Capítulo 32 - Call it what you want (Parte 1)

30 3 0
                                    

El aire fresco me dio de lleno en el rostro y alborotó mi cabello mientras me colocaba los patines para ir al trabajo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El aire fresco me dio de lleno en el rostro y alborotó mi cabello mientras me colocaba los patines para ir al trabajo.

Era viernes y yo siempre había sido el bicho raro que amaba las mañanas tempranas. Tenían un no-se-qué, venían cargadas de algo extraño que me revitalizaba y me llenaba de energía; más aún en esa época del año. Enero era el mes más fresco y lluvioso en San Diego y yo no podía dejar de amar aquel clima, incluso a pesar del momento de mi vida que me encontraba atravesando.

El jueves de la semana anterior había despertado bajo un cielo oscuro y una llovizna fría que arremetía suavemente contra los vidrios de las ventanas, en una cama vacía, sin rastros de que alguien más que yo hubiera pasado la noche en ella. Una sola respiración se oía entre las paredes de la habitación, un solo corazón latía allí adentro.

Y entonces, de repente, el silencio que me envolvía dejó de ser agresivo, las cosas a mi alrededor dejaron de cernirse amenazadoramente sobre mí y el aire que respiraba perdió parte de su pesadez.

Habían acabado. Cada uno de los secretos, las mentiras, los ocultamientos... habían llegado a su fin, dejando en mi boca un sabor agridulce, la serenidad de un alma tranquila y el dolor de un corazón roto, pese a todo.

Me sentí como un robot programado por alguna fuerza superior a medida que me levantaba y me preparaba para ir al trabajo mientras buscaba algo para desayunar. Las alacenas estaban casi vacías; mis comidas consistían en «picotear» lo poco que encontraba. Tenía el estómago cerrado, pero esa sensación no se comparaba en nada a la del dulce vacío que se había instalado en mi pecho. Se trataba de ese vacío que se disfrutaba, el que significaba libertad.

Había perdido lo que más había querido en la vida, sí... Pero ese era el precio a pagar para liberar a dos personas de la culpa que habían venido cargando sobre sus espaldas durante más tiempo del que cualquiera podría soportar sin volverse loco.

Si perder a Carter y ver destruido todo aquello que habíamos levantado juntos significaba que Eli y yo finalmente podríamos estar en paz con nosotros mismos, entonces el final de esta historia no era tan terrible como había pintado ser. Y cualquiera fuera el rumbo que tomara la nueva que comenzaría a escribir, estaba lista para enfrentarlo. Caminaría; sin importar si avanzaba a los tropezones, si las heridas escocían y el corazón lloraba: llegaría el día en que eso se acabaría y lo que ahora se sentía como una nube negra de recuerdos lacerantes que me acompañarían para siempre, terminarían convirtiéndose en anécdotas de los mejores momentos y en algunas cicatrices que arderían y palpitarían de tanto en tanto.

—Hey, te ves bien —me había comentado Oli aquella mañana de jueves, observándome con una mezcla de sorpresa y felicidad cuando nos encontramos en los vestuarios del local—. ¿Pudiste dormir anoche?

—Más y mejor que en una semana —le respondí dedicándole una pequeña sonrisa.

—¿El motivo? —fisgoneó mi amiga subiendo y bajando las cejas.

Sin Sin Sin© /// COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora