33 | En mi sangre.

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Melanie.

Semanas después

He vivido lo suficiente para saber que el tema del tiempo es relevante. De igual forma, creo saber que aquí, en el mundo real, llegar un segundo antes o llegar un segundo después significa el cambio de toda una línea temporal.

¿Qué pasa cuando la línea temporal de dos personas coincide? Se forma un conjunto de situaciones que las obligan a convivir. Eso hasta que vuelven a separarse.

Ignorando el tema de que nada, absolutamente nada puede alterarse, durante las últimas semanas he deseado encontrar la máquina del tiempo y regresar al día en el que Culebritas rompió nuestra línea temporal. Es decir, lo obligaron a romperla.

—Lo que me estás obligando a hacer debería considerarse explotación.

—Mi padre fue claro, Gabriel. Si no queremos que la Parvada vuelva a estas tierras, debemos adueñarnos de ellas.

No dijo nada.

Me acerqué a él y le acomodé la corbata.

—No estoy dispuesta a perderlo todo de nuevo.

Y sabía que él tampoco lo estaba, sus ojos me lo decían.

—Por favor.

Analizó mi mirada. Entonces juntos nos encaminamos dentro del edificio crema hasta quedar ante la recepcionista que nos dejó pasar luego de revisar nuestras identificaciones. Avanzamos por el corredor, terminando frente a la oficina de aquel hombre.

—Tienes mi lealtad, Mel. —escuché decir a mi hermano antes de entrar—. Pero esto no es bueno.

—Te has preparado durante muchos meses, puedes hacerlo.

—Entiéndelo, hay inconsistencias, no parezco ser un hombre de veinticinco años.

—Aunque no lo parezcas los documentos no mienten, tú tienes veinticinco años, eres abogado y el hombre más influyente de este lugar.

—Pero nadie me conoce.

—Solo tú y yo sabemos eso. Camina.

—Él va a notarlo...

—No me digas que tienes miedo.

—¡Claro que tengo miedo! Lo que tú quieres que yo haga es riesgoso y humillante, no tengo experiencia haciéndolo y si sale mal iré a la cárcel.

—No te angusties —lo calmé—. Si eso pasa, te visitaré todos los días.

Lo oí gruñir y me apresuré en abrir las puertas de esa oficina, quedando a la vista de un anciano calvo, dueño de esas miradas que tienen el poder de rebajar a quien sea.

—Buenos días.

—Que sea rápido —advirtió él—. ¿Qué es lo que quieren?

—Sabes perfectamente lo que queremos.

Saqué los documentos y los coloqué sobre su escritorio.

—Tu firma. —ordené.

—Es imposible que engañen al pueblo.

—El pueblo no nos conoce.

—El pueblo sabe quiénes son ustedes, han pasado toda su vida aquí.

—Corrección, Melanie y Gabriel Ávalos vivieron aquí. Y nadie los ha visto desde el juicio en donde el Coronel escapó.

—¿Por qué hacen esto? ¿Tus millones no son suficientes, Melissa? ¿Ahora quieres robar al pueblo?

—He acabado con más de la mitad del concejo. ¿Alguna vez te has puesto a pensar en el por qué te mantengo vivo? —cuestioné.

DARK SIDE |El legado|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora