ʕ⁠·⁠ᴥ⁠·⁠ʔ 1 ʕ⁠·⁠ᴥ⁠·⁠ʔ

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Confusión, desaliento y escalofríos.

Todo su mundo en este instante se podía resumir en esas únicas palabras y es que... ¿Acaso tenía algún sentido lo que sucedió?

Preguntarse eso lo enojó aún más, la cabeza palpitaba de dolor a cada paso, las piernas temblaban y sentía que iba a desfallecer en cualquier momento.

Ese sujeto.
¡Ese maldito sujeto salió de la nada! Y lo venció, como si se tratara de una mala broma, de tan solo un golpe, solo bastó un golpe para acabar con sus ideales y su utopía de un mundo liderado por la maldad.

¿Acaso había valido la pena pelear por tanto tiempo y ser vencido en segundos?
¿Valió la pena dejar medio muertos a sus ex-compañeros del dojo y ser expulsado?

Tal vez. Tal vez ya no.

-¡Maldita sea!-gruñó con asco al recordar a ese tipo calvo, aquel que lo trató como a un infante dulce que buscaba ser un héroe pretendiendo ser un monstruo-si tan solo no hubiera estado él...-susurró con voz quebrada a sí mismo.

No pretendía llorar o arrepentirse de todo lo que había hecho, pues en verdad no sé arrepentía de absolutamente nada, tan solo estaba enojado, enojado de lo absurdamente fácil que fue vencido, sí, completamente absurdo.

Un sujeto absurdo y de rostro simple, ¡Desnudo incluso!.
Ese hombre de apariencia sencilla y poco llamativa; era (sorprendentemente) el único representante de una justicia blanca sin manchas ni contradicciones.

Aquel, quien era la prueba absoluta de la justicia y la paz en el mundo lo había derrotado y dejado vivir... A él, al monstruo más fuerte; Garou.

Ya no sentía el derecho de pedir o siquiera reclamar venganza, pues si se tratase de otra persona, tal vez uno de esos héroes banales que solamente buscan aplastar a otros por reconocimiento, quizás aún pensaría en volver y matarlos a todos.

Un héroe de verdad. Incorrupto, casi santo.

-Ahora lo estoy enalteciendo...- murmuró fastidiado- ni siquiera recuerdo su nombre -reflexionó cuando casi al mismo tiempo sintió un agudo dolor punzante en el abdomen, las consecuencias de su monstrificación eran peores de lo que creyó y aún así se pudo mantener de pie todo el camino hasta ahora, con la frente en alto y la postura un tanto más encorvada que firme.

Pero eso que importaba.

Desaceleró sus pasos y con su diestra arrancó un pedazo de su gruesa coraza pegada a su abdomen, dolía como el mismo infierno pero prefería eso a que su piel siguiera quemándose.
Retomó su camino sin rumbo, no tenía un lugar a donde ir o dinero para comer, todas las tiendas estaban cerradas pues era muy temprano en la madrugada, en este momento incluso robar no era una opción.

Ahora que lo pensaba ni siquiera sabía en qué ciudad se hallaba, escapó de Ciudad Z a una velocidad sobrehumana: hacia cualquier dirección...

-Hace mucho frío...-sus piernas flaquearon y cayó al suelo, apenas tuvo tiempo de apoyarse con una de sus manos para reducir el impacto, su aliento se volvió más suave, casi imperceptible, cual animal herido, parpadeó intentando no cerrar los ojos, se negaba a portar la pesada túnica negra- ¿Acaso estoy muriendo...?, ¿Así se siente la muerte? -Respiró.

Su sangre se extendió por el concreto entibiando fugazmente su cuerpo malherido, una manta cálida y de rojo granate tiñó el sueño y poco a poco la calidez abandonaba su cuerpo débil, deplorable, sintió un frío doloroso colándose por sus huesos.

La vida fue muy injusta, muy oscura y muy limitada.

No tenía nada ni a nadie, quizás morir ya no era una opción tan indigna- ... - dejó de luchar y cerró los ojos, tal vez para siempre.

✧Inefable✧((Batarou))Donde viven las historias. Descúbrelo ahora