XVI

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Un mes y medio después, la sombra de Alfred sigue pesando sobre todos, pero la vida ha seguido. Los terremotos cesaron ese mismo día. Es como si la naturaleza se hubiera dado cuenta de que había llegado demasiado lejos y hubiera decidido dejarlos en paz.

Nerea había sido a la que más le había costado superar lo ocurrido, pero eso había provocado que se acercara más a todos los bomberos de la 122, especialmente a Aitana. Las dos están empezando a pasar cada vez más tiempo juntas, incapaces de librarse del rumor interno entre sus amigos de que están saliendo.

Es por esa cercanía que la rubia está invitada a un pequeño torneo de tenis entre policías y bomberos. La mayoría del grupo decidió no participar, pero Aitana no dudó en hacerlo, así que está todo el equipo animándola en las gradas.

A ninguno de ellos le sorprende su agilidad en el campo, acostumbrados a verla en el trabajo, pero es que la catalana es muy buena jugando.

—¡Vamos, Tana! —gritan, entre aplausos, cuando hace un punto de los buenos.

Nerea pega saltitos y aplaude cuando tiene que hacerlo, aunque no entienda muy bien cómo funciona el juego. Se guía por el resto de sus amigos, que no evitan descubrirla con ojos brillantes mientras observa a la bombera.

En pleno punto, Miriam se fija en un chico de pelo rubio oscuro, situado unas butacas por delante del grupo. También está de pie y anima a Aitana como si fuera su mayor fan. Entrecierra los ojos mientras clava un codo a Raoul, situado a su lado. Tanto él como Ago se giran.

—Parece que Aitana tiene un admirador.

—¿Y ese de dónde sale?

—Eso me gustaría saber a mí —murmura la gallega—. Pero compite con Nerea por ser su mayor fan.

Se mantienen en silencio, vigilándolo un buen rato mientras las raquetas siguen funcionando en la pista.

El partido de tenis termina un rato después, dando como vencedora a la bombera. Más allá de sus principios, hasta Agoney se levanta entre aplausos de orgullo. La del flequillo mira a sus amigos y hace una reverencia y les manda un beso. A un lado, Nerea recibe ese beso y se lo guarda en el bolsillo. Se le borra la sonrisa al ver al resto alzando las cejas.

—¿Qué pasa? Me lo guardo para luego. —Pero sus mejillas arden en un tono nuevo de rojo.

El resto asiente y le da palmaditas en la espalda mientras bajan de las gradas pasando por su lado. Se mueren por felicitarla en persona.

Sin embargo, el fan de Aitana llega antes hasta ella. Por un momento, la ven frunciendo el ceño, pero eso cambia en una milisegundo. La morena se tira sobre él con un gritito, fundiéndose en un abrazo que los hace dar vueltas.

Pero Nerea no se achanta, así que agarra el brazo de Miriam y casi todo el grupo avanza hacia ellos. Raoul se dirige a la barra mientras, en busca de las bebidas que querían pedir.

—Hey... —comenta Juan Antonio, una vez están a su altura—. Has estado increíble, tía.

—Jo, Juanan, muchas gracias. —Pone un puchero y se aleja de su admirador para abrazarlos a todos.

—Y... —Nerea se queda para la última, esperando poder pronunciar la pregunta sin morir de vergüenza— ¿él quién es?

Aitana parece perder el buen tono de piel que estaba manteniendo, a pesar del invierno, al girarse hacia el rubio.

—Bueno, pues os presento a Miguel..., mi prometido.

Raoul se apoya en la barra un par de segundos, hasta que un camarero aparece frente a sus ojos, con una sonrisa gigante.

En el improbable caso de una emergencia-RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora