Cuando las rosas vuelvan a florecer

Capítulo 27: El aliado del enemigo

Perseus miró con orgullo cómo los hombres, las mujeres e incluso las criaturas que se habían aliado con Gellert estaban de pie en una formación agradable, el trabajo que había hecho con ellos durante los últimos meses en exhibición para que su líder lo inspeccionara por sí mismo.

No había sido una tarea fácil.

Aunque había algunos individuos muy talentosos entre ellos, había otros que no estaban hechos para el combate. A esos se les habían asignado otros roles bajo la dirección de profesiones adecuadas, y no solo ahora tenían una fuerza de combate fuerte y en constante crecimiento, sino que también tenían otros grupos necesarios que incluso Gellert puede que ni siquiera haya considerado.

Si lo había hecho, no había compartido sus pensamientos con Perseus, y el ex heredero Black usó la autoridad que se le otorgó para cubrir tantas eventualidades como pudo.

"Debo decir que estoy impresionado", comentó Gellert mientras estaba de pie junto a Perseo. "Cuando te pedí que los prepararas, no esperaba que lo hicieras con tanta pasión".

"Si vamos a tener éxito, necesitaremos un ejército. Espero tanto como tú que no sea necesario, pero habrá resistencia por parte de aquellos que no vean tu visión".

Gellert asintió en acuerdo.

Había hablado a menudo de su deseo de perseverar sin crear una guerra entre la población mágica, pero cuanto más tiempo pasaba, más irreal se volvía.

"Veo muchos grupos aquí, Perseo. Tal vez puedas explicarme qué representan".

"Por supuesto", estuvo de acuerdo Perseo con entusiasmo, haciendo un gesto a Gellert para que lo siguiera a lo ancho del gran campo que habían liberado. Había costado mucho trabajo protegerlo satisfactoriamente, una tarea que le había encomendado al primer grupo frente al que se detuvieron. "Estos son tus rompemaldiciones. Serán invaluables para lidiar con áreas protegidas y maldiciones inesperadas que podamos encontrar, si no estás disponible para encargarte personalmente de ello".

Gellert asintió apreciativamente.

"¿Y qué hay de estas personas extrañamente vestidas?" preguntó señalando con la cabeza a un grupo de alrededor de cincuenta que estaban cubiertos de pies a cabeza con túnicas rojas, una máscara negra que ocultaba sus rasgos.

"Una unidad en la que ni siquiera había pensado hasta que los junté", declaró Perseo con orgullo. "No les pediré que demuestren lo que pueden hacer, pero estos son tus piromantes, cada uno de ellos un experto en hechizos de fuego".

"¿Expertos?" preguntó Gellert con curiosidad.

Perseo asintió.

"Te puedo asegurar que nuestros enemigos llegarán a temerles, Gellert. Son una fuerza a tener en cuenta".

"Te tomaré la palabra", respondió Gellert, "pero ¿por qué las túnicas?"

"Ah, bueno, eso nos lleva a nuestra siguiente sección", explicó Perseus, guiando a Gellert a una reunión de brujas y magos a poca distancia. "Todos están muy versados ​​en encantamientos y algunos incluso están especialmente dotados para los encantamientos. Actualmente están trabajando en uniformes que ofrecerán la mejor protección a nuestros luchadores".

"Vaya, has pensado mucho en esto", reflexionó Gellert en voz alta.

"Sí", respondió Perseo solemnemente.

"Y seremos mucho mejores gracias a sus esfuerzos", ofreció Gellert. "Continúa, Perseo. Muéstrame el resto de los frutos de tu trabajo".

Perseo obedeció, deteniéndose en una brecha considerable en las filas.