Infieles

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Luego de huir de Ochako volvió corriendo a su habitación, solo quería volver a la cama e intentar dormir sin ser atormentado por sueños extraños que le recordarán su travesura de ese día.

Por desgracia, su mente pervertida no estaba de acuerdo con él…

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Habían pasado unos meses desde que se mudó a ese lugar, con su sueldo de fotógrafo encontró un lindo apartamento para vivir fuera de la ciudad. Era un lugar pequeño, de horrible decoración, pero que no cambiaría por nada del mundo, pues desde su ventana cada noche podía tener la vista perfecta de un sexy ángel.

La había visto antes, de hecho la recordaba en una noche en especial, la vió pegada a la ventana del segundo piso, totalmente desnuda, con su cuerpo esbelto y delicado aprisionado contra el cristal. Era hermosa, con su cabello de jade enmarcando su rostro angelical, no pudo ver sus ojos, pues en ese momento los tenía fuertemente cerrados mientras gemía empañando el ventanal.

Al esposo de ella no le prestó mucha atención, pero agradeció que estuviera ahí para regalarle buenos espectáculos cada día.

Entonces no recordaba el momento exacto en que comenzó a espiarla, tomando fotografías cuando la veía bailar pole dance con la escoba, o cuando a veces se paseaba medio desnuda por la casa.

Conocía su rutina, la hora exacta en que su esposo salía de la casa en su auto negro, y la hora nocturna en que regresaba. Ella no salía mucho, ni al mercado ni a la tienda, ni siquiera a hablar con sus amigas, se la pasaba en casa todo el día, siendo la esposa perfecta. Eso le daba a él más oportunidades de tomar jugosas fotografías.

En una ocasión, vió el auto negro del marido salir del complejo de apartamentos, pero no lo vió regresar esa noche, ni a la siguiente, ni dos semanas después.

Aquel día se levantó temprano, se arregló y quiso seguir con su rutina, esperando que el deseo de su ángel, que parecía una máquina sexual, la incitara a autocomplacerse con la ventana abierta, por desgracia eso no había sucedido en días, aquella mujer no se había tocado desde que el marido se fue, aunque se resistía a la idea, no concebía que una mujer como ella no intentará hacer algo en las noches solitarias.

Salió de sus pensamientos cuando la vió llorando en la mesa de la cocina, con fotografías desperdigadas por doquier. Y cuando ella sacó una botella de licor de la despensa él entendió que esa oportunidad que esperó tener algún día quizás se estaba presentando.

Ella fue por la mitad de la botella rápidamente. Cuando la vió tambalearse intentando obtener un vaso con agua, no dudó en salir corriendo de la casa con dirección a su bella vecina.

Tocó un par de veces resistiendo las ganas de derribar la puerta. Unos minutos después ella abrió, era más hermosa de cerca, con su cabello corto de brillante color verde enmarcando su rostro sonrojado, haciendo brillar las pecas que no había notado desde la distancia.

—Buenos días —saludó con una sonrisa, mientras paseaba su mirada por la mujer frente a él—. Soy su vecino de enfrente, ¿quería saber si tiene un poco de azúcar?

—Claro, pasa por favor —respondió ella, dejándolo hipnotizado con su dulce voz.

Lo guío hasta la cocina y pudo ver las fotos que ella había estado revisando, lo que vió lo dejó en shock. Eran fotos del marido, jamás creyó que el marido fuera una mujer de largo cabello negro y ojos de ébano, y tampoco creyó que le sería infiel a un angelito como el que tenía enfrente. Las fotos mostraban al marido en una habitación de hotel con otra mujer entre sus brazos.

Un sollozo lo hizo levantar la mirada, su vecina lo miraba sosteniendo una taza con azúcar.

—Lo siento mucho —suspiró él.

Deseos nocturnos [Dekubowl]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora