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Se encontraron con un ser cefalópodo de aspecto brilloso, verde y semejante a un pulpo. Y trece de sus largos tentáculos cubiertos de bubas exudaban un líquido mucoso que se derramaba, dejando rastro en el concreto de las calles de la ciudad. Este kaijin, en particular, se parecía mucho a aquellos que surgieron en Ciudad S con el rey del mar.

–¿Y bien? ¿Cuál es tu idea?–

–Improvisar– Garou lo miró incrédulo –¿Qué? No soy bueno con los planes.

El héroe se encogió de hombros sin nada más que agregar a la conversación. Para empezar, traer a Garou consigo había sido resultado de un plan maquiavélico y por ende, completamente obligado.

Todo comenzó ese mismo día en la mañana, tan inesperado como un dolor en la cabeza en una tarde tranquila.

Bang había llegado a su casa acompañado del peliblanco, por supuesto que el azabache estaba más que furioso. El retirado héroe había compartido la ubicación de su casa con un criminal de Clase S. Rememorando aquel momento...

[...]

Badd frunció el ceño al escuchar la puerta de su casa ser tocada repetidas veces, apenas se había despertado y aún no se quitaba el sueño ni el pijama de encima. Torpemente se despojó de sus prendas una por una para cambiarse a unas más casuales, la puerta volvió a sonar. –¡Ya voy!– exclamó bajando las escaleras de su segundo piso.

–¿Quién es...?– alargó con descuido al abrir.

–Buenos días Metal Bat-kun– saludó con un ademán Silver Fang –me alegro de que ya estés despierto.

El héroe se mantuvo en silencio asintiendo con su cabeza, prefería callar antes de recitar todo su glosario de insultos y maldiciones al mundo. Estaba fastidiado, pero también, un poco intrigado...

–Te he traído un obsequio– comentó con una sonrisa cómplice de sus fechorías.

¿Por eso viniste tan temprano?– exclamó con hastio en su psquis.

El ancestro rió por la expresión de Badd y, cronometrando lo que pasaría, se hizo a un lado revelando quien estaba detrás de él.

Garou.

–¿Q-qué? ¿¡Qué hace ese pedazo de imbécil aquí!?

–Tranquilízate Metal Bat– recomendó Bang. Garou se hallaba detrás de él con los brazos cruzados y una expresión de enojo –recuerda lo que dijiste hace unas semanas.

–Lo recuerdo, sí.– el tono de su voz seguía denotando su picante estado de humor –Pero no tenías porque traerlo aquí– señaló con la mirada acusadoramente.

–Yo no quería venir, cierra la boca. Todo es culpa del viejo.

Bang meditó un segundo. Ambos le estaban echando la culpa.

–Si lo intentan verán que no es tan difícil – interrumpió tratando de relajar la situación –yo tengo que volver al dojo, te encargo a Garou, Badd-kun...

El anciano no recibió respuesta de ninguna de las dos partes, en cualquier momento se abalanzarían uno sobre el otro para agarrarse a golpes. Bang aclaró su garganta, llamando la atención de los jóvenes.

–Vuelve para comer– dijo.

–Si... claro– se cruzó de brazos –como si me fuera a quedar con este idiota– susurró ganándose un coscorrón en la cabeza de parte de Bang.

–Estate agradecido de la amabilidad de Badd.

Garou se agarró la parte adolorida quejándose en voz baja. El artista marcial, despidiéndose por segunda vez, finalmente los dejó.

✧Inefable✧((Batarou))Donde viven las historias. Descúbrelo ahora