VIII

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Aitana llega a su siguiente turno con una sonrisa de quien ha estado durmiendo bien. Atrás queda el drama por una relación que no iba a ninguna parte, sobre todo cuando la paramédica más joven de su estación no deja de escribirle y hacerla reír.

Si va a ser siempre así de sencillo, compra la ruptura como algo no tan malo.

Su sonrisa desaparece cuando descubre a Raoul en la cocina con gesto disgustado. A su lado está Manolo, de brazos cruzados y no mucho mejor expresión. A su alrededor, el resto de los bomberos de la estación, luciendo tan confusos como ella.

—¿Pasa algo? ¿Llego tarde? —Se esfuerza por encender su pulsera que le mide los pasos.

—No, vas bien de tiempo, Ocaña. Es por otra cosa. Sentaos, que tengo algo que anunciar.

Todo el grupo le hace caso, tomando asiento en los sofás de la zona de descanso. Solo Raoul se queda de pie, mirando a su padre como un gatito desamparado. Ricky no parece tan confuso como el resto, pero se mantiene junto a ellos.

» Supongo que tengo que contarlo antes de que se haga oficial, es mejor que lo sepáis por mí. Parece que alguien ha querido informar de mi condición a los jefes de bomberos de Murcia y no estoy seguro de que me mantengan desempeñando este papel después de esto.

—No entiendo, ¿qué ocurre? —pregunta Juan Antonio, con cara de susto.

Miriam lo mira con el ceño fruncido. Sabe algo, pero seguro que ha usado sus superpoderes para descubrirlos con señales que nadie ha averiguado hasta ahora.

¿Mi condición? ¿Eso qué significa?

—Antes de mi llegada a Murcia me detectaron un tumor en el pulmón.

—¿Tiene cáncer?

—Más o menos. Pero no pongáis esas caras de espanto, que me estoy cuidando y con el tratamiento bajo el que me encuentro, hay muchas posibilidades de supervivencia.

—¿Tú lo sabías? —pregunta directamente a Raoul.

Asiente, con el carrillo mordido.

—No me enteré hace tanto tiempo. Pero dice la verdad, sé que estará bien.

—El problema —Manolo vuelve a tomar la palabra— es que los de arriba no están tan seguros de eso. Podrían inhabilitarme hasta que esté curado por completo si no demuestro que estoy en plena forma.

—Es que estás en plena forma —protesta Ricky—. Joder, solo hay que verte trabajar.

—Ya, pero los superiores no suelen mancharse las manos, no siendo ya tan mayores, así que lo más probable es que tenga que hacer algún tipo de prueba.

—¿No podría hacer la que nos preparamos los bomberos en prácticas para entrar en la oposición?

Todos se giran para mirar a Juan Antonio, la mayoría horrorizados. Es un prueba muy dura, que superan los veinteañeros a duras penas a veces. Un hombre de cincuenta años al que hay que sumarle el cáncer de pulmón... no están seguros.

Pero Manolo lo contempla como quien encuentra oro en una cueva.

—Es una idea muy interesante.

—Papá, no sé yo...

—Vamos... No hace tanto que te entrenaba para que entraras en el cuerpo. Me sé el recorrido a la perfección.

—Yo no dudo que te lo sepas, pero es muy complicado para nosotros, no me quiero imaginar...

—Puedo hacerlo —dice muy despacio cada sílaba—. Si no vas a colaborar, será mejor que te pongas a entrenar o a esperar la alarma en silencio.

Y se marcha de la zona de descanso sin esperar respuesta. El rubio cierra los ojos y no vuelve a abrirlos hasta que no ha contado varias decenas de números y se ha recordado que no merece la pena discutir con él.

En el improbable caso de una emergencia-RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora