El último disparo
Elaine
Hidden's está en la cima y la Tríada celebrará esta noche su victoria. El Dux mandó a matar al Papa, y no conforme con ello, le entregó al mundo un impostor como pontífice.En el centro de la capital eslovaca, el castillo Donnchadh emana esplendor. Llevo encerrada en mis aposentos desde la mañana, apenas he probado bocado. No me gusta este lugar. Me trae amargos recuerdos, siento que el aire llena mis pulmones de sangre al respirar.
—¿Dama? —golpea la puerta Nathan.
—Adelante —contesto desde la terraza.
El atardecer culminó y el viento baja sus temperaturas. Me cruzo de brazos y froto mi piel para proporcionarme calor.
Nathan se asoma a la terraza.
—Le traje algo para que se alimente —dice, enseñando la bandeja.
—No quiero nada, llévatelo.
—¿Qué le ocurre? —olvida la bandeja y se acerca—. Sabe que puede confiarme su inquietud. Sus secretos morirán conmigo.
Lo miro, deseando desahogarme.
Pienso en mi hermano. El ataque de Lorcan en Roma lo puso en la mira. Aleksanteri ordenó buscar al mercenario para cobrar su vida.
—Tengo pesadillas —confieso—. Llevo noches con el mismo sueño... Me veo en una... Una cama de sábanas blancas, hay sangre y una calavera seca en mis manos.
—¿Cree que es un presagio?
—Le tengo miedo a los presagios.
—Quédese tranquila —toma mi mano—. El destino es cambiante y somos nosotros quienes construimos el sendero a él. No atraiga angustias, nada malo ocurrirá.
La puerta de la habitación se abre y la silueta del Dux causa que el escolta se aparte.
Aleksanteri sale a la terraza, lo mira despectivo y le ordena que se vaya. El escolta obedece.
—¿Por qué no estás lista? —me pregunta.
—No quiero asistir a esa fiesta... —musito.
—¿Olvidas quién eres? —replica—. Prepárate, te quiero conmigo en la ceremonia.
Me dedica una mirada más, luego se va.
Pellizco mi cabeza, las punzadas volvieron. Voy al armario y elijo un vestido. Dejo mi cabello suelto y busco el arma en el velador, la aseguró en el cinturón de mi muslo. No le pongo tanto esmero a mi atuendo, ya que no tengo la voluntad de asistir a la ceremonia.
Bajo al atrio, encontrándome al hijo mayor del Dux. Con tan sólo siete años mira el cuadro de su padre con orgullo. Al igual que Aleksanteri, su hijo posee esa elegancia; su impronta y vestimenta es digna de un caballero.
—Buenos días, Kráľovná —inclina su cabeza al verme entrar al salón.
—Buenos días, Branko —me acerco—. ¿Contemplando el cuadro de tu padre?
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APARIENCIAS AVIESAS©
RomansaLIBRO II ~El Juego de las Apariencias; ambiciones y supremacías. Esas son las cartas sobre la mesa y cualquier jugada será letal. Elaine LaVey, agraviada por el sádico raptor proclamado como Dux, deberá asumir riesgos y prevalecer en furor, con tal...