Capitulo 4

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Otro día había llegado, y con mi nuevo auto, decidí pasar por Lindsay para ir juntas a la secundaria. La llamé en la mañana antes de salir y alegre aceptó mi propuesta, dándome en seguida su dirección la cual quedaba a diez minutos de la mía. Seguí la dirección al pie de la letra, entrando a una linda calle residencial de casas con lindo pasto verde al frente, fachadas bien cuidadas, y en general pareciendo de revista. Todas perfectamente colocadas una al lado de otra, hasta que me encontré con una que rompía con esa armonía. La única casa azul en la que paré, tenía el pasto descuidado, casi seco y con secciones faltantes. Las paredes de la fachada estaban sucias, incluso parecía haber algunas salpicaduras de lodo en estas. Aquella era la casa de Lindsay, la linda chica que salió detrás de un hombre regordete y calvo que solo vestía unos jeans. Su aspecto era severo, tenía una larga y descuidada barba que caía hasta su clavícula, en su pecho peludo pude divisar un tatuaje, algunas letras que no lograba entender.

El se paró frente a la ventana del copiloto y vio hacia adentro con una mirada asesina, dispuesto a todo. Logró asustarme en ese momento.

-¡Papá ya basta! -dijo en voz alta Lindsay.

-Controla ese tono conmigo, niña -rugió el hombre levantando su dedo amenazante, y viéndola con los ojos abiertos de par en par.

-Es solo mi amiga... -dijo Londsay en un tono más sumiso.

Su padre me miró una última vez y luego se volvió hacia su casa mientras Lindsay se montaba en el carro. Fue hasta ese momento en el que me percaté de que había estado llorando. Secó sus lágrimas, y luego inhaló profundo y exhaló, queriendo recobrar la compostura.

-Lindsay ¿Todo está bien? -pregunte preocupada.

-Si -respondió rápido- si, si, todo está bien. ¿Nos vamos? No hay que llegar tarde. -intentó sonreírme pero luego apartó su mirada nuevamente.

Arranqué sin decir una sola palabra más, no quise insistir en algo de lo que obviamente ella no quería hablar, aunque me preocupaba todo lo que había visto. Aún así, cuando nos hallábamos solas en el baño, mientras ella se retocaba su maquillaje, decidió hablar.

-Mi padre me odia... -confesó con voz quebrada. Yo solo escuche con atención-... me odia pero a la vez quiere dárselas de buen padre. Es un camionero que se la pasa largos periodos fuera de casa, y por supuesto, un mujeriego que creé que todas las mujeres son unas putas y están para servirle a los hombres, de esos que a la vez quieren que sus hijas sean unas monjas. Una vez le envié una foto a un chico con el que salía, Nathan Perry; se las envió a sus amigos, sus amigos a sus otros amigos y al otro día estaba regada en toda la escuela, en poco tiempo gran parte del pueblo sabía -Las lágrimas inevitablemente comenzaron a caer sobre todo lo que ya había pintado en su cara- Me llamó puta, me golpeó, me hizo sentir que era mi culpa, que no valía nada -Entonces se quebró y la envolví entre mis brazos buscando reconfortarla- Yo se que estaba enojado porque sus amigos del bar tenían mi fotografía en sus celulares, se burlaron de él y se desquitó conmigo, me dijo que me merecía todo lo que me pasaba -respiró profundo y decidió continuar con su maquillaje ya un poco recompuesta- Después de lo que pasó, no deja que ningún chico se acerque a mí, y si me ve cerca de alguno, me golpea en casa con su cinturón -Ella entonces tragó saliva- además de eso, después de lo de la foto, nadie quiso volver a juntarse conmigo, los chicos me temían, o a mi padre, y las chicas se burlaban de mí. Pero con el tiempo, eso dejó de importarme.

Lindsay alzó su barbilla frente al gran espejo, intentando verse como una ganadora, así como todos los días; secó sus lágrimas con una toalla de su gran kit de maquillaje, y dibujó una sonrisa para su reflejo.

-Ellos se lo pierden -dijo segura para luego mirarme.

Yo le sonreí, en forma de admiración. Sentí un poco de orgullo por aquella chica que derrotó su tempestad, que a pesar de todo mantenía su frente en alto y orgullosa. Me dí cuenta de que era una persona de la cual podía aprender mucho, como a no sentirme mal, por lo que los demás me hagan. La envolví entre mis brazos una vez más, como una forma secreta en la que le pedía perdón por haberla juzgado en un principio y en la que anhelaba ser su amiga.

El Vecino De Al Lado [Bill Skarsgard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora