Pasó el día entero tratando de despejar su mente, leyó una y otra vez todos sus recetarios, pero nada sacó de su mente los gemidos de Izuku, y cada vez que cerraba los ojos, su rostro sonrojado y sus lágrimas aparecían en su imaginación.
A media noche, inevitablemente se quedó dormido, y los deseos oscuros que guardaba se hicieron presentes…
Estaba moviéndose de una esquina a otra en la enorme cocina, no podía con tanto estrés sobre él, tenía que cocinar para la gente más importante del país y los nervios no lo dejaban ni pensar.
Metió uno de pasteles al horno y se giró para continuar con su guiso.
—¿Necesitas ayuda, Sato? —La melodiosa voz de Izuku le sacó un terrible susto.
—Oh, Midoriya… creo que… estoy bien —mintió, no quería poner tanta carga sobre ese tierno rol de canela.
Se giró para seguir con lo suyo, perdiéndose del puchero enojado que sus palabras y acciones dejaron en Izuku, pero el pecoso no iba a rendirse. Se metió a la cocina y se puso uno de los delantales blancos.
—Aunque sea lavaré los platos por ti —sentenció caminando hacia el lavavajillas.
—De verdad no es necesario, Midoriya —negó apenado—, sería mejor que estuvieras con los demás, sé que estarás más cómodo con los héroes.
—¿Esos idiotas que no dejan de mirarme el trasero?, no gracias —se quejó sin pensar. Solo pudo cubrir su boca cuando se dió cuenta de sus palabras—. Lo siento, Sato, yo no quería decir…
Se estremeció y retrocedió contra uno de los muros, con cada paso que Sato daba para estar más cerca de él.
—Está bien, puedes quedarte aquí si quieres, pero no es necesario que me ayudes, te puedes ensuciar —dijo el cocinero a unos centímetros de él—. Mejor come un poco, acabo de terminar un pastel de fresas, puedo esconder que le falta un trozo.
Sato lo sujetó por la cintura y lo sentó en una de las barras, de forma que Izuku le daba la espalda a la puerta, así era menos probable que alguien lo reconociera. Se alejó de él y luego regresó con un elegante plato dorado, con un trozo de un delicioso pastel de fresa adornado con chocolate blanco.
—Gracias, Sato —murmuró enternecido.
—No es nada, Midoriya —respondió su acompañante, volviendo a sus labores en la cocina.
Izuku se entretuvo tarareando, mientras disfrutaba de su delicioso postre antes de la cena que organizaron para esa noche.
—¿Quieres una fresa?, no sería justo que solo yo comiera —invitó Izuku.
Sato se acercó para dejar cerca una cacerola con alguna sopa, luego se paró frente a Izuku, tomando un tenedor de la barra. Miró el pastel con extrañeza, pues ya no quedaba ninguna fresa decorandolo. Levantó la vista con duda, solo para quedar estupefacto cuando Izuku le ofreció la mitad de una fresa, que sostenía entre sus labios.
—Midoriya, no creo que deba… —suspiró tartamudeando.
Izuku soltó una risita burlona, sujetó el delantal de Sato y lo jaló con fuerza, solo para forzar la fresa dentro de boca y dejar ahí un suave beso.
—Cocinas delicioso, Sato —festejó alegre Izuku, relamiéndose los labios cubiertos de chocolate.
El pobre héroe no pudo reaccionar, se quedó helado frente a Izuku, sabía bien que ese tierno héroe de las pecas tenía a más de uno detrás de él, no solo sus compañeros de agencia, sino, quizás incluso héroes de otros países y por lo que había leído en las entrevistas, incluso algunos villanos. No le extrañaba para nada, Izuku podía tener a sus pies a quien quisiera. Pero que ese mismo chico lo besara a él de entre todos, fue demasiado extraño.
Izuku notó el nerviosismo de Sato, y sintió una punzada en su corazón.
—¿Te enojaste? —preguntó con timidez—, ¿no debí hacerlo, Sato?
—No debiste, Izuku… no está bien, tú eres… y yo soy… No, eres de los mejores héroes, no puedes hacer eso con alguien como yo…
Izuku sujetó las grandes manos de Sato, y las puso sobre sus caderas.
—Pero quiero hacerlo, Sato —dijo con picardía—. Ven héroe, quiero hacer esto contigo.
Puso sus delgados brazos alrededor del cuello de su presa, y lo acercó despacio, hasta conseguir conectar sus labios con sabor a chocolate, con los grandes y deliciosos labios del otro héroe.
Uno tuvo sus dudas, quería alejarse, pero cuando el pequeño rol de canela acarició su cabello, él se dejó llevar acariciando la estrecha cintura de Izuku. El pecoso no tuvo suficiente con eso, abrazó a Sato con sus piernas, solo para sentirlo más cerca. Soltó un sonoro suspiro cuando algo enorme y duro se restregó contra su trasero.
Sato se alejó avergonzado, disculpándose entre murmullos, pero Izuku no necesitaba una disculpa, necesitaba que ese fornido héroe le arrancara la ropa y lo sometiera contra la mesa.
Entre las curiosidades que había esparcidas por ahí, alcanzó a distinguir una lata de crema batida, la cual tomó con una idea loca rondando su mente.
—Sato —cantó con lujuria.
El pobre héroe se giró a verlo, frente a él, Deku se deshizo de cada prenda que vestía, incluida la ropa interior. Con una mirada inocente puso la crema batida sobre sus pezones, suspirando con la sensación fría contra su piel sensible.
—No vas a dejarme salir así, ¿verdad, Sato? —preguntó extendiendo sus brazos como una invitación.
El héroe tragó saliva ante la vista, pero se acercó sin dudar, pegando sus labios a la suave piel cubierta de pecas adorables, arrancando suspiros tras cada succión. Cuando la dura erección se restregó contra el trasero desnudo de Izuku, el héroe de las pecas no pudo evitar aferrarse con las uñas a la fornida espalda de su acompañante, le fue imposible contener la saliva que manchaba la camisa de Sato.
—Por favor, mételo —suplicó entre jadeos.
Sugarman se concentró en dejar besos suaves contra los labios de Deku, mientras se deshacía del cinturón y sus pantalones. Izuku se aferró a Sato cuando sintió la cabeza de su pene alinearse en su entrada, se quedó sin aire en el momento en que esa cosa enorme se abrió camino en su interior.
Gritó sonoramente cuando Sato apenas se movió un poco. El héroe tuvo que aguantar hasta que su adorable rol de canela se acostumbró a su tamaño. Cuando tuvo luz verde comenzó el salvaje vaivén que llenó la cocina con un chapoteo y gemidos desesperados.
Sato tuvo que besar a Izuku para contener sus súplicas, pero el héroe más pequeño no podía contener su voz, su mente no lo dejaba procesar sus gritos lascivos, esos que le pedían al héroe ir más fuerte y más rápido, que no importaba si dejaba salir su semen en su interior.
—¡Ah, Sato, por favor, no te detengas! —gritó cuando escuchó el retumbar del metal, seguramente algo en la barra que había caído al suelo con el feroz movimiento.
Izuku estaba de espaldas a la puerta, tenía los ojos fuertemente cerrados, por eso no pudo ver al cuarteto de héroes que los miraba desde la puerta de la cocina. Dynamight, Red Riot, Chargebolt y Cellophane miraban a Sugarman con furia animal, mientras el héroe seguía embistiendo con ferocidad contra el cuerpecito más pequeño.
—¿Quieres quedarte conmigo el resto de la fiesta, Deku?, ¿o prefieres ir con Dynamight, Red Riot, Chargebolt o quizás Cellophane? —preguntó Sato con la voz ronca embistiendo con fuerza a Izuku, sacándole más gemidos obscenos.
—¡Contigo, por favor, contigo, ah, déjame quedarme así toda la noche, Sato! —gritó aferrándose con las uñas a la tela blanca de la camisa de su héroe.
Otro crujir del metal retumbó en la cocina, para Izuku seguramente fue otra cacerola de metal. Para Sugarman, fue la puerta de la cocina azotada por la fuerza descomunal de Dynamight, quien tuvo que alejarse de la escena para evitar lanzarse y moler a golpes a su compañero de trabajo.
Sin intrusos en su cocina, Sugarman salió de Izuku para darle la vuelta, puso su pecho desnudo contra la fría barra y siguió embistiendo, disfrutando de ver su pene desaparecer entre las redondas nalgas de ese tierno héroe de pecas.
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Volvemos al porno...
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Deseos nocturnos [Dekubowl]
FanfictionEran un par de pervertidos, eso lo sabía toda la escuela. Eran un par de imbéciles, podías notarlo con solo verlos un par de segundos. Pero nadie estaba preparado para lo que sucedería por sus estupideces. Una broma cruel y desvergonzada los llevó...