arrepentirse de haberlo dicho—. Hablo de las heridas, generalmente necesito ayuda para curármelas, pero en este caso... Puedo hacerlo por mi cuenta.

—De acuerdo. De todas maneras, llámame si me necesitas.

Él asintió, tomó un frasco de alcohol junto con gasas y se dirigió hasta el baño. Tardó un alrededor de seis minutos para regresar y sentarse frente al plato de sopa.

—¿Y bien? —pregunté ansiosa—. ¿Te gusta?

—No estabas bromeando cuando dijiste que esto levantaba muertos —contestó haciéndome reír.

—Supongo que en la base comías alimentos mucho mejores.

—Cualquiera en la base entregaría ambos riñones a cambio de comer esto en el desayuno.

—¿La comida que les daban no era buena?

—En resumidas cuentas, lo que nos daban no era comida. Pero está bien, después de todo, se trataba de un constante entrenamiento para una supervivencia.

Me ensimismé en lo que dijo.

Fabio había sido miembro del escuadrón que mi padre dirigió en vida. Papá cumplió un rol importante en aquel escuadrón durante más de veinte años, siempre evitó hablarme de su oficio pues sabía que, a diferencia de Gabriel, yo no tenía posibilidades de saber más sobre lo que él hacía.

DARK SIDE |El legado|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora