Con la mirada fija en el gotelé del techo, permite suaves caricias en la piel suave, pero dura, de su abdomen. Decirlo en voz alta solo lo ha convertido en algo un poco más real, pero necesitaba alguien con quien hablarlo para no volverse loco.
—Mi padre tiene cáncer.
No se le ocurrió otra cosa que pronunciar las cuatro peores palabras del mundo justo después de un orgasmo. Al contrario de lo que pensó, se ha quitado el peso de la espalda, pero no desaparece de su estómago.
Por el momento, su padre no quiere airearlo por la estación, por la posibilidad de que alguien lo denuncie y lo quiten del puesto por la enfermedad. No está muy de acuerdo con ocultarlo, pero no es su decisión. Pero no ha dicho nada de que no pueda hablarlo con alguien cercano.
—Me siento un poco estúpido por estar aquí ahora mismo en lugar de con mi padre, pero no sé qué decir, te lo juro. ¿Decir "lo siento" y mirarlo con cara de pena sirve de algo? —Se gira hacia él.
—Yo te lo dije hace un buen rato y tú casi me mandas a la mierda —comenta Agoney, dejando un beso suave en sus labios.
—¿Y tienes algún otro consejo?
—Dime una cosa, ¿valoras más que te diga lo mucho que lo siento y te mire con lástima, o que esté a tu lado ahora, intentando distraerte?
—Lo segundo, pero...
—Pues eso tienes que ser para tu padre. Tienes que estar para él cuando lo necesite, animarlo, distraerlo... Mirarlo como si se fuera a morir no cambiará nada.
Aprieta los labios, consciente de que tiene mucha razón. Sus ojos se abren al darse cuenta del tiempo que ha estado perdiendo.
—Oh, mierda... Debería estar pendiente de cuando tiene sesiones de quimio, no quiero perderme ni una. —Se levanta, buscando en todas direcciones hasta que localiza la ropa que han ido tirando por toda la habitación—. Siento irme así...
—No te preocupes, eso es más importante. —Revisa su móvil—. Y yo tengo turno a las ocho de la mañana, así que supongo que estaría bien que yo también empezara a moverme.
Asiente, algo distraído, mientras se pone los pantalones. Su corazón va acelerado por las prisas y por el nerviosismo. Lo que va a empezar a vivir es algo que le cambia la vida a mucha gente, y no sabe si está preparado para las consecuencias.
» Otra cosa. —Se gira hacia Agoney, que ya lleva la camisa de policía que tanto le pone—. Me alegro de que te tomes en serio lo de llamarme a mí antes de hacer una gilipollez ante una situación así.
Se le escapa una sonrisilla.
—Es que tus opciones son mucho más divertidas. —Coge toda la valentía que ha estado acumulando desde que empezaron a verse para dedicarle un beso corto, pero suficiente para dejarlo contento durante el resto del día—. Me tengo que ir. Desayunamos a la próxima. ¡Que te sea leve el día!
Abre la puerta y sale corriendo, haciendo que el policía apriete los labios para no sonreír. No se quiere ilusionar en ningún momento, pero puede notar una mejora en él.
Solo espera que sea real y no su mente jugándole malas pasadas, porque no sabe si puede soportarlo.
Raoul llega al hospital después de pasarse por casa y encontrársela vacía. Solo ha podido vislumbrar una nota en la que Manolo ha incluido las palabras «estoy en quimio, por si vuelves antes que yo. Estoy bien».
—Te has dado prisa. —Manolo lo recibe con la ceja alzada—. No llevo tanto tiempo aquí.
—Siento haber llegado tarde, se me ha ido completamente el santo al cielo. —Se sienta sin preguntar en la silla frente al lugar donde recibe su tratamiento—. ¿Cómo estás?
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En el improbable caso de una emergencia-RAGONEY
FanfictionTras una situación límite, Manolo, un sofisticado bombero de Madrid, decide llevarse a su hijo a Murcia, donde una tragedia ha sacudido una estación de bomberos. Allí, Raoul deberá lidiar con sus demonios internos, a la vez que encontrar equilibrio...