28. Mis dulces XII

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– Estación de Policía de Hillwood —

Los Shortman y Helga estaban esperando a Phil, finalmente tenían suficiente dinero para pagar su fianza. El anciano sonrió totalmente feliz, por fin estaba libre.

- ¡Papá! ¡Me alegro mucho de que vuelvas con nosotros! ¡Te extrañé mucho!

- ¡Oh sí, y por eso me dejaste aquí por 10 días! ¿eh?

- Papá lo siento. - Agregó Stella, mientras Miles frotaba su brazo, luego del leve empujón que le dio su padre. - Pero nos costó un poco conseguir algo de dinero.

- Está bien cariño, sabes que siempre das lo mejor de ti.

- Pero papá, yo...

- De todos modos, ¿alguien sabe algo sobre Pookie?

- No abuelo, sigue desaparecida.

- Un problema menos. Ven y déjame probar ese maravilloso jacuzzi de la rica segunda novia de Arnold. Estoy cansado.

- ¡Oye viejo! ¿Qué quieres decir con "segunda novia"?

Helga frunció el ceño y lo miró con molestia.

- Ay relájate señorita, sabes que eres mi favorita, aunque ya no tengas ni un centavo.

- ¡Abuelo! ¡Por fin eres libre!

- ¡Oskar! - Todos los presentes gritaron sorprendidos. Además de la abuela, después de que perdieron la casa, Oskar había desaparecido, hasta, bueno, ese día.

- Oh no... Te lo advierto, parásito, si quieres vivir, aléjate.

- Solo quería... disculparme... y darte el dinero que me dio el señor Kafka por tus cosas.

- Pues inútil, dámelo y vete. - El Shortman mayor extendió su mano esperando recibir el motín, pero para su sorpresa, aún estaba vacía. - ¿Y mi dinero?

- Bueno, quería dártelo, pero pensé que tenía que compensarte por lo que te hice...

- Sr. Kokoschka, por favor dígame que no apostó.

- Para ser honesto, sí... y yo... lo perdí...

- ¡Eres hombre muerto! - El anciano se lanzó contra el extranjero y cuando estaba a punto de golpearlo, un oficial lo tomó por los brazos.

- Lo siento Sr. Shortman, pero fue advertido, no más violencia. De vuelta a su celda. - El fornido oficial lo arrastró con él.

- ¡No, no de nuevo! ¡Quiero mi jacuzzi! - Se escucharon sus gritos alejándose lentamente.

- Papá, tenemos que pagar de nuevo, creo que todavía hay dinero.

- Espera cabeza de balón, dejémoslo un rato... Creo que necesita un poco más de tiempo para no pensar tanto en el dinero. - La rubia sonrió con picardía mientras su novio sonreía.

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– Calle de Hillwood –

Una calle tranquila fue testigo de la joven pareja, tomados de la mano y disfrutando de su tiempo secreto juntos, riéndose de los últimos eventos de sus vidas. A pesar de que estuvieron saliendo durante 6 meses, la chica del moño rosa a veces sentía que despertaría de ese hermoso sueño.

- Bueno Arnoldo, esta es la última línea. Tengo que ir a "mi casa".

- Sí, lo sé, pero es muy injusto, apenas tuvimos tiempo para hablar...

Hillwood Tales- LatinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora