III

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Un montón de barcazas anclaban en una isla base, todas ellas con jaulas de dragones en su interior.

Una máquina era sostenida por dragones extraños y con armaduras que volaban hasta la base y aterrizaron junto a otros de forma cuidadosa para que de ésta baje un hombre.

-¡Arqueros!- varios hombres se preparaban para atacar al intruso. El desconocido bajó para caminar con calma y ver la puerta ser alzada con los arqueros listos para atacar ante cualquier señal de ataque.

-Pinzas Mortales.- murmuró uno al ver a los dragones que le acompañaban y otra puerta fue abierta dejando ver a más dragones enjaulados, otros drogados y otros que trataban de escapar; aunque ésto último terminaba en vano porque terminaban siendo capturados nuevamente.

Entró a paso lento siendo seguido por sus dragones y viendo a las criaturas heridas sin ninguna posibilidad de escapar.

-Los jinetes de dragones nos atacaron aquí.- informó uno de los hombres.- En el estrecho oriental. Uno golpeó el pequeño barco con otro fingiendo una explosión.

-¡Ragnar!- lo regañaron.

-Lo siento.- se disculpó rápidamente.

-Mis queridos señores de la guerra.- saludó el desconocido.- ¿Cómo van sus planes de conquistar al mundo?- preguntó de forma burlona mientras acomodaba su cabello gris; ya sea por la edad o color natural eso no se deja claro.

Uno de los hombres rió mientras fingía golpear algo con sus puños.

-Grimmel, mi viejo amigo.- el líder de los tramperos lo quiso abrazar, solo para ser detenido por uno de los dragones del mencionado.- Gracias por venir.- alcanzó a decir antes de caer.

-Ha pasado un año desde la derrota de Drago.- anunció con calma.- Y ya no cuentan con su ejército de dragones por lo que veo.

-Puedes agradecérselo a la jóven jefa de Berk.- se quejó una mujer molesta.

-¿La hija de Estoico?- preguntó Grimmel viendo el mapa de forma aburrida, pero en su voz había un ligero interés.- ¿Qué no decían que había muerto devorada por los dragones?

-Al parecer los rumores eran falsos. Ella y sus jinetes de dragones amantes de la paz.- trató de quitarse al dragón que comenzaba a babearle.- Continúan haciendo redadas en nuestras naves.- la baba casi le cae en la boca.- ¡Y robando a nuestros dragones!

-Eso suena como una molestia.- se giró lentamente para verlos.- Pero estoy en el negocio de matar dragones. No recuperarlos.- les recordó lanzando el pedazo de madera y comenzando a caminar.

-Pero, ¿Grimmel?- trató de detenerlo.

-Entonces esa chica idiota ha hecho todo el trabajo por ustedes.- continuó con calma.- Reuniendo a todos los dragones en un solo lugar. ¿Por qué molestarme yo?

-Porque el rebaño está protegido por un Furia Nocturna.- le informó uno.

Grimmel abrió sus ojos sorprendido y se giró volviendo a encarar al hombre.

-No solo uno, al parecer son dos.

-Primero una chica que se rumoreaba que estaba muerta al ser devorada por dragones, ¿y ahora dos Furias Nocturnas vivos? No es posible.

-Bueno, parece que dos se te han escapado de las manos.- se burló el líder.- Mira, los dragones de Berk seguirán al alfa.- habló Ragnar.- Así que te pagaremos que lo captures.- le propuso.- Y si nos traes al rebaño. Incluso tenemos a tu cebo favorito.- señaló a una de las jaulas revelando a un dragón parecido a un Furia Nocturna, pero de escamas tan blancas como perlas y ojos azules como el cielo.

Ésta dragona se cubría con sus alas y podías notar fácilmente que estaba molesta por estar capturada y deprivada de su libertad.

-El único dragón que nos dejaron de la redada de anoche. Te servirá para atraer a la hembra jóven.

-¿Una hembra?- la miró fijamente y ella lo observaba furiosa.

-Entonces, ¿tenemos un trato?- lo miró con cierta esperanza.- ¿Viejo amigo?

-¡CUIDADO!- gritó alguien justo cuando un dragón se libró tratando de escapar.

-¡Cuidado! ¡CUIDADO!- retrocedieron mientras el hombre disparaba a la inocente criatura dejándola completamente inconsciente dejando a todos con la boca abierta.

-Cuando todo esté dicho y hecho.- miró al dragón a sus pies de forma aburrida.- Ésta jóven jefa me llevará a los Furia Nocturna.- quitó su pie que aplastaba al dragón.- No tienen a una líder. Solo una niña.

Avanzó hacia la jaula, observando a la dragona encadenada de pies a cabeza.

-El juego del escondite de las crías de hace años acabó. Es la hora de cazar a los adultos.- apuntó su ballesta a la dragona y recibió un gruñido de su parte.

Ya vería si eran ciertos aquellos rumores sobre la cría y la niña que tenía Berk por líderes.

Heart of a DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora