Capítulo 4

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Al quedarse en el salón tuvo que encender sus auriculares para que los cuchicheos de las demás personas no le molestaran. Estaba acostumbrado, pero seguían molestándolo.

Miró hacia afuera donde la cancha de futbol se encontraba y ahí vio a su compañero de asiento. Él no jugaba como sus demás amigos, pero reía divertido.

Jeno no se dio cuenta de que estaba mirándolo demasiado hasta que el golpe en su mesa lo hizo saltar. Se volteó de inmediato a ver que pasaba y frente a él se encontraba un chico que lo miraba mal.

—¿Necesitas algo? —preguntó frunciendo el ceño.

—¿Cómo es posible que puedas hablar con ese y no conmigo? —le preguntó el chico de vuelta. El rubio no entendía nada de lo que decía y se estaba cabreando con la actitud de la persona frente a él.

Los demás compañeros de Jeno hablaban detrás esperando alguna acción por su parte. El rubio no tenía intenciones de volver a ser suspendido, así que solo debía calmarse. —¿De qué hablas? No entiendo.

El timbre sonó justo a tiempo. —Me refiero a que puedes hablar con Renjun quien apenas es compañero tuyo este año y yo que llevo cuatro junto a ti jamás he podido hablarte. Hasta ahora. ¿Qué tiene de especial?

Muchas personas llegaron para buscar sus cosas e ir a cambiarse, Jeno no se había movido de su lugar.

Por el rabillo de sus ojos pudo ver a Renjun llegar junto a sus amigos. El chico se dio cuenta y se volteó. —Huang idiota Renjun.

—Dígame, buen señor. ¿En qué puedo ayudarlo? —a Jeno no le gustó que su compañero de asiento hablara con ese tipo.

—No deberías creerte la gran cosa solo porque te sentaste junto a Jeno —los amigos de Renjun trataron de ponerse como una muralla para que no se acercara al pelinegro—. ¿Necesitas guardaespaldas para hablar conmigo? Eres bastante cobarde, ¿no?

Jeno se levantó de su asiento y sujetó al chico del cuello de su camisa, mirándolo directo a los ojos. —Deja de hablarle así, ¿de acuerdo? No entiendo tu obsesión conmigo y tampoco tengo interés en entenderla. Así que solo déjalo en paz.

Toda la clase se quedó en silencio al ver al rubio enojado. Si antes daba miedo, ahora era peor.

Renjun carraspeó para llamar la atención de todos y golpeó con suavidad las manos de Jeno. —El secretario no puede actuar de esa manera, Nono —le sonrió tratando de calmar su enfado—. Vamos, debemos cambiarnos.

El grupo de Renjun miraban sin producir sonido alguno, por miedo de que Jeno los golpeara.

Jeno sacó su ropa deportiva y siguió a Renjun hasta los camerinos del baño, donde ambos se cambiaron en silencio y con la mirada de todos puestas en ellos.

—Gracias —dijo por fin el pelinegro, arreglando los cordones de sus zapatos—. Otra vez.

—No hay de qué —le respondió acomodando su sudadera—. No deberías dejar que te hablen de esa manera, tú... —Renjun lo detuvo.

—Jeno, gracias en serio. Pero no te metas, no quiero que mis problemas se vuelvan tuyos, otra vez. Estoy acostumbrado a esto. A la mayoría de las personas no les agrada mi manera de ser o la supuesta suerte que tengo con mis amigos.

El rubio asintió y luego negó, mirándolo de inmediato. —No tiene sentido. Ellos son unos idiotas por hablarte de esa manera y sentir celos por algo así. Eres una persona carismática y bonita —Renjun se sonrojó un poco y disimuló mirando sus zapatos—. Además, tus amigos no te defendieron.

—Porque puedo hacerlo por mí mismo. Escucha, si quieres ser mi amigo debes entender que puedo encargarme yo solo, si necesito ayuda voy a pedirla. No soy un idiota —puso su mano en la cabeza de Jeno y le acarició el cabello como si el más alto fuera un perrito—. Una vez más, gracias, amigo.

Salieron de los camerinos encontrándose con el grupo de Renjun. Este los saludó encantado y continuó su camino con Jeno hasta el profesor de deportes.

—¿No vas a esperar a tus amigos? —le preguntó el más alto, estirándose como el profesor Choi había pedido.

—Tú también eres mi amigo, ellos vendrán —se encogió de hombros y actuó como si se estirara—. Odio mucho esta clase, así que, si no me ves, no le digas al profesor, por favor —Jeno asintió sin comprender.

Una vez que terminaron de estirarse el profesor les pidió que corrieran por toda la enorme cancha como primera clase. Renjun sonrió hacia Jeno y este comenzó a correr.

Después de la primera vuelta, efectivamente, Huang Renjun había desaparecido.

Jeno iba a decir algo al profesor cuando recordó el favor del más bajito y continuó corriendo intentando no pensar en malos escenarios.

El silbato sonó cuando el rubio ya iba por la tercera vuelta, continuó caminando para acostumbrarse y se topó con Renjun quien caminaba unos pasos más allá de donde él estaba.

—¡Jeno! —se notaba desde lejos que al pelinegro no le faltaba el aire, pero este seguía fingiendo que había corrido todo lo que el profesor les había pedido—. Que agotadora clase, ¿no lo crees?

—No tanto —se encogió de hombros, Renjun rio divertido—. ¿Qué?

—Eres gracioso. Perdón por reírme, no lo volveré a hacer... —Jeno lo miró mal y este volvió a reír—. ¡Solo jugaba! —el pelinegro lo empujó con suavidad y huyó del rubio quien comenzó a perseguirlo—. ¡Era una broma, Lee Jeno!

Ambos parecían muy amigos jugando a las atrapadas, al menos eso pensaba el profesor que sonreía mirando al señor Lee divertirse como nunca.

El chico que había sido amenazado por Jeno los miraba desde las sombras junto a sus amigas. Los tres no parecían felices con la amistad del "intocable" Lee Jeno.

Una vez más el silbato del profesor se hizo oír y todos se acercaron a donde se encontraba para escuchar las nuevas indicaciones. Jeno sujetaba a Renjun del cuello con su brazo, parecía que lo ahorcaría en cualquier momento, pero solo estaba así para molestar al más bajo.

—Muy bien chicos, ahora que estamos más relajados jugaremos quemadas.

Toda la clase estaba encantada con la actividad menos Renjun quien parecía que huiría una vez más.

—No puedes hacerlo dos veces, Renjun —le susurró Jeno.

—Todavía no conoces al gran mago Huang, te descuidas y desaparecí.

Jeno no quiso creerle hasta que se dio cuenta. Renjun había vuelto a desaparecer justo cuando el rubio había escogido a sus compañeros de equipo.

Jaemin, Donghyuck, Renjun y Jeno serían un equipo.

Yongbok, Seungmin, Jisung y Hyunjin serían el contrincante.

—Lo siento, Jeno. Pero deberás escoger otra vez —le susurró Donghyuck al oído—. Renjun es escurridizo. Pensé que ya no hacía esto, pero veo que me equivoqué.

—¿De qué hablas?

—Renjun desaparece en la clase de deporte. ¿Lo ves por aquí? Escoge a Shotaro, también es amigo del señor Huang.

Jeno asintió y escogió a Shotaro quien le sonrió y fue hacia el equipo.

¿Podré preguntarle como hace para desaparecer y que el profesor no se dé cuenta?

El partido terminó con un empate y Renjun volvió a aparecer, fingiendo que había jugado todo el tiempo.

—Ustedes son increíbles. Supuse que me iban a quemar, pero Jeno detuvo el balón en el último segundo —el profesor sonrió y caminó hacia el otro equipo.

Jeno lo miró sin comprender y su amigo solo pudo reírse en su cara.

—Renjun no dejes a Jeno, estuvo buscándote toda la clase —le dijo Jaemin bebiendo un poco de agua.

—Lo siento, Jeno. Pero no soy fanático del deporte. Tendrás que quedarte con los chicos en esta clase —le palmeó con suavidad el hombro y caminó hacia la sombra de un árbol para recostarse.

—¿Estás cansado? —le preguntó el rubio, sentándose junto a él. Renjun negó.

—No me gusta broncearme.

Realmente el rubio no entendía para nada a su compañero de asiento, pero su compañía le agradaba y le daban ganas de seguir junto a él.

Compañeros de asientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora