8. El Efecto abuela

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– Tienda de localizadores de Bob - Domingo 7am –

Una torre de localizadores muy alta que estaba en el frente de la tienda, era reordenada por una preadolescente rubia enojada, que limpiaba y apilaba de nuevo.

- Odio los domingos, odio los inútiles localizadores, odio a Big Bob.... ¿Quién en el mundo está limpiando localizadores a las 7 am?

- Olga, ¿ya terminaste?

- Sí, Bob, ya. - Ella mintió. - ¿Puedo desayunar ahora?

- Oh claro, lo que sea.

- Eres tan encantador Bob. - Se puso de pie, luego puso el resto de los beepers en su lugar, cuando pudo escuchar el timbre de la puerta. - ¿Un cliente? ¿Quién es tan estúpido como para entrar aquí?

- ¡Hola, Helga! ¡Buenos días! - La saludó con una gran sonrisa soñadora.

- ¿Arnold? ¿Qué haces... ya sabes... aquí en domingo y tan temprano?

- Para ser honesto... - Avergonzado, se llevó la mano a la nuca. - Te extrañaba y... mis padres y yo queremos preguntarte si quieres, claro, ¿te gustaría desayunar con nosotros?

- ¿Desayunar.... contigo,.. y tu familia?- Ella siempre soñó con escuchar eso pero no podía creer que ahora sea una realidad.

- Solo si lo quieres, como te dije... lo siento, soy un desastre...

- Pero uno tan divertido, Ok Arnoldo, tendré que perder mi maravilloso desayuno aquí, pero ¡qué diablos, lo haré!

- ¡Genial! ¡Vamos! Mi papá preparó su famoso e impopular "pastel saludable de chocolate y garbanzos"... Sabe mejor de lo que suena... Lo prometo. - Levantó la mano a modo de juramento y ella se echó a reír, era tan lindo con ella.

- Está bien, un trato. Sólo dame un segundo. ¡Miriam, Bob, me voy!

- ¿Qué cariño? - Su mamá apareció del piso, al parecer había estado durmiendo allí desde anoche.

- ¡Dije que saldré, hasta luego!

- OK, cariño. - Se puso las gafas y trató de reconocer el lugar donde estaba.

- Vamos cabeza de balón, es hora.

- Está bien, Helga. Mmm ¿te puedo preguntar algo? - Salieron y comenzaron a caminar hacia la casa de huéspedes.

- Lo acabas de hacer hace un segundo.

- No, quiero decir, otras 2 preguntas.

- Me invitaste a desayunar, así que tal vez te dejaré, ¿qué tienes en esa gran cabeza tuya?

- ¿Sigues enojada por lo de anoche? Ya sabes... cuando mi familia y huéspedes hicieron esa vergonzosa cena romántica para nosotros.

- No te preocupes melenudo, entiendo lo que pasó y fue comida sabrosa gratis, así que no te preocupes, puedo dejarlo pasar.

- ¡Excelente! ¡Gracias! De todos modos, hablé con todos y aclaré nuestra "amistad".

- Pero nadie se lo creyó, te lo apuesto, no te preocupes... tu familia está... bien... supongo. Pero es mejor que el viejo no moleste al toro con sus bromas o no me detendré. - Dijo con falsa molestia que a Arnold le encantaba.

- Bueno mi dama aquí está, su palacio la está esperando. - La tomó de la mano y la ayudó a subir las escaleras, la puso detrás de él, abrió la puerta y todas las mascotas salieron corriendo. - Sígueme.

- ¡Oh cabeza de balón, basta! - se rió y entró, caminando hacia la cocina.

- ¡Mamá, papá, estamos aquí!

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