Edén

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Cuando consiguió escapar por poco de Bakugo, corrió a esconderse en su habitación, muy lejos de las miradas de reproche del resto de sus compañeros. Eso lo molestó, vió las caras de todos en medio del espectáculo, todos tenían esa mirada de pervertidos, no engañaban a nadie, les gustó ver a las mujeres así, y por raro que parecía, Kaminari tenía razón, ver a Deku en ese estado quizás sacó a relucir el lado más pervertido del resto. Por eso no entendía porque estaban tan enojados.

—Como sea, esos idiotas no saben apreciar el arte —dijo tirándose en la cama.

Puso a reproducir en su teléfono el vídeo que tomó de su broma, y una sonrisa perversa se formó en sus labios cuando escuchó el gemido de Izuku. Tenía el resto del día y toda la noche para fantasear con las dulces voces de las mujeres, pensaba aprovechar las horas al máximo.

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Su vida no podía ser más perfecta, era el hombre más inteligente y atractivo de la escuela, con el don más poderoso y llamativo. Lo sabía, con solo poner un pie sobre la UA y mostrar su valía como héroe, no solo recibió halagos de sus profesores, sino, la atención de las cientos de señoritas de la escuela. Aunque solo escogió a seis de ellas, después de todo, a sus ojos las mujeres de su clase eran las más hermosas de toda la academia.

Fue un día después de un simple examen, que ellas salieron corriendo cuando la campana sonó, todas se adelantaron, yendo a algún lugar desconocido.

Al atravesar la puerta de su habitación, decidido a descansar un poco, fue que descubrió a dónde habían huido sus señoritas.

—Bienvenido, Mineta —saludaron todas al unísono.

Estaban vestidas con togas blancas, reunidas alrededor de una mullida alfombra rodeada de cojines, dónde lo invitaron a sentarse.

Con todas ellas luciendo sus hermosas figuras, su habitación se le figuró como el paraíso mismo.

Llegó a sentarse, y de inmediato fue rodeado por ellas. Momo se acurrucó contra él, poniendo en su boca algunas porciones de fruta de un tazón. Mina se hincó a sus pies, le quitó los zapatos y los calcetines para darle un masaje. Tsuyu se hincó detrás de él, dedicándose a masajear su espalda.

Suspiró aliviado, se sentía en el cielo en ese momento.

—Ochako, ven —ordenó.

La castaña obedeció, se sentó junto a él, en el lugar vacío, dejando que él la tocará como quería, ni siquiera se quejó cuando le arrancó la toga para acariciar sus pechos desnudos. Ella era feliz, todas lo eran si podían estar con él. Hagakure y Jiro tomaron su lugar también, la chica invisible recostaba junto a Ochako, y Jiro ayudando a Mina en su labor.

—Chicas, el regalo —habló Hagakure.

—¡Es cierto! —gritó Momo— Espera aquí, volvemos enseguida.

Una a una se levantaron, no sin antes dejar un beso en los labios de su chico. Todas desaparecieron de la habitación dejándolo solo, aunque estaba feliz e impaciente por el regalo que prepararon para él.

La puerta se abrió de nuevo, Hagakure se movió por la habitación.

—Será solo un minuto cariño —dijo ella, cubriendo sus ojos con una tela.

Se dejó hacer, esperando. Pronto las escucho a todas entrando, sus pasos delicados y sus voces murmurando.

—Ya está, sorpresa cariño —cantó Hagakure.

Ella descubrió sus ojos, dejándolo ver el maravilloso regalo.

No necesitaba nada, él lo tenía todo, poder, inteligencia, mujeres hermosas, pero había algo que todos en esa escuela deseaban más que cualquier cosa, cada alumno, un par de maestros, unos menos villanos lo miraban a "él", aún si eso significaba olvidarse de todo lo demás. Sin siquiera mover un dedo, Izuku Midoriya tenía a todo el mundo a sus pies. Por eso fue delicioso verlo sometido, completamente desnudo, atado con un listón de color rojo que cubría sus tetillas, sujetaba sus brazos en su espalda, envolvía su cintura y se ceñía a sus carnosas piernas medio abiertas.

Deseos nocturnos [Dekubowl]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora