Capítulo 5 - One chance

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Era domingo al mediodía cuando Oli pasó a buscarme por el apartamento y tomamos un autobús a Coronado

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Era domingo al mediodía cuando Oli pasó a buscarme por el apartamento y tomamos un autobús a Coronado. Estaba por comenzar un festival de música en la playa, y yo nunca me los perdía. Realmente me encantaban, aun cuando tenía la cabeza tan abrumada por recuerdos recientes. Había pasado todo el sábado pensando en el beso que le había estampado a Carter en el club la noche del viernes. No podía borrar la imagen de su cara de mis retinas. Todavía seguía firme en mi decisión de no contarles a Oli y a Josh acerca de eso. Era demasiado humillante; por eso agradecí que Josh estuviera trabajando, dado que él sabía leer a la perfección mis expresiones faciales y se habría dado cuenta de que algo extraño ocurría. Oli, por otra parte, solo buscaba emborracharse y divertirse; ni siquiera notó lo turbada que yo me mostraba de a ratos.

El día estaba hermoso, soleado y caluroso; un típico día en la zona. La playa ya se encontraba llena de gente cuando llegamos. El escenario estaba listo y no faltaba mucho para que la primera banda se presentara. De eso se trataba: varias bandas locales y de los alrededores demostrando su talento y entreteniendo gente, mientras los puestitos desparramados por ahí intentaban vender desde comida y bebidas hasta chucherías como pulseras, cadenitas y merchandising de las bandas que tocaban.

Amaba asistir a esos eventos en los que el único propósito de la gente era divertirse. El tiempo volaba y todos la estaban pasando de maravilla, incluyéndome a mí misma. Milagrosamente, la cantidad de chicos con los que hablé, bailé y me reí, y la cantidad considerable de seguidores nuevos en Instagram que me gané, bastaron para mantenerme al margen de todo lo que había ocurrido el viernes por la noche y que no había podido sacar de mi cabeza durante el sábado.

Sin embargo, mi tranquilidad no duró tanto como me habría gustado que durara. Hubiese deseado permanecer por más tiempo en ese lugar en el que, temporalmente, la razón de mis inquietudes y sobresaltos no existía, pero pese a lo eufórica y entretenida que me encontraba, fui capaz de reconocerlo entre toda aquella gente, de identificar su espalda, su cabello, su camiseta blanca sin mangas y sus bermudas negras, una combinación que ya le había visto usar en otras oportunidades, y también fui capaz de ver que estábamos a menos de quince metros de distancia.

Oli no tardó mucho en identificarlo.

—Ari, ¿no es Carter aquel muchacho de camiseta blanca y bermudas negras?

—Sí —contesté fingiendo sorpresa—. Creo que es él.

—¿Coincidiendo en el mismo lugar dos veces durante el mismo fin de semana? —canturreó Oli subiendo y bajando las cejas—. Qué casualidad, ¿no?

—Oli, él ni siquiera sabía que yo vendría —contesté esbozando una sonrisita—. Esta vez te aseguro que sí es una casualidad que ambos estemos aquí.

Mi amiga me estudió con cuidado, intentando enfocarme. Ninguno de los puestos vendía alcohol, pero, por supuesto, en esa clase de eventos nunca faltaban los que metían alguna botella de contrabando disfrazada de algo más, y Oli se había hecho amiga de unos chicos que la habían dejado beber quizá demasiado licor de melón y cerveza.

Sin Sin Sin© /// COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora