𝖢𝗈𝗉𝗈 𝖣𝖾 𝖭𝗂𝖾𝗏𝖾 | Muchos anhelan la inmortalidad pensando que es algo interesante, no para Lilian. No cuando se siente sola.
Y es precisamente por este sentimiento que deja todo en su país y acude a atender la llamada de Charlie, teniendo...
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Mi historia
Lilian
Respiré hondo ignorando los susurros de los estudiantes y caminé hacia la oficina. Entré y vi a una mujer de unos 40 años leyendo un libro.
—Buenos días. — Ella me miró rápidamente y luego me dio una sonrisa amable.
—Buenos dias querida. ¿Te puedo ayudar en algo?
—Soy Lilian Martin. — Asintió entendiendo y comenzó a jugar con la computadora, imprimiendo varias hojas.
—Sheriff Swan dijo que vendría. Solo firme aquí y aquí — señaló. —¿Tiene tus transcripciones?
Firmé donde tenía que hacerlo y luego la miré a los ojos.
—Estoy segura de que está todo allí.
Parpadeó para salir del trance de la hipnosis y luego volvió a mirar la carpeta de archivos.
—Lo siento cariño, sí está aquí — guardó la carpeta e imprimió dos hojas más — Aquí están tus horarios y aquí está la lista para que los maestros firmen y la llave de tu casillero. Ten una buena clase.
—Gracias.
Caminé de regreso al estacionamiento, viendo que faltaban unos minutos para que comenzaran las clases. Aún molesta busqué a Isabella, ya que ella era la única persona que conocía allí, y la encontré con los Cullen.
Suspiré pensando si acercarme o no. Con pasos vacilantes caminé hacia ellos.
—Buenos días. — los saludé en cuanto estuve frente a ellos.
—Buenos días — respondieron a la vez y entonces mi mirada recayó en el rubio que ya me miraba.
Todos estaban en silencio, mirando entre nosotros dos. Ante su mirada sentí mis mejillas arder así que me di la vuelta haciendo que mi cabello cayera hacia un lado cubriendo parte de mi rostro mientras trataba de calmar mi corazón emocional. Cielos y fue sólo una mirada.
—¿Cómo estuvo tu noche Edward? — bromeé después de recuperarme de mi repentina timidez. —Me imagino que fue bastante emocionante.
—Lily. — regaño Isabella.
—¿Qué? Estoy curiosa.
—Me agradas. — Emmett con la misma sonrisa que la mía— Pero si quieres saber un secreto. —fingió susurrar poniendo su enorme brazo alrededor de mis hombros— Llegó a casa hechando humo por las orejas.
