Capítulo 7 - Surprise, bitch

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Para el sábado ya podía sentirme mínimamente orgullosa de mí misma por haber pasado una noche entera sin llorar

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Para el sábado ya podía sentirme mínimamente orgullosa de mí misma por haber pasado una noche entera sin llorar. Fue un alivio ir a trabajar sabiendo que era el sábado libre de Oli, y no tener que lidiar con su insistente preocupación. Los últimos días habían sido de todo menos fáciles, y tanto Oli como Josh se habían lucido con todo el apoyo que me habían brindado, pero de a momentos sentía que me asfixiaban, y que se esforzaban demasiado en sacarme adelante en lugar de dejarme hacer el duelo primero, algo extremadamente necesario.

Mi estado de ánimo huraño era más que justificable: había pasado apenas una semana pero, a decir verdad, los días se sentían extremadamente largos y eternos. Sabía que había gente que tras vivir experiencias similares a la mía caían con mucha facilidad en un pozo depresivo del que les costaba horrores salir; pero puesto que yo había decidido que eso no me ocurriría a mí, me parecía que lo estaba sobrellevando mejor de lo esperado. Al menos me levantaba de la cama todas las mañanas, hacía mi trabajo como correspondía y hablaba por teléfono con mamá a diario. No se podía esperar mucho más que eso de una persona en mi situación.

Cualquier distracción era más que bienvenida, pero no imaginé que justamente la noche de sábado encontraría la mejor de todas. Hubo un par de golpes en mi puerta, un picaporte que se giró y tres chillidos que resonaron al mismo tiempo en el pasillo de mi piso.

¡Surprise, bitch! —exclamó Harper, citando a Emma Roberts en American Horror Story, pero en un tono mucho más entusiasta y con una sonrisa gigantesca pintada en su rostro.

—¡¿Qué están haciendo aquí?! —pregunté, abrazándola primero a ella y luego a Skylar, quien daba saltitos de la emoción—. ¿Cómo entraron al edificio?

—¿En qué mundo vives, Ariana-Tarada? ¡Ya estamos en verano! Las clases terminaron, llegaron las vacaciones, regresamos a la ciudad, y por supuesto que nuestra primera parada después de la casa de nuestros padres sería la cueva en la que apuesto que permaneciste encerrada toda la semana. Ah, por cierto, fue uno de tus vecinos guapos el que nos dejó entrar. Un adonis encantador, debo decir.

Mi sonrisa flaqueó al quedarme atascada en una parte específica de sus respuestas. Ellas habían estado al tanto de toda mi historia con Carter, desde el principio hasta el final. Ambas se percataron de mi reacción y me dedicaron sendas miradas cargadas de conmiseración. Me hice a un lado para dejarlas entrar y cerré la puerta.

Harper y Skylar eran las únicas amigas que conservaba de la escuela después de que la vida y el destino enviara a todos los de nuestro viejo grupo por distintos caminos, uno demasiado lejos del otro. Pero la distancia no era un problema para las hermanas Robinson y para mí: las dos se habían marchado a Nueva York para estudiar en Columbia, pero hablábamos casi todos los días en nuestro grupo de chat y ellas regresaban a la ciudad para los eventos más importantes, las vacaciones de invierno y de verano, y el receso de primavera.

Eran mellizas bastante distintas entre sí: Harper era rubia de ojos marrones, nariz ganchuda y labios gruesos, mientras que Skylar tenía cabello castaño, ojos azules, una nariz perfecta y una boca pequeñita. La primera era un poco más bajita y rechoncha que la otra, pero ambas venían sobrellevando bastante bien el no siempre positivo cambio físico que atravesamos casi todos cuando salimos de la escuela y somos apaleados por el mundo real.

Sin Sin Sin© /// COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora