Dos noches después, estando en su habitación pensé en ello. Mientras lo veía dormir tan plácidamente, me preguntaba si él sería capaz de hacer algo así, si esas manos que me encantaba tomar en verdad estaban manchadas de sangre, le habían arrancado la vida a alguien más… No quería creer que Bill era ese asesino que MacCaa estaba buscando, cada vez que lo miraba, cada vez que esos ojos verdes me atrapaban, me era imposible creerlo; toda duda, temor, se desvanecía cuando estaba en sus brazos y me hacía sentir tan protegida, tan segura de que si él estaba cerca, nada ni nadie me haría daño. Pero él querer salir de esa duda, se había convertido en un arma de doble filo.
Entré a su baño, pensé en tomar su cepillo de dientes, pero sería muy obvio, así que tome su cepillo para el cabello, quizás no notaría la ausencia de eso. Era más probable, que tuviera unos cuantos más.
Volví a la habitación, escondiendo el cepillo debajo de la cama de forma discreta al recostarme. Luego me volví una vez más para estar frente a él, pero se me dificultaba ver su rostro, sin sentir que lo estaba traicionando. Poco a poco abrió los ojos, encontrándose con los míos observándolo detalladamente. Sonrió tierno.
—¿No puedes dormir? —preguntó somnoliento.
—No… —Él me sonrió con toda la ternura del mundo, y acarició mi mejilla.
—Ven acá… —me pidió, y me hizo recostarme sobre su pecho, justo donde podía escuchar los latidos de su corazón con total claridad.
Comenzó a acariciar mi cabello, de manera suave, por unos minutos más mientras volvía a caer dormido, minutos en los que pensaba, ¿qué haría si él era el asesino? Si todo lo que creí conocer de él se desmoronara, si resultaba que todo este tiempo estuve con alguien así de peligroso. De solo pensarlo, sentía como agujas atravesaban mi corazón, quería llorar de solo imaginar, que esta historia acabaría ahí.
Al siguiente día, después de desayunar. Tomé una ducha y me vestí, tomando entre mi chaqueta, el cepillo que aún estaba bajo la cama. Bajé la escaleras, pero cuando estaba a punto de irme, él me llamó desde la cocina.
—¿Ya te vas? —preguntó.
Fui hasta el, intentado verme tan normal como podía. El había terminado de guardar los platos y dirigió su mirada hacia mí, sonriéndome tierno.
—Creí que pasaríamos todo el día juntos —agregó.
—Tengo que hacer unas cosas. Papá quiere que Lindsay y yo nos encarguemos de apartar un pino antes de que ya no queden, además de comprar algo para la decoración —expliqué, manteniendo una sonrisa convincente en mi rostro.
—Suena divertido. ¿Quieres que las acompañe?
—No, está bien. Queremos que sea un día de chicas.
Bill sólo asintió y nos besamos para despedirnos. Salí de casa aún con la chaqueta en mis manos, y la prueba envuelta en ella.
Llegamos al supermercado del pueblo, luego de ir hasta la granja del viejo Harris para pagar el pino. Estacionamos y fuimos hasta el pasillo que exhibía los miles de adornos navideños de aquella temporada, luminosos, graciosos, y algunos con movimientos. Dejé que Lindsay fuese quien escogiera todo, ya que mi mente seguía en otra parte, hasta que aquel mensaje llegó: "estoy en el estacionamiento trasero"
—Oye —dije y mi amiga me miró— iré al baño, rápido. No tardo.
—Bien. Yo seguiré decidiendo entre el reno de nariz luminosa, o el Santa Claus con luces de colores.
Caminé tan rápido como pude, escabulléndose a la salida sin ser visto por Lindsay. Rodeé el gran supermercado y en el estacionamiento trasero, pude visualizar un único auto. MacCaa salió de este al verme ir hacia él. Me sonrió amable pero yo no pude devolverle el gesto, estaba nerviosa, sentía sentía casi hacía algo ilegal.
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El Vecino De Al Lado [Bill Skarsgard]
Mystery / ThrillerMarjorie se ha mudado con su padre mientras su madre va a su luna de miel; en el nuevo hogar conoce a su vecino Bill: Es encantador, amigable y Marjorie se siente atraída por el, pero, ¿qué estará dispuesto a hacer Bill para proteger a Marjorie?