Capitulo 7

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—¿Marjorie? —dijo Lindsay al verme como se reflejaba en el espejo mi sonrisa de idiota— ¿Todo está bien? —pregunto riendo burlona.

—Si es que… —la miré, sin poder aguantar más— Bill intentó besarme —confesé y ella chilló como loca. Agradecí por estar solas en el baño.

—¡No inventes! ¡No puede ser! —chillaba emocionada— ¡Te lo dije! Pero espera… ¿cómo que intento? —puse mis ojos en blanco. Me senté sobre el mármol de los lavamanos, para poder estar un poco más cómoda hablando de algo que debilitaba mis rodillas.

—Porque me llamaron, y tontamente después le dije que debía ir a casa. No lo sé, hago ese tipo de cosas cuando estoy nerviosa —Lindsay bufó.

—¿Y quien fue el inoportuno que llamó? —preguntó 

—Bradley… Ahora que lo pienso, el muy cobarde colgó cuando Bill le contestó. Le tiene terror, quiso convencerme de que Bill no es nadie bueno para mí —le expliqué enfadada.

—Ay dios pero que imbecil —agregó mi amiga indignada, guardando su labial— se tiene bien merecido que Bill lo haya echado.

—Ya estoy cansada de ese acosador… Aún no puedo creer que no me olvide, mierda.

—Hombres… es lo único que te diré. 

Suspiré cruzándome de brazos, si Bradley había arruinado mi momento especial, pero no me desanimaría por ello, algún día, sucedería.

—Oye, te quería pedir, si podías ayudarme con matemáticas. Mis notas están muy bajas y si mi padre se entera, va a matarme —me pidió acongojada.

—Claro —acepté sin problemas— ¿En mi casa luego de la escuela?

—Ese es el problema —advirtió— Mi padre odió que el domingo llegara tarde a casa, y más en la patrulla de tu padre. Estoy castigada y no quiere que salga en un buen tiempo. Me da pena decirtelo pero ¿podrías ir a mi casa? 

—Claro, Lindsay. No hay problema —acepté sin problemas.

Luego de las clases, Lindsay y yo no dirigimos a su casa para estudiar matemáticas. No me molestaba molestaba hecho de tener que ir hasta allá, a pesar de que su padre me daba terror. Pero Lindsay se notaba nerviosa en todo el camino. Odiaba su casa, a sus dos hermanos mellizos, su padre machista y su madre descuidada que juntos creaban un torbellino de problemas dentro de esa casa en la que se hacía imposible vivir. 

Apenas entré, noté el desorden que había por todas partes, juguetes, ropa; incluso comida, platos y cubiertos. Los niños saltaban en el sofá chillando mientras jugaban con espadas de juguete. La madre de Lindsay, una señora delgada de aspecto cansado y desalieneado, estaba en la cocina preparando papas fritas, mientras fumaba. Me sonrió amable, y yo le correspondí.

—¡Maldita sea! ¡Cierren el picó! —El padre de Linday hizo acto de presencia, bajando las escaleras furioso como un bárbaro.

Los niños enseguida dejaron de saltar, pero sus caras de traviesos intentando aguantar la risa, me decía lo poco que les importaba la molestia de su padre. Luego se percató de que yo estaba ahí, posó esa mirada sobre mí y sentí terror.

—Buenas tardes… —saludé tímida, pero este no dijo nada tan solo miró a Lindsay quien me tomó la mano y me hizo ir hasta las escaleras, subiendo a su habitación.

En cuanto entré, en seguida pensé que esta había sido atacada por un remolino; sus brazieres estaban sobre su cama desordenada, sus cosas en el tocador estaban regadas, otras incluso habían terminado en el suelo, como aquella paletas de sombras que terminó rota, manchando la alfombra. 

El Vecino De Al Lado [Bill Skarsgard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora