30 | El nacimiento de una muerte.

90.4K 6.3K 1.8K
                                    

Fabio.

—¿Qué es eso?

—Santo cielo...

—¿Ese hombre no es Erick?

—¿Por qué está aquí?

—Sangre... ¡Está cubierto de sangre!

Me acerqué hasta la ventana por la que los hombres veían.

Ni siquiera le di tiempo a mis ojos de horrorizarse cuando la vi. Corrí tan rápido como pude para llegar al jardín y tratar de detenerla; sin embargo, no estaba sola.

—Te lo suplico... Por favor...

Cortó las plegarias de Erick con un disparo en la pierna que nos sobresaltó a todos e hizo que su cuerpo cayera arrodillado ante ella y ante los cuatro hombres que la acompañaban.

No parecía haber llorado, su rostro estaba intacto, pero parte de él junto con su vestido y sus manos estaban manchados de sangre.

Regresó a mirarnos, como si fuera capaz de matar a todo el mundo, y recibió los rostros aterrados de todos, incluyendo el de Santiago, Rodrigo, Kevin y Gabriel.

Antes de que alguien pudiera hacer o decir algo, un teléfono que ella llevaba sonó.

Lo estiró hasta el rostro de Erick y todos oímos:

—¡Ya está en las noticias! —dijo una voz femenina que reconocí al instante—. Mañana saldrá el primer cargamento, los hombres de Vercelli se ofrecieron a ayudarnos. Todos estamos celebrando, puedes venir si quieres, FRYM te recibirá con bombos y platillos.

—No... Yo... ¡Ayúdeme! —comenzó a llorar él con las pocas fuerzas que tenía.

—¿Qué es lo que pasa? Te escucho muy mal.

Melanie tomó el teléfono y lo acercó a ella.

—Matar a mi padre es, por mucho, uno de los peores errores que ustedes pudieron cometer.

Todos se quedaron boquiabiertos, analizando cada palabra que pronunció.

Morana no supo qué responder.

—¿Padre? —cuestionó casi tartamudeando.

—Alejandro Vercelli era mi padre.

—Pero... ¿Quién eres tú?

—Melissa Vercelli.

El silencio reinó y se vio en la necesidad de seguir hablando.

—Lo siento, tal vez me conoces por otro nombre.

—¿Qué otro nombre?

—Melanie —articuló con seriedad—, Melanie Ávalos.

Fue un shock colectivo para quienes no sabían la noticia.

—No.

—Es una lástima que la inteligencia no sea una de tus virtudes, Morana —se quejó en tanto limpiaba la sangre que estaba en una de sus mejillas—. Cualquier cargamento que tú o el resto de tus socios quiera enviar, caerá en mis manos.

—¿En tus manos? ¿Por qué?

—A partir de ahora, yo soy la única propietaria de los bienes por los que mataste a mi padre, sus rutas incluidas.

—¡No! ¡Tú solo eres una niña estúpida que no puede matar a una sola mosca! ¡¿Cómo te atreves a amenazarme?!

—Lo mío son serpientes, no moscas.

—¡No tienes idea de con quién te estás metiendo!

—Eres tú quien no tiene idea de con quién se metió. —interrumpió ella—. Iré por todos ustedes y estarán acabados, tanto así que intentarán matarse a sí mismos, deseando que no sea yo quien lo haga.

DARK SIDE |El legado|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora