16 | Por tu bien.

274K 9.9K 12.7K
                                    

Melanie.

—¿Tú matarías en defensa propia?

El cangrejo permaneció inmóvil a mi lado, como si le interesara conversar conmigo. Evidentemente no contestó, solo estuvo quieto, compartiendo la vista.

—Imagino que iré al infierno.

De un momento a otro, el animalito salió corriendo, dejándome sola.

—¡Melanie!

—¿Fabio?

Sostuvo uno de mis brazos y siguió la carrera.

—¿Por qué corremos?

—Después te explico.

—¿Quién es esa chica? —le pregunté viendo que una mujer lo seguía.

—Después te explico.

—¿Hiciste algo malo?

—¡Melanie, por dios! ¡Después te explico!

Siguió corriendo y nos ocultamos detrás de un conjunto de arbustos.

Como siempre, tapó mis labios con una de sus manos, asegurándose de que no hiciera ruido para que la muchacha no nos encontrara. Estuvimos así casi diez minutos hasta que ella se fue con un rostro desilusionado.

Me soltó y, con discreción, salimos de nuestro escondite.

Él siguió a la chica con la mirada hasta que la vimos desaparecer.

—Creí que tú eras la única mujer que superaba los límites de la arrogancia.

—No es momento para que me recuerdes mis defectos. Me siento terrible...

No contestó.

—¿Qué le hiciste a esa niña?

—Golpeé a su novio.

—¿Golpeaste a su novio?

—Sí.

—¿Por qué?

—Solo confórmate con saber que lo golpeé.

—¿Y por eso te siguió?

—Sí.

—¿Por qué su novio no te siguió?

—Porque lo golpeé tan fuerte que no pudo levantarse.

Entrecerré los ojos.

—Ve a cambiarte. —me ordenó estirándome un par de bolsas que llevaba consigo.

—Debo bañarme primero.

—No hay ningún lugar en donde puedas bañarte. Cámbiate, iremos a un hotel y lo harás ahí.

No tenía más opciones. Me encerré en una cabina de teléfono que estaba totalmente cubierta y me cambié.

Comprobé que Fabio no tenía mal gusto; había acertado en un noventa por ciento con mis tallas, pero, como lo prometió, todo lo que había comprado era negro.

—Estoy lista.

Ni siquiera volteó a mirarme, solo tomó mi muñeca y cruzamos un pequeño parque para llegar a la recepción de un hotel cuatro estrellas cerca.

—Buenas noches, bienvenidos a...

—¿Tiene habitaciones libres?

—Sí, señor, ¿me permite su identificación?

—Claro. —Fabio fingió buscar en sus bolsillos—. Creo que la dejé en el auto. Ven, cariño, vayamos a buscarla —me dijo. Después se dirigió a la recepcionista—. No tardamos.

DARK SIDE |El legado|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora