La historia de Gonzalo y William, que tan intensamente había brillado, se apagó rápidamente, como una estrella fugaz que atraviesa el cielo con una fulgurante intensidad, pero cuya desaparición deja una huella profunda en el alma. Un mes después de que sus cuerpos se entrelazaran, un dolor insoportable vino a marcar el final de lo que había sido un amor fresco y prometedor.
Una tarde de primavera, que para muchos es sinónimo de alegría y renovación, para Gonzalo fue la más oscura de su vida.
El día anterior, se habían despedido como siempre lo hacían. Como si fuera un rito diario, William lo abrazó y lo besó, prometiéndole que se verían al día siguiente. Habían compartido risas y caricias, como si el tiempo no existiera. William había subido a la camioneta de Alberto, quien lo dejaba cerca de su casa. Gonzalo, a pesar de estar envuelto en una nube de felicidad, no sabía que esa sería la última vez que vería a William.
El siguiente día, Gonzalo se levantó con la esperanza de ver a su amado, como todas las mañanas. Pero algo no estaba bien. William no apareció. Era un domingo como cualquier otro: los compañeros iban llegando uno a uno, pero él no estaba. A medida que pasaban las horas, la preocupación de Gonzalo aumentaba. ¿Dónde estaba William? Era extraño que no se presentara a su turno, y más aún cuando la paga era doble. Finalmente, cerca del cierre, Luciano llamó a Gonzalo a su oficina.
- Siéntate, Gonzalo. Tengo algo importante que decirte. – Luciano le dijo con voz grave, que hizo que el corazón de Gonzalo se encogiera.
- Es sobre William, ¿verdad? – Gonzalo preguntó, su intuición ya le decía que algo no andaba bien.
- Sí... – Luciano asintió con tristeza. – William está en el hospital. Su mamá acaba de llamarme para avisarme que está grave.
- ¿Qué le pasó? – La angustia lo recorrió de arriba abajo.
- Anoche sufrió un asalto. Al resistirse, uno de los delincuentes le disparó. Está en estado crítico... – Luciano no necesitó decir más, las palabras eran suficientes.
Gonzalo sintió como si el suelo se desvaneciera bajo sus pies. En su mente, el rostro de William, lleno de vida, sonreía y besaba sus labios. Esa imagen le parecía irreal ahora. Necesitaba verlo, abrazarlo, y asegurarse de que todo eso no fuera más que una pesadilla.
- ¿Dónde está? Necesito verlo... – Gonzalo casi imploró.
- Está en emergencias. Los médicos aún lo están tratando. Su mamá nos dijo que nos avisará cualquier novedad. – Luciano trató de ser comprensivo. – No vayas solo, espera a que cerremos y te acompaño, vamos con Natalia.
El viaje al hospital fue torturante. Gonzalo apenas podía pensar, su mente estaba llena de imágenes de William, de su risa, de sus caricias, y todo lo que, hasta hace unas horas, tenia. Al llegar, se encontraron con una escena desgarradora. Los padres de William estaban allí, abatidos, y un doctor les comunicaba la devastadora noticia: William no había resistido la operación. Había fallecido.
Gonzalo quedó inmóvil, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. Su corazón se detuvo por un segundo. En su mente solo había espacio para el eco de su voz, diciendo adiós, pero no podía creer que esa fuera la realidad. Los recuerdos de las tardes juntos, de sus primeras caricias, de sus promesas compartidas, todo se desmoronaba de golpe. Natalia lo abrazaba, intentando reconfortarlo, pero él no podía reaccionar, estaba en shock.
- Llora, Gonzalo, ¡llora! – Le decía Natalia, entre sollozos, mientras lo sostenía. – No te reprimas, necesitas soltar todo esto.
Pero Gonzalo no podía. Los recuerdos seguían inundando su mente, pero su cuerpo permanecía paralizado. Quería despertar de esa pesadilla. Quería volver a ver a William, decirle cuánto lo amaba, pero la realidad era cruel y no podía cambiarla.
La noche que siguió fue aún más dolorosa. Cuando llegó a su casa, por fin pudo llorar, en soledad, entre sus cuatro paredes. Las lágrimas caían sin cesar, mientras su corazón lloraba la pérdida de William, la persona que le había enseñado lo que era el amor verdadero.
Días después del funeral de William, Gonzalo tomó una decisión dolorosa. Renunció al trabajo, el lugar que había compartido con él, donde las huellas de William parecían estar en cada rincón. Necesitaba escapar, alejarse de todo lo que le recordara a él. Con el apoyo de Natalia y Luciano, que lo acompañaron en su duelo, Gonzalo empezó a estudiar en un instituto, buscando nuevas metas, nuevas perspectivas. Pero en su interior, la herida seguía abierta.
Mientras tanto, su corazón se endurecía poco a poco, como si cada lágrima derramada fuera un muro levantado alrededor de él. Se preguntaba por qué la felicidad no podía durar, por qué el amor se le escapaba de las manos tan rápidamente. Había amado profundamente a William, pero la vida le había arrebatado esa dicha en un abrir y cerrar de ojos.
Epílogo de la historia entre Gonzalo y William:
Gonzalo nunca pudo olvidar a William. La muerte de él, tan inesperada, lo dejó marcado para siempre. En su corazón, quedó el eco de su amor, el único que había sentido tan profundo, tan verdadero. A pesar de las cicatrices que la vida le había dejado, esa historia de amor breve y llena de pasión fue lo más cercano a la felicidad que había experimentado. Y aunque el dolor de perderlo era insoportable, el recuerdo de William seguía vivo en él, como una llama que no se apaga.
El abandono de Arturo, tan inexplicable y cruel, ya parecía una sombra lejana, menos dolorosa en comparación con la pérdida de William. Pero incluso entonces, Gonzalo no sabía si tendría el valor de amar de nuevo. El amor había sido hermoso, pero también había dejado una herida tan profunda que no estaba seguro de si su corazón podría soportar otra vez el peso de ese sentimiento.
La tristeza lo envolvía, y la idea de amar nuevamente parecía lejana. Pero al final, sabía que la vida seguía. El amor, por más efímero que fuera, seguía siendo un faro en su corazón. Aunque no sabía si sería capaz de volver a amar, algo en su alma le decía que, algún día, quizás, encontraría la forma de sanar. Tal vez el amor nunca se apaga del todo, aunque duela.
FIN DE ESTE CAPÍTULO.
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AMOR DE NADIE
Truyện Ngắn¿Es posible conocer el amor sin enfrentarse también a la indiferencia, el dolor, la decepción y el desengaño? Amor de Nadie explora esta pregunta a través de la vida de Gonzalo, un hombre cuya historia está marcada por amores fugaces pero intensos...