Salto ciego

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3er regla y última: Corre antes de ser devorado

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El mejor día de mi vida, ya depende de uno como lo disfruta o lo relaciona para llamarlo así, en este caso para Narinder, su mejor día era como encontrar una moneda de oro entre pilas de basura.

Alfin hoy era el día más esperado por aquel gato terco, saldría a cruzada, nisiquiera su vasija se lo impediría, en sus adentros solo era una fiesta de pura serotonina.

Era muy extraño verlo tan feliz, tanto que hasta ni tener que madrugar le amargo ese carácter que a menudo lleva consigo.

Mientras el era pura felicidad en su interior, otros a esas mismas horas ya sentían una carga de preocupación sobre sus pequeños cuerpos, Narinder no estuvo solo desde la mañana.

Venía acompañado de la Lince y una gran maleta que mientras usaba de silla para esperar la llegada de esos trillizos chiflados, pero más que eso, casi en la entrada del culto varios grupos de adeptos estaban dándose ánimos entre ellos.

Familiares despidiéndose de la forma más adecuada de ellos porque no sabrían si jamás regresarían, entre estos, esa dulce parejita que había visto hace días uniéndose en matrimonio.

Esto si que parecía típica película donde el soldado se va a la guerra mientras deja a su mujer cuidando las crías, y talvez al final quedar viuda, quien sabe.

Ya le estaba afectando al felino su entusiasmo para ahora ver todo de manera tan cómica, demasiado cómica que la burla era más fuerte.

Parece que el cordero había decidido por programar la salida de sus misioneros el mismo día que el felino salía, un poco sospechoso le pareció.

Donde apenas el sol salía de aquellas montañas a la lejanía que lo solían tapar, Narinder solo se hacia de oídos sordos con su acompañante quien a cada minuto preguntaba de si no olvidaba algo.

Obviamente que le faltaría después de que la misma Lince le hubiera preparado ese gran maletín justo ayer en la noche.

Literal, el gato solo tenía pensado llevar lo básico como bayas, una cobija, su collar de plumas y agua.

Tampoco quería llevar demasiado pues alta pereza tener que cargar y luego terminar con fuerte dolor de hombros, bueno, así era antes.

Sin embargo, la Lince irrumpió esa noche y le estuvo llenando de más su mochila que termino siendo más una gran maleta.

Siendo honestos, ni Andra se creía eso de que estuviera lo suficientemente listo para ir a las afueras, confiaba en que el Líder le había enseñado lo suficiente para pulir sus habilidades.

Pero algo le hacía sentir que no encajaba bien, no tenía la palabra justa para referirse a ello, pero solo podía decir que Narinder era pues el mismo.

Almenos quería ofrecer su 70% donde termina en problemas y su 30% restante en dar su Fe al cordero de que si viviría para luego contarle su travesía.

Al cabo de unos minutos, casi siendo la hora, los trillizos habían llegado viendo a un Narinder con los ojos casi cansados, parece que lo habían hecho esperar mucho.

Justo los mismos que habían acordado con el gato de madrugar para llegar antes a su primer destino y resultaron poco puntuales.

Pero no eran los únicos, pues a la cima del portal se veía al cordero, dándoles un papel a cada adepto de lo que debían de buscar mientras con la mirada se aseguraba de que todos salieran con cuidado.

N[] €ontadø (Cult Of The Lamb)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora