William: El primer amor (Parte 10)

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Casi dos meses habían pasado desde que Gonzalo y William comenzaron a salir como pareja. Después de una noche divertida en el karaoke con Luciano y Natalia, Gonzalo propuso a William para ir a descansar a su casa. Ese fin de semana, sus padres habían viajado a provincia, por lo que la casa estaba vacía, dándoles la oportunidad de estar a solas, sin preocupaciones.

Gonzalo había bebido un poco más de la cuenta, pero más allá del licor, lo que realmente lo embriagaba era el amor y el deseo que sentía por William. Esa noche, se sintió decidido a dar un paso más en su relación. Dejó de lado la timidez que William solía provocar en él y, por primera vez, fue él quien tomó la iniciativa.

Gonzalo se acercó a William, sus labios buscándose en un beso tierno, pero cargado de la pasión que había estado esperando.

— Sé que lo deseas. ¿Qué tal si lo hacemos ahora? Tengo mi casa libre esta noche.
susurró Gonzalo con una voz suave, pero segura, acariciando la entrepierna de William con un gesto provocador, pero lleno de deseo.

— ¿Estás seguro, pequeño? -respondió William, un poco sorprendido, pues en ocasiones anteriores Gonzalo había sido más reservado respecto a este paso.

— Más seguro que nunca. -la respuesta de Gonzalo fue firme, con una seguridad que William no había visto antes. Se sintió una nueva determinación en su voz, algo que lo hizo sonreír con ternura.

— No te arrepentirás. Lo pasaremos muy bien. -le dijo William, sonriendo, dejando claro que él también deseaba lo mismo. Sin más palabras, tomaron un taxi hacia la casa de Gonzalo.

Al llegar, subieron las escaleras a prisa, pero con cuidado. Gonzalo cerró la puerta de su habitación y, al instante, William lo levantó en sus brazos con facilidad. Gonzalo era delgado, y la fuerza de William lo hizo sentir como si fuera liviano. Se besaron mientras caminaban hacia la cama. William fue despojando a Gonzalo de su ropa lentamente, cada prenda que caía era un paso más hacia la intimidad que ambos deseaban compartir.

Antes de ceder a sus deseos, hubo un breve momento de quietud, un suspiro profundo que Gonzalo no pudo evitar. En ese instante, sus pensamientos se dirigieron hacia Arturo. Miró a William, quien esperaba su reacción, pero antes de seguir, Gonzalo cerró los ojos por un segundo. Fue un momento fugaz, pero necesario para cerrar ese capítulo de su vida.

"Adiós, Arturo..." pensó, mientras su corazón latía fuerte. "Gracias por lo que fuiste, por todo lo que aprendí, pero ya no te necesito. Ya te olvidé. Ahora estoy aquí, con William, y es con él con quien quiero estar."

Ese pensamiento flotó en su mente mientras miraba a William, quien no necesitaba palabras para entender lo que estaba sucediendo. Con un simple gesto, William lo miró fijamente a los ojos, sonrió, y sin más preámbulos, Gonzalo sintió que finalmente estaba listo para este paso.

"Ya está... Adiós al pasado. Ahora todo lo que quiero es esto."

La atmósfera estaba cargada de deseo, de cariño, de esa conexión que solo ellos compartían. Cada beso, cada caricia, sentía como si estuvieran desnudando no solo sus cuerpos, sino también sus almas. Gonzalo, por fin, se dejó llevar completamente. Ya no pensaba en nada más, solo en estar con William, de ser completamente suyo.

Cuando William lo recostó en la cama, lo hizo con una combinación perfecta de dulzura y pasión. Gonzalo sintió que no podía resistirse, y en ese momento supo que ya no quería resistir más. La espera, la tensión acumulada, todo se deshizo en esa noche. Era el comienzo de algo nuevo, algo real.

Ambos se entregaron mutuamente, sin miedos ni dudas. Fue como la primera vez para Gonzalo, pero se sintió como si estuviera hecho para eso, como si todo lo que había pasado hasta ese momento hubiera sido solo una preparación para llegar a esa experiencia. Las caricias, los besos, los susurros, todo estaba en perfecta armonía. Se amaron con intensidad, como si el mundo entero hubiera dejado de existir, como si solo importara ese instante.

El deseo los envolvía, y el amor que compartían se expresaba en cada movimiento, en cada suspiro. Esa noche, sus cuerpos se fundieron en uno solo, y aunque no dijeron una palabra, todo lo que necesitaban expresar estaba en sus gestos, en sus caricias, en sus miradas.

Al final, exhaustos y felices, se quedaron recostados en la cama, abrazados. La madrugada los envolvió en un silencio profundo, un silencio lleno de satisfacción y felicidad.

— Fue una noche única. -pensó Gonzalo, mientras sentía el calor de William junto a él. Fue la noche en que sellaron su amor, una noche que los unió de una forma que nada podría romper. Gonzalo sintió que esa conexión era más profunda de lo que jamás había imaginado.

A pesar de las discusiones y los desacuerdos que podrían surgir en el futuro, Gonzalo sabía que lo que tenían era real. La reconciliación siempre sería parte de la relación, como el gusto de volver a estar juntos después de las diferencias. Y en ese momento, en su cama, bajo las sábanas que los envolvían, se sintieron más unidos que nunca.


Continuará...

AMOR DE NADIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora