VII

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Varios vikingos se dirigieron al Gran Allá. Algunos de ellos estaban heridos y otros cansados mientras los dragones cargaban en sus espaldas a los más pequeños.

Al final se había decidido que iban a trasladar a todos los residentes de Berk a un lugar seguro, pero Hicca y Chimuelo sabían que iba a ser un gran riesgo llevarlos al Nido en donde crecieron ya que impondría el peligro en su familia y no debían llevar su guerra a ese lado. Ambos optaron por intentar buscar un nuevo lugar en el que podrían crear un nuevo hogar; aunque Hicca estaba inclinándose más a la idea de querer buscar el tan famoso Mundo Oculto.

¿Y cómo había logrado convencer a todos para que puedan irse?

Esa fue la parte difícil.

-¡De acuerdo! Muy bien todo el mundo. ¡Cálmense, por favor!- pidió Hicca sobre Chimuelo y con Aren a un lado de ella.- Patapez, ¿habías visto esa especie de dragón antes?- preguntó a un adormilado jóven robusto que se levantó tembloroso antes de volver a dormir sin contestarle a su jefa.

-Déjenme a mí.- se metió el padre de Patán, Patón, furioso siendo detenido por varios.

-Le daré un poco de mi opinión.- habló un vikingo.- ¡Y por opinión quiero decir mi puño!- golpeó uno del coraje dejándolo noqueado por error.

-¿Se perdieron la parte que casi morimos?- preguntó Hicca de forma sarcástica viéndolos a todos.- ¿Han visto mi casa?- gruñó molesta de solo recordarlo.- Éste es un nuevo tipo de enemigo y lo subestimé. Ahora, eso fue mi culpa. Pero no lo volveré a hacer. Lo juro.

Y ahí fue cuando notó a su primo poniéndose de pie.

-Somos vikingos. No huimos de una pelea.- comentó serio.- Al menos yo no.

-Habla el que siempre es el primero en huir.- se burló Colmillo haciendo reír a los dragones, aunque su risa duró poco cuando Chimuelo los vió con una mirada que no prometía nada bueno.

-Puede que tu sí.- Patán señaló a Eret, quien tomó la sabia decisión de ignorarlo.

-Estoy de acuerdo con Hicca.- comentó Eret.- No hemos visto lo último de Grimmel.- Patán lo seguía de cerca.- Es un depredador solitario y paciente. No se detendrá hasta que consiga lo que quiere.

-Estoy con Eret.- habló por fin Valka todavía con la ceniza cubriendo su rostro.- Tenemos que tomarnos en serio ésta amenaza.

-Grimmel es solo un producto de estos tiempos. Nuestros enemigos se están volviendo más listos y más decididos.- Hicca mencionó completamente seria.- No solo estamos sobrepoblados. Estamos expuestos y vulnerables.- meditó por un breve segundo.- Estamos a poco de una guerra total y arriesgando todo lo que amamos. Yo no...- sujetó su vientre con miedo a la vez que se apoyaba en la mesa sintiendo las manos de su madre y pareja en su espalda como señal de apoyo.- No veo la manera...- alzó nuevamente la mirada ahora más tranquila.- De que nos quedemos aquí por más tiempo.

Gritos y protestas fue lo único que obtuvo como respuesta, tanto de humanos como de los dragones. Nadie quería dejar su hogar de toda la vida solo por un demente que andaba suelto por ahí; sentimiento que Hicca y Chimuelo entendían perfectamente al pasar por lo mismo.

Todo el lugar quedó en completo silencio cuando un disparo de plasma se hizo presente. Cortesía del alfa.

-¡Cállense todos!- gritó Chimuelo furioso viendo tanto a los vikingos como dragones, quienes se cubrieron de unas pequeñas piedras que habían caído del techo debido al disparo.- ¡Escuchenla, que esto no le gusta más que ustedes!- ordenó a la vez que volvía a tomar asiento y Astrid animó a Hicca para que siguiera hablando.

Hicca les agradeció a ambos y su madre se acercó igualmente para apoyarla.

-Si queremos vivir en paz.- continuó viendo a su pueblo.- Con nuestros dragones, vamos a necesitar un plan mejor.

-Entonces, ¿qué estás diciendo, jefa?- preguntó confundido Bocón.

-Estoy diciendo que tenemos que desaparecer.- miró a su pueblo y escuchaba los murmullos.- Salir del mapa. Llevar a los dragones a un lugar donde nadie los encuentre.

-¿Y dónde podría ser eso?- preguntó uno.

-Está hablando de una búsqueda.- aclaró Astrid sabiendo a lo que Hicca quería llegra.- El Mundo Oculto.

-¿El Oculto qué?- preguntó uno al igual que varios.

-A almorzar.- habló Brutilda haciendo reír a su hermano.

-Tanto a mi guardián como a mi papá les obsesionaban esas historias cuando yo era niña. Mi padre hizo notas y mapas en busca de la casa ancestral de todos los dragones.- mostró las numerosas páginas con mapas y notas que había logrado salvar del incendio y cada vikigno exclamó impresionado.- Escondido en algún lugar más allá del límite del mundo.- relató.- Quizá sea la solución que necesitamos. Somos gente de dragones. Es donde pertenecemos.

Claro que, Hicca no notó la mirada preocupada de Chimuelo que le estaba dando en esos momentos.

Todos empezaron a hablar con dudas en sus corazones, pero la voz de su jefa logró calmarlos en un instante.

-Miren, sé que éste es nuestro hogar. Mi padre me encargó protegerlo.- les recordó; incluso algunos creyeron haber visto por unos momentos a Estoico frente a ellos en vez de a Hicca.- Pero Berk es más que éste lugar. ¡Nosotros somos Berk! ¡La gente! ¡Los dragones!

Los gemelos se morían de aburrimiento al escuchar el largo discurso de su jefa.

-Yo digo que Berk está donde quiera que vayamos.- finalizó dejando el lugar en un silencio frío.

Eso hasta que...

-¡Estoy con ella! ¡¿Quién más?!- gritó Brutacio parándose de un salto e iniciando el efecto dominó haciendo que cada uno de los presentes alzaron sus manos.

Hicca y Chimuelo se intercambiaron miradas y ambos sonrieron aliviados de tener el apoyo de su gente y familia.

Ambos iban a encontrar a el Mundo Oculto y volverían a restaurar tanto su hogar como la paz que les fue arrebatada.

Heart of a DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora