Capitulo 3

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Al otro día, al inicio de clase, comencé a ordenar y personalizar el interior de mi casillero tomando en cuenta mis necesidades. Coloqué algunos portalápices que pegué en sus paredes, y un separador de libros para tener un poco más de accesibilidad al momento de tomarlos. No pensaba colocar espejos; antes lo hacía pero ya no me parecía tan necesario invertir tiempo en mi apariencia, aunque ese día, había llevado uno en mi bolso que se coló entre las cosas de papelería destinadas al casillero. Lo tomé reflejándome en el y percatandome de lo sin gracia que me veía. Mis cabellos castaños oscuros estaban desordenados y mis labios estaban pálidos. Mi apariencia no era la prioridad de todos los días, pero aquel me sentí un poco avergonzada de ella; quizás tendría que ver el hecho de que dentro de unas horas iría a la tienda de Bill, y ya había pasado suficiente vergüenza al haberlo conocido en las peores fachas posible. Por alguna razón, no quería que pensara que era una  desalineada total. Peiné mi cabello y con un labial rosa que tenía en mi bolso pinté un poco mis labios para darles color. 

—Oh que lindo color —alagó Lindsay quien se había acercado a mí. Yo sonreí avergonzada, como si su cumplido me hubiera hecho reaccionar que hacía eso por tener interés hacia un hombre que muy probablemente, no hubiera recordado mi existencia hasta ayer cuando mi padre le habló de la camioneta—Creí que eras a las que no le gustaba el maquillaje.

—Últimamente no me llama tanto la atención —dije intentando disimular y guardando el labial en mi bolso. 

Lindsay siempre llevaba un maquillaje impecable, que solo una mano con mucha habilidad era capaz de hacer, y ella lo realizaba todas las mañana como parte de su ritual. 

—Eso es triste. Tienes unas facciones con las que todo maquillador sueña —dijo mientras me tomaba de las mejillas.

Ambas entramos a la clase de matemáticas sentándonos una detrás de la otra. Quise continuar mi día como normalmente lo haría, sin pensar en lo que tendría que hacer al terminar la clase, sin auto sabotearme haciendo que mis nervios crecieran. Pero la hora de salida llegó, el maestro de ciencias había mandado a hacer un proyecto en parejas el cual Lindsay y yo haríamos juntas el fin de semana en mi casa. Tomé el siguiente autobús al centro del pueblo que me dejo a tan solo unas calles de la tienda de Bill. Seguí la dirección que mi padre me había dado, en las que además de darme los nombres de las calles también especificó otros detalles cómo la pastelería turquesa de la esquina, junto a la tienda de mascotas con unos Beagles en exposición, y las puertas amarillas de la tienda de repuestos. Cuando estuve frente a ella tomé un largo respiro armándome de valor y me encamine hacia la tienda, cruzando la calle que nos separaba.

Abrí la puerta que avisó con una campanada que un cliente nuevo había llegado. El interior era pequeño, apenas cabían unas vitrinas que mostraban objetos que jamás había visto, lo mismo ocurría con lo que estaba colgando de la pared, lo único de lo que tenía conocimiento era de las correas y nada más. Bill salió de la trastienda sonriendo tiernamente apenas me vio, y a mis pulmones se les olvido como respirar, al mismo tiempo en el que mis piernas comenzaran a temblar. No podía creer lo nerviosa que me ponía, era casi un chiste. 

—Marjorie, ya me empezaba a preguntar cuando pasarias —comentó despreocupado mientras buscaba la caja en las repisas tras él— bujías para chevrolet k10 v8 mil novecientos ochenta y uno —leyó el exterior de esta mientras se volvía hacia mi y la colocó en la repisa sin apartar la mano de esta— serán cincuenta dólares. 

—¿Qué? –alcance a decir con el hilo de voz que los nervios me dejaban tener.

Mis ojos se abrieron de par en par ante ese último comentario. Papá no me había dicho nada de tener que pagar, y yo no tenía esa cantidad. Pero él empezó a soltar una risa baja mientras tomaba una bolsa para colocar mi caja.

El Vecino De Al Lado [Bill Skarsgard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora