VI

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Una semana después, Ricky toca la puerta de Manolo, mientras en el gimnasio el resto de los bomberos entrenan y charlan con tranquilidad.

—Ah, pasa, ¿todo bien?

—Todo mejor. Solo quería avisar que ya está solucionado lo de su hijo.

—Me alegro, puede ser un auténtico impulsivo a veces. —Suspira, rascándose la frente—. Pero es de los mejores bomberos que conozco, y no lo digo solo por ser mi hijo.

—No lo dudo, señor... —Se lleva una mano a la nuca.

El capitán continúa escribiendo sobre el último incendio que tuvieron, para el informe que debe entregar. Pero acaba dejándolo a un lado al notar que su segundo no se ha marchado, sino que sigue observándolo, como si esperara algo de él.

—¿Ocurre algo?

—Eh... No se lo ha dicho aún, ¿verdad?

Manolo se lame los labios, gesto que su hijo ha heredado, y niega despacio, con gesto serio.

—No he encontrado el momento, y necesito que esté bien para cuando se entere. No puede pillarle mal.

—Con todo el respeto, capitán, pero no sabemos qué va a ser de usted en el futuro. Si de aquí a unos meses fallece, Raoul no debería enterarse en su lecho de muerte. Merece acompañarlo y procesar lo que pueda pasar con tiempo. Y si es porque recaiga en algo..., acabaría pasando si muere y no ha tenido tiempo de hacerse a la idea.

Traga saliva, algo culpable. No se había parado a pensar en ello, pero tiene razón, sobre todo en la parte de que Raoul podría volver a las drogas ante cualquier contratiempo, y eso incluye su muerte prematura. Con un nudo en el pecho, asiente. Va a tener que contárselo.

No le da mucho tiempo a pensarlo, pues la alarma comienza a sonar. Se levanta como expulsado por un resorte y Ricky lo sigue. Su equipo de bomberos ya ha bajado y se empiezan a colocar los trajes mientras suben.

Es Ricky quien conduce, así que tiene tiempo de ponerse al día. Parece ser que hay varios heridos y gente atrapada en un club de striptease masculinos.

—Con profesionalidad, por favor —dice al aire antes de entrar.

Raoul pone los ojos en blanco al darse cuenta de que va con él. ¿Qué concepto tiene de él? Eso sí, nada le impide echar un vistazo a alguno de los tíos que esperan para declarar ante la policía. Por desgracia para él, Agoney no está para hacer una coña con él.

—¿Qué se supone que ha pasado? —Manolo se acerca a una de las chicas, que está encajada a la diadema de otra chica. Forman un cuadro curioso, pero no será él quien lo señale en alto.

—Pues la subnormal esta intentó quitarme la diadema, que la gané limpiamente. Es mi puta despedida de soltera, tengo derechos, ¿me oyes?

—Sobre el pibón de ahí no.

Echan un vistazo a un tío que podría parecer modelo y que solo lleva unos calzoncillos string, que no dejan mucho a la imaginación. Es él quien habla con un policía en ese momento.

—A ver, vamos a tener que cortar —aparece Mamen en ese momento, con unas tijeras que le ha quitado a Nerea—. Lo siento por vuestros pelazos, pero os lo habéis buscado vosotras, reinas.

Mientras las chicas gimotean y se preparan para dejar de estar enganchadas, Aitana intenta ayudar donde puede. Tiene estudios de emergencias sanitarias, así que no le cuesta nada colaborar con los pocos paramédicos que ha traído Mamen.

Se agacha junto a una de las chicas, que no deja de quejarse con los ojos cerrados sin que nadie le preste mucha atención. Pega un respingo cuando le toca el brazo.

En el improbable caso de una emergencia-RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora