Capítulo 8

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El silencio duró menos de un minuto, ya que el señor Lee comenzó a toser de manera escandalosa.

—¿Hablas en serio? —Jeno no entendió esa reacción y solo miró esperando una explicación—. No estoy diciendo que esté mal. Es tu vida, hijo. Tu madre y yo te vamos a querer de todas maneras.

—Eso ya lo sé, son mis padres.

—Toda la razón —el señor Lee carraspeó un poco antes de seguir hablando—. Bueno, ¿qué te hace pensar que te gusta?

—No lo sé. Suposición. Es por eso que te pregunté como supiste que te gustaba mamá.

—Déjame ver —pasaron unos segundos antes de que volviera a hablar—. Tal vez esto suene algo cliché, pero tu mamá era diferente a todas las personas que he conocido. Ella es atenta, sonríe de una manera única y su forma de pensar es algo sumamente refrescante, tiene esa magia que me hace pensar en ella todo el día, aunque ya estemos casados y ella no tenga escapatoria. ¿Recuerdas la historia de como nos conocimos? —Jeno asintió de inmediato—. Tu madre siempre es la que cuenta eso, pero esta vez tu querido padre te dará el honor de escucharla.

—Primera vez que me cuentas este suceso.

—Lo sé. Quedará registrado en tu memoria —el aura de su padre cambió de una tranquila a una totalmente nerviosa, como si contara algo que le sucedía en ese mismo momento—. Tu madre dice que nos conocimos gracias a su amiga que salía con mi amigo, pero ella era bastante famosa en la universidad por su belleza. Al igual que tú, es seria y no le gusta hablar con gente desconocida. Siempre estaba en los mismos lugares tranquilos donde creaba magia con sus diseños. Yo la miraba desde lejos como si fuera una persona intocable, una escultura en un museo que no se debe tocar y solo puedes mirar por un rato antes de que algún guardia te saque de ahí. A veces la veía sonreír por algo que decía junto a su amiga, la tía Yoona.

—Suenas un poco acosador, papá.

—Lo siento, es solo que me daba mucho miedo acercarme y ser rechazado, así que lo único que podía hacer era mirar desde lejos como tu hermosa madre existía cerca de mí.

—¿Entonces cómo supiste que ella te gustaba?

—Ella ya me gustaba, Jeno. La primera vez que la vi fue como si algo en mí hiciera clic. ¿Conoces los atrapa dedos? Ese juguete que te hizo llorar cuando eras pequeño porque no podías quitar tus dedos. Bueno, algo así me sucedió. Una vez que su atención se posó en mí, me atrapó. Ella era la trampa de mi dedo y yo no quise sacarlo, solo la dejé robarme el corazón. Cuando Yoona me presentó a Sooyoung, ella me sonrió de manera amable, todo el mundo decía que era intocable, que nadie podía acercarse a ella porque era la musa de todos y no se debía apropiar de ese hermoso arte, pero yo no pude evitarlo, quería conocerla, estar con ella todo el tiempo y casarme con ella. Mi sueño siempre fue ser un chef, pero tu madre hizo un espacio en mis sueños donde debía casarme con ella. Mi sueño se convirtió en tu mamá, Jeno. Me convertí en chef y me casé con ella, ambos sueños los logré, con algo de dificultad, pero lo hice y no me arrepiento.

La mamá de Jeno apareció justo a tiempo con algunas cosas del trabajo. —¿Qué hacen mis hombres hermosos?

El señor Lee se levantó del sofá y la abrazó con cariño. —Estábamos hablando de ti, cariño.

—¿Cosas buenas?

—Le conté como nos conocimos.

—Pero si esa historia la he contado muchas veces. Yoona nos presentó.

—No, le conté mi versión.

—Tonto enamorado —la linda mujer besó las mejillas de su esposo y luego caminó hacia su hijo para acariciarle el cabello—. ¿Te gusta alguien, Nono?

—Sí. Sí me gusta, mamá —Jeno miró a su mamá y la abrazó con suavidad—. Me gusta Huang Renjun.

Al día siguiente Jeno entró al salón de clases algo nervioso, no tenía intenciones de confesarse por el momento. Tenía la idea de que su enamoramiento asustaría a la única persona que lo hacía sentir bien, así que decidió ocultarlo hasta el final del año.

—Buenos días, Jeno —lo saludó el chico metiche que Jeno comenzaba a odiar.

El rubio siguió su camino hasta su asiento y se dejó caer, mirando de inmediato el lugar vacío de Renjun. Esta vez, su amigo no había llegado temprano como el día anterior.

—Buenos días —Eri se sentó junto a él y sacó un paquete de galletas—. ¿Quieres?

—No, gracias —le respondió el rubio, volviendo su mirada a la ventana.

—¿Cómo era tu nombre? —la castaña trató de hacerlo hablar de una manera delicada.

—Lee Jeno —respondió sin dejar de mirar las bancas de afuera donde el día anterior había estado charlando con Renjun.

Su madre el día anterior le había explicado un poco más sobre el amor. Ya que su padre solo hablaba de manera romántica y no le daba la información necesaria para sacar la conclusión tan apresurada.

"Jeno tal vez en tu mente pienses que solo han pasado tres días desde que conoces a este chico, pero créeme que incluso un día es suficiente. Tu papá pudo haberse enamorado de mí con el tiempo, ya que este loco obsesionado me miraba todo el tiempo, sin embargo, a mí solo me tomó un día enamorarme del torpe. Algo tenía y sigue teniendo que me hace sentir feliz y a salvo. Quizás Renjun te hizo sentir cómodo, se hizo un espacio seguro para ti. Eres una persona tímida, Nono y que alguien como él que dices que es superamistoso y agradable te haga sentir así, debe ser lo que dices, amor"

El profesor Youngho llegó charlando con el grupo de Renjun. Jeno volvió su vista hacia adelante, en busca del pelinegro.

Good morning, people —saludó el profesor—. Hoy haremos trabajos en pareja, así que comiencen a seleccionar personas.

Jeno deseó que Renjun lo eligiera, pero no parecía que su amigo apareciera todavía.

—¿Quieres ser mi pareja? Soy buena en inglés —Eri llamó su atención y como no estaba completamente en ese espacio, solo asintió—. Perfecto.

Una vez las parejas estaban hechas, el profesor les entregó a todos unas hojas que debían completar mientras él escribía en el pizarrón.

—¡Lo siento, profesor Johnny! —gritó Renjun, entrando agitado al salón—. Me quedé dormido.

—Lo sé, Junnie. Yangyang me avisó. Ve a tu lugar, supongo que ya tienes pareja para el trabajo —Renjun asintió y caminó hacia su asiento, saludando a todos mientras lo hacía.

—Hola, Jeno y Eri —saludó a ambos con una hermosa sonrisa y se sentó junto a Yangyang—. Amigo, me voy a morir, subí las escaleras corriendo.

—Es divertido tu amigo, Jeno —le dijo la castaña, escribiendo lo del pizarrón en su cuaderno—. Supongo que por eso es tan conocido.

—Lo es, además de bonito.

Compañeros de asientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora