21. Una helada para recordar - El estrepitoso comienzo

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IMAGEN RECUPERADA, MATERIAL RESTABLECIDO:

– Sunset Arms - Habitación de Arnold —

Arnold y sus amigos estaban frente a la computadora, viendo algunos videos divertidos y "planificando su proyecto", cuando la puerta se abrió, sorprendiéndolos.

- ¡Gerald! ¡Phoebe te está buscando! Ella está muy enojada. - dijo Harold.

- ¡Qué! Oh maldita sea, ¿por qué? ¿Qué he hecho... o no?- El moreno se levantó y salió de la habitación.

- Wow, suena mal... Harold... ¿sabes si Helga también está enojada? Ya sabes... solo por preguntar... - Preguntó el cabeza de balón, temiendo por su vida.

- No te preocupes amigo, solo Phoebe estaba enojada... pero... ya sabes... tal vez debes estar enojado con Gerald, quiero decir, si yo fuera tú, lo estaría...

- ¿Enojado con Gerarld? ¿Por qué?

- Porque... ya sabes... la regla número uno sobre los mejores amigos.

- ¡Oh, lo sé! Comparte siempre tus dulces, ¿verdad?

- ¡Cállate Eugene! Los adultos están hablando, como sea... tal vez escuché algo importante sobre ti y tu supuesto mejor amigo.

- ¡Harold, por favor, ve al grano!

- Ok, ok, yo... Gerald te está engañando...

- ¿Qué? ¿De qué estás hablando?

- ¿Crees que realmente lo conoces?

- Claro, es mi mejor amigo desde siempre.

- ¡Pues olvídalo! ¿Sabías que tuvo una gran discusión con su hermano y a propósito no te lo dijo?

- ¿Qué? No es posible, siempre lo ayudo cuando tiene problemas. Tal vez quería ocuparse del asunto por su cuenta.

- ¡Oh no, no era un secreto, Phoebe y su nueva mejor amiga Madame Gruñona lo saben!

- ¿Solo lo habló con las chicas?! - El chico estaba totalmente conmocionado, incluso Eugene sintió que se le abría la boca por la sorpresa. - No entiendo... ¿Por qué no quería hablar conmigo?

- Les dijo que estaba cansado de tus consejos cursis y predecibles... lo siento Arnold, siento tu dolor por todo esto... ¿Puedes decirme cómo te sientes? Y girando un poco a tu derecha, quiero decir, a mi derecha.

El gordito guió a su compañero para que quedara en el mejor ángulo para Sid, que filmaba todo desde la claraboya.

- Me siento... enojado... Lo siento chicos... ¡ya vuelvo! - Si las miradas mataran, ambos invitados estarían fritos, el dueño de la habitación salió de la habitación totalmente molesto, dejando a Eugene perplejo y a Harold completamente satisfecho. De pronto sonó su celular, se alejó un poco del pelirrojo, quien en su asombro derramó el contenido de su taza sobre la computadora de Arnold, provocando unos sonidos eléctricos, un tanto peligrosos.

- ¿Lo tienes?

- ¡Afirmativo Harold, todo quedó grabado!

- ¡Perfecto! Ya puedo saborear todos los dulces que comeré con mi mitad del premio.

- ¡Y el dinero que te dio Arnold! - Sid sonrió triunfal desde afuera.

- ¡Oh rayos! ¡Olvidé pedir el soborno antes de la información!

- Harold, eres un tonto, no te preocupes, me infiltraré en la casa en un momento. Seguiremos filmando la historia.

- Cambio y fuera. - El chico de la gran ceja sonrió y colgó el teléfono.

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