13 | Mi niño interior.

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Fabio.

Ese día.

—No quiero morir...

—Voy a hacerte una pregunta y te la haré una sola vez. ¿En qué idioma debo pedirte que mantengas silencio?

—Soy muy joven, Fabio, aún no compro una casa, aún no ayudo a todos los gatos y perros de la calle, aún no cometo mi primer fraude financiero.

Perfecto. Ya está delirando.

El sonido de unos pasos cerca la sobresaltaron y, finalmente, me dio lo que tanto he anhelado desde que la conocí: Silencio.

Tal vez era cierto y esa no era una de mis mejores ideas, pero era MI idea, y durante mis veinte años ninguna había fallado.

Los pasos se sintieron más cercanos, sus manos comenzaron a sudar e intentó calmar su respiración.

Estar en esa pequeña cabina, pegados, no era de mi total agrado, sabía que había una razón detrás de ello, una que fue modificada por mí.

Elyar no me tenía fe, creía que estaba loco, me llamó así un par de veces, e incluso llegué a pensar que, de verdad, me estaba volviendo uno, pero era tarde, ella y yo ya estábamos dentro de ese autobús.

Soy humano, eventualmente me arrepentí y consideré regresarla a la caja de cristal en la que ha vivido por años, pero eso sería egoísta, es más, en ambas opciones yo sería egoísta.

Egoísta por aislarla del mundo si renunciaba a mi plan.

Egoísta por mostrarle quién era yo en realidad, siguiendo con él.

¿Tenía miedo? No.

Tarde o temprano ella llegaría a conocerme; sin embargo, la ansiedad que me provocaba el querer saber su respuesta de inmediato era desesperante.

¿Estaba enamorado? No.

La quería, pero no con el amor convencional de allá afuera.

Solo había una manera de que ella dejara a un lado las ideas que absorbió en aquella conversación con Williams. Manera que me vi en la obligación de emplear.

—Conozco a Melanie, no va a descansar hasta resolver sus incertidumbres y créeme cuando te digo esto, Fabio, no es conveniente que ella se entere de todo.

—¿Y qué propones?

—Matarla —sugirió Raúl ocasionando que Gabriel y yo regresemos a mirarlo con desaprobación—. Solo decía.

—Mantenerla lejos de esto. Ya sabes, ocupar su mente en otras cosas. Cosas como...

—¿Perros atropellados?

—Amor. —deduje.

—No hay peor distracción para un ser humano que el amor.

Volví a observarla, ya dormía sobre mí.

—Enamórala, Fabio. Dame tiempo para arreglar la situación y ver la posibilidad de decirle la verdad.

Yo no era como Gabriel. Yo no la creía tan débil respecto al amor. Eso no le sería suficiente para mantenerla con los ojos vendados y los brazos quietos. Pero al menos debía intentarlo.

Dejé que terminara de acostarse, obteniendo una visión más amplia de lo que era, buscando entender por qué había ciertas conexiones entre nosotros, por qué mi niño interior la buscaba, por qué ese mismo niño no era lo suficientemente fuerte para convencerme en decir la verdad.

Por qué me pide mi corazón quedarse contigo.

Era preocupante saber que, desde que volví, todo se desordenó, y nada, ni siquiera ella, podría establecer orden o al menos calmar lo que pasaba dentro.

No era malo. No me consideraba malo. Nadie en esas circunstancias podría haber sido malo.

Pero tampoco era bueno. En el fondo, muy en el fondo, sabía que no lo era.

Muchas eran las cosas que pasaban durante esos momentos por mi mente, así que me dediqué a observarla, sintiendo profunda lástima, especialmente por ella, ya que jamás podría verse como yo solía verla.

Como te seguiré viendo aun si me rechazas. Aun si descubres la verdad. Aun si jamás tendré tu perdón.

Porque voy a quererte hasta que me odies.

Porque acabaré con todos y cada uno de tus enemigos hasta que yo sea el único.

Porque te entregaría el último fragmento de humanidad que me queda, y te protegería, incluso, de mi lado oscuro.

DARK SIDE |El legado|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora