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Metal Bat se quejó aún sentado sobre el suelo, para ser justos, ambos se encontraban casi tendidos en el concreto.

A simple vista parecía que los dos estaban igual de exhaustos pero el que más se había sobre-exigido de los dos, había sido el héroe, definitivamente.

Garou seguía siendo muy fuerte, más que él...

Badd sacudió su cabeza ávidamente. Enojándose consigo mismo por ese pensamiento tan cargado de un complejo de inferioridad que había interiorizado dentro de él.

Le molestaba que Garou se contuviera.
¿Por qué le miraba de esa forma? ¿Por qué entre todas esas miradas mutuas de odio parecía que el de ojos dorados y cabello de plata le miraba con oculta lástima?

No. De ninguna manera. Badd negaba todo aquello que se volvería en su contra como un puñal afilado clavándose lento y doloroso en lo que quedaba de su orgullo. El héroe rechazaba la noción de aceptar que estaba destrozado por dentro, pelear por los demás no se sentía igual que antes. Y eso le asustaba.

Suspiró suavemente al sacudir su cuerpo, ya no quería darle más vueltas al asunto...

El azabache se pasó el dorso de la mano por su rostro, limpiando parte de la sangre propia y ajena. Además, claro, de esa baba que le quedó del último kaijin.

Era una situación terrible pero... Admitía que se sentía mucho mejor que antes, liviano se podría decir.

–¿Te golpeé tan fuerte?– preguntó Garou cuando, pasado ya unos cuantos minutos, el héroe no se había movido de su lugar.

Badd movió la cabeza ante la pregunta, negando algo que derrotaría su espíritu.

Hasta la pregunta ofendía, el de ojos oscuros no creía o más bien no quería creer que la brecha de poder entre ellos se había separado de manera tan estrepitosa desde la primera vez que se conocieron.

¿Hacerse un kaijin te volvía tan fuerte?

Ah... De nuevo volvía a pensar en eso. Realmente no quería encasillarse en ese estúpido tema.

–Claro que no– respondió poniéndose de pie con esfuerzo. Sacudió su ropa y se acomodó el cinturón –estoy bien, ¿y tú?

Alzó una ceja al preguntar, interesado por su respuesta.

–De hecho– Garou hizo una mueca con los labios y se rascó la barbilla –me siento muy bien. Creo que desahogué todo mi enojo contigo.

–Heh... yo también– susurró con una leve sonrisa que pasó desapercibida.

Ambos se dieron cuenta que de alguna manera haberse desquitado entre ellos fue, aunque desconcertante, una especie de terapia de liberación de ira.

–Oi, ¿quieres ir al dojo?–

–...

–...

–¿Eh?–

–Al dojo– repitió, pero nuevamente no obtuvo una respuesta concreta.

–...

–¿Qué? ¿Te lastimaste en los oídos?– consultó Garou de forma sincera. Y seguidamente acercando una de sus manos a Badd para revisarlo, siendo extrañamente espontáneo.

–¡No estoy sordo!– expresó con enojo y dándole un manotazo antes de que lo tocara –solo me pareció raro y no quise responder– finalizó cruzándose de brazos.

–Ah– comprendió –si, es raro. Bueno, tampoco es nada del otro mundo, solo iremos a desayunar.

Badd seguía incrédulo, pero dándose cuenta de su situación... la ropa sucia y todo hecho un desastre. Se negó rotundamente a la idea de  entrar así a su casa, ¡Se ensuciaría todo!.

✧Inefable✧((Batarou))Donde viven las historias. Descúbrelo ahora