Capitulo 2

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Al día siguiente en la mañana, papá me llevó a la secundaria. Nuevamente dimos el paseo en la patrulla pero esa vez no pudo evitarlo, ya que luego de dejarme iría a trabajar. Llamó la atención de los demás a mi alrededor como la chica nueva era dejada por la patrulla de policías; vi como comenzaron a hablar entre ellos, señalar e incluso reír, de pronto me había convertido en el centro de atención.

-Suerte en tu primer día —me deseó mi padre sonriéndome con ternura para luego arrancar. 

Luego de lo que sentí fue un pequeño espectáculo, me armé de valor, tomé con fuerza las hombreras de mi mochila y caminé entre todos para entrar al instituto y así escapar de la atención que había conseguido afuera; pero dentro, lejos de hallar algo de alivio me encontré de frente con la realidad del primer día: estudiantes yendo de un lado a otro, tan desordenados como un montón de hormigas a las que le rompieron la fila. Lo primero en mi lista era ubicar mi casillero antes de ir hacia mi primera clase. Subí las escaleras hasta el tercer piso como me lo marcaba mi horario, y comencé a contar desde el inicio del pasillo cada uno de los casilleros uno al lado de otro, hasta dar con el ciento trece, dandome cuenta inmediatamente que desde el interior escurria algo biscoso de color verde limón. Miré una y otra vez mi papel y el número del casillero para confirmar que se tratara del mío, y lastimosamente estaba en lo correcto. Con algo de asco, me acerqué a este para detallar mejor lo que había dentro de aquel espacio, pero no lo lograba adivinar, ni siquiera emanaba algún olor y esto era lo que me confundía aún más. Me decidí a abrir el casillero, dispuestas a enfrentarme con lo que hubiera dentro, pero al hacerlo una masa del mismo color cayó inmediatamente a mis zapatos, manchandolos de esa viscosidad. 

—¡Aagg! —exclamé dando cortos pasos hacia atrás y de pronto escuchando unas escandalosas risas a lo lejos. 

Un grupo de cuatro chicos se burlaban y me señalaban como a un payaso del cual divertirse. Me llené de frustración y rabia, sin poder hacer más que sacudir mis pies, para quitarme lo que sea que fuese eso.

—Que gracioso cuarteto de imbéciles —les dijo de pronto una voz femenina que escuche a mis espaldas. 

La chica de cabello californiano los miraba desafiantes pero ellos ni siquiera se inmutaba ante la precedía de aquella chica con aires de diva. 

—Métete en tus asuntos, Lindsay —dijo el pelirrojo

—¿Qué? ¿Métete en tus asuntos? Ve a meter tu mano en el pañal de tu abuelo a ver si se ha cagado —ordenó con grandeza y los amigos del chico comenzaron a reírse. A este no le quedó más que irse llevándose a sus amigos. 

La chica me miró con sus ojos miel y sonrió tierna mientras se acercaba a mi. Era un poco más alta que yo, de cabello largo ondulado el cual llevaba en una coleta. Vestía con unos jeans holgados y una camisa floral de mangas redondas color rosa que combinaba con sus tacones.

—Unos imbéciles de primera —comentó— Lo hacen con los casilleros nuevos a los que no les han puesto candado aún —dijo mientras tocaba con asco aquella viscosidad.

—¿Qué mierda es esto? 

—Su versión de sline. No te preocupes solo es asquerosa a la vista. Por cierto, soy Lindsay Campbell —se presentó estirando su mano hacia mi. 

—Mars… 

—¿Eres nueva en el pueblo? No te había visto antes. 

—Si, soy de New York —Apenas confesé su rostro cambió a abrir la boca de sorpresa, como la de un niño ante un regalo nuevo.

—¿Estás de broma? ¡Yo adoro New York! —exclamó emocionada— por fin viene alguien a esta escuela que no sea de un pueblucho cualquiera. 

No supe qué responder a eso, tampoco quise acabar con la evidente alegría de aquella chica con  alguna palabra que sonará cortante. 

El Vecino De Al Lado [Bill Skarsgard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora