Capítulo diecisiete: hermana

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Aragorn y Arwen se disculparon, se sentían muy mal de que el villano hubiese huido, pero aparte de la tristeza en la que estaban, la ventisca y el desorden de la batalla habían hecho que todos se refugiasen y se apretaran al suelo. Nienor solo miraba las ataduras rotas, ya al rato dijo:
-Mejor así: que desde su castillo se defienda, para que nadie pueda echarme en cara que lo mate. -Légolas se retiró hacia Elemmire y Merenwen se acercó a Uiniendil.
-Uiniendil-le dijo mientras caminaba hacia él -tú sabes que tengo muy buen oído... No lo puedo evitar ya que la voz está en el aire... No quiero que me veas como una especie de espía pero tus palabras con Légolas han sido realmente bonitas y veo que eres muy sabio después de todo.
-Si pero aún hay cosas que tengo que descubrir y que tengo que vivir en mi propia piel, si no pronto ya no sabré qué responder... -dijo Uiniendil con una sonrisa. Merenwen sonrió.
-Sé a qué te refieres, al tema del amor. Has vivido mucho en soledad, pero quizá pronto se acabe... -dijo ella misteriosamente, de repente Uiniendil notó que el aire olía a flores aunque no hubiera ninguna a kilómetros. El olor era dulce. Uiniendil la miró fijamente. -Es un regalo para ti -dijo Merenwen-. Es un poco del aroma de las flores de los prados cerca de Lothlórien.

Merenwen buscó a Kinalath para decirle:
-Kinalath, necesito preguntarte algo muy serio, ¿tú deseas realmente volver a ver a Kariah? -Él reaccionó inmediatamente.
-¿Cómo? ¿Qué sabes tú de ella? ¿Acaso sabes dónde encontrarla?
-Sí, podría hacerlo, pero necesito saber si realmente es tu deseo volver a verla.
-Claro que lo deseo, ¿sabes cuanto tiempo he pasado tratando de descubrir qué le pasó? Y también reprochándome por el hecho de saber que si yo hubiera estado con ella tal vez no hubiera desaparecido, ¿qué sabes? Dímelo por favor.
-Tranquilo, si sé dónde podemos encontrarla, pero debemos hacer las cosas con calma. Antes que nada, debo decirte que ella no es la misma a la que tú conociste, tal vez las cosas hayan cambiado tanto que no quiera verte, o tú no quieras verla a ella. Tendré que hablarle primero aunque por el momento no creo que pueda, pues tendría que alejarme por un día y no considero prudente hacerlo en medio de la misión.
-Por favor, Merenwen, dime ¿por qué me dices todo esto? ¿Qué es lo que pasó con ella? ¿Cómo es que tú la conoces? ¿Por qué no querría verme?
-Calma Kinalath, sé que tienes muchas dudas, pero no puedo responder a todas tus preguntas, al menos no por ahora. Por el momento solo te puedo decir que la conozco por ser hija del aire y lo que le sucedió sería mejor que ella te lo contara. Paciencia, solo trato de darte una esperanza porque me he enterado que gran parte de tu sufrimiento es a causa de su desaparición, pero puedes estar seguro que todo se sabrá a su debido tiempo.
Uiniendil, que llegó en esos momentos y había escuchado les dijo:
-Kinalath, sé que debes de estar desesperado. Después de tantos años por fin tienes noticias de Kariah, y lo único que te piden es que esperes.
-Así es, en este mismo momento no puedo pensar en otra cosa que no sea ella, y no me explico porque no puedo saber ahora qué es lo que sucede.
-¡Ay Uiniendil! Creo que cometí un error al decírselo-dijo Merenwen.
-No, no has cometido ningún error, él tiene derecho a saberlo. Sin embargo, en este reencuentro intervendrían dos personas y Kariah también tiene derecho a opinar.
-Lo sé, pero tal vez debí esperar un poco más para decírselo. Perdóname Kinalath, te he alterado. Debí ser más consciente y esperar al fin de esta misión.
-No tienes que pedirme perdón, al contrario, te lo agradezco. Me has dado una esperanza después de tantos años, gracias a ambos, les prometo que tendré paciencia.
Uiniendil les dijo:
-Pues en vista de los acontecimientos, creo que marcharemos hacia el castillo de Morhair, y no sé cuantas jornadas nos llevaremos. Creo incluso Merenwen, que tendrás tiempo de ir con Kariah y volver, si queréis podemos consultarlo con todos.
Así se dirigieron a donde se encontraban todos los demás, quienes estuvieron de acuerdo, ya que les llevaría varias jornadas el camino al castillo de Morhair, y todos se alegraron por Kinalath, quien paseaba nervioso de un lado a otro, mientras Merenwen se marchaba. Légolas en verdad intentaba acercarse a Kinalath, y en cuanto tuvo la oportunidad fue hacia él.
-Kinalath, ya se que tu y yo no hemos empezado bien, y lamento lo que ocurrió, solo te pido que trates de comprenderme, mi amor por Elemmire me cegó.
-No te preocupes Légolas, todo queda olvidado, cada quien teníamos una razón para comportarnos de la forma en que lo hicimos, me alegro de que ya estéis juntos.
-Sé porque lo hizo y le concedo la razón. Tú confiaste en ella y le contaste sobre tu vida, era algo personal y no tenia porque divulgarlo, ni tú lo haces.
-Gracias por respetar eso, y créeme, realmente no es nada del otro mundo, solo que me he acostumbrado a no hablar de mí.
-Elemmire no me ha contado nada, y si algún día llego a saberlo será por tí y por nadie más.
-Entonces me gustaría que lo escucharas ahora, si es que lo deseas. No es otra cosa que la historia de mi vida-y comenzó a hablar sin esperar la respuesta de Légolas. -Empezaré por mis padres, ellos descendían de una casta de nobles elfos de Doriath. Eran muy jóvenes cuando ocurrió la caída de Morgoth, y pensaron así que habían sobrevivido a lo más terrible que podía llegar a suceder en la Tierra Media, entonces solo se oían rumores del anillo único y de la aparición de los Istaris en la Tierra Media. En esas condiciones venimos al mundo primero yo y después mi hermana Kariah, cuando llegamos a la adolescencia, mataron a nuestros padres en una emboscada, iban camino a Imaldris, y los orcos que se estaban reagrupando para servir a Sauron acabaron con ellos y con su escolta. Así fue como Kariah y yo quedamos solos en el mundo, y juré que siempre la protegería, pero me dediqué a otras cosas en vez de estar siempre a su lado. Una tarde, ella desapareció mientras daba un paseo por el bosque, la buscamos entre todos por mucho tiempo, pero nunca encontramos siquiera una pista. Entonces la culpa se apoderó de mí y ya nada me importó. He vagado por toda la Tierra Media un poco con el pretexto de buscarla. Lo más cercano a una pista me la dieron unos numenoreanos, tal vez había sido secuestrada por un mago, como ocurrió con varias doncellas de su aldea. Nunca volví a vivir mucho tiempo en algún lugar, y cuando me marchaba, no me importaba lo que dejaba atrás, me volví nulo a cualquier tipo de sentimiento, y si alguna vez hice daño a alguien no fue con intención. Tal vez por eso tenga esa fama, siempre huía cuando sospechaba que alguien se empezaba a encariñar conmigo. No te imaginas lo que es vivir tantos años en la incertidumbre de saber qué le pasó a tu hermana, y llevando a cuestas el sentimiento de culpabilidad. Y os conocí a vosotros, observaba siempre lo unidos que estaban y el cariño que os teníais y cuando Elemmire empezó a acercarse a mí, me recordó a Kariah, con su misma dulzura y su alegría. Ella trató de consolarme cuando se lo conté, es la primera vez que me permitía este sentimiento y mira en lo que paró, volví a hacer daño. Pero, ¿sabes Légolas? Cuando yo le contaba de mis andanzas , ella empezaba a hablarme de todos vosotros, de lo bonito que es tener amigos y estar juntos en las buenas y en las malas. Pero cuando me hablaba de tí, tan solo al mencionar tu nombre, su mirada cambiaba de inmediato, en ella se reflejaba el gran amor que te tiene, y yo solo podía pensar, "Tal vez Kariah también estaría enamorada y la tendría frente a mí hablándome de eso ahora". Así es que imaginarás cómo me siento en estos momentos, el solo saber que existe una posibilidad de volver a verla me vuelve loco.
-No tienes porque atormentarte Kinalath, al menos como dices ahora hay una esperanza, la historia con mi hermano es muy parecida a la tuya, y creéme, la recompensa es grande, además, pase lo que pase, cuentas con todos nosotros. Me siento halagado que hayas hablado de todo esto conmigo, eso cuenta mucho para mí.
-Me inspiras confianza Légolas y tal vez sea hora de que deje de vagar de un lado a otro.
-Entonces, estás en el mejor lugar, puedo decirte que en todos nosotros encontrarás a los mejores amigos.
-Qué ternura-sonó la fría voz de Nienor, y Kinalath la encaró, molesto.
-Nadie te pidió que escucharas mi conversación con Légolas, eres una entrometida, una...
-Cállate de una vez; de verdad me conmovió tu historia. -Kinalath se quedó pasmado.
-Yo también tengo sentimientos, aunque no me guste andar exhibiendolos por el mundo. Y tengo motivos para pensar que tu hermana fue víctima de ese mago azul que me resucitó... Ojalá arda en el infierno... Alatar, por supuesto, como me contó Endereth que había jurado hacerlo... Yo también tuve una vez dos hermanos, pero ellos murieron ante mis ojos... Créeme: es mejor tener una esperanza, aunque sea desgarradora, que una certeza tan fría.
Nienor se volvió y siguió caminando, y Kinalath y Légolas y todo el que la oyó se asombró de haberla visto decir más de diez palabras seguidas, y todas amables.
Por la noche acamparon, y Kinalath se quedó de guardia: no podía dormir por la excitación de que quizá pronto viese a su hermana... A su querida Kariah. Pero la noche entera pasó sin ninguna nueva, y al día siguiente continuaron su marcha, de prisa, porque al fin y al cabo Merenwen sabía a dónde iban... Pero cuando otra noche pasó y ella seguía sin aparecer sus amigos comenzaron a preocuparse. Nienor tenía una pequeña sospecha; quizá Morahir tenía algo que ver, así que fue a consultar a Uiniendil.
-¿Podrías ver que le ha pasado a esta chica?
-No estoy muy seguro: verás, el don de la adivinación que me fue concedido se presenta espontáneamente, no por invocación... Ahí, en el límite entre los mundos, tenía más facilidad para verlo, pero aquí y ahora... No estoy seguro...
-¿Podemos intentarlo?
-Sí-respondió Uiniendil y avisaron a los demás que se reuniesen para formar un círculo meditativo, para así ayudar a Uiniendil a visualizar el futuro.
-Vamos: despejad vuestra mente de cualquier pensamiento, dejadla en blanco-les decía Nienor-concentraos en sentir el latido de su corazón, o vuestra respiración, sin pensar... Bien... No atendáis al mundo, solo sentid...
Sintiéndose un poco extraño, como todos excepto Uiniendil, Nienor y Endereth, Faramir comenzó a despejar su mente, lo más difícil era borrar el rostro de su amada Asphil. La comunidad entera meditaba, silenciosa, y un aura muy clara salía de ella, y seres malvados los veían. Arrojándose sobre ellos, las criaturas de la noche, algo con alas, le pareció a Ithlaiä cuando abrió los ojos en la oscuridad, que se llevaban por los aires a tres bultos...
-¡Faramir, Faramir! -gritó Asphil.
Faramir cayó al suelo y tenía la vista borrosa, había pasado todo muy rápido. Faramir se tocó al dolorosa cabeza y después vió que unos pies que iban con zapatos negros de piel y los bajos de una capa negra se acercaron hacia él. Faramir miró hacia arriba y lo que vió lo dejó sin habla. Se trataba de una vampira ya que tenía un la piel muy blanca, los ojos muy pintados de negro y los colmillos salían ligeramente de su boca. Dos vampiros más se acercaron a él sin decir nada. La vampira que tenía unos extraños ojos amarillos que la hacían muy agresiva se dirigió a él mientras se quitaba la capucha que le cubría la cabeza. Tenía el cabello negro y suelto:
-Insensatos han sido tus amigos al no protegerte, un ser de tan pura sangre... Es muy codiciado en nuestro mundo... -dijo con voz sensual mientras le levantaba suavemente la barbilla-¡Esta noche beberemos sangre pura, nos saciaremos! ¡Muahahahahaahaha! -rió la vampira con crueldad. Faramir no sabía qué hacer, estaba paralizado, no podía moverse porque estaba rodeado por tres vampiros.
-En cuanto la luna llena haya salido de detrás de las nubes, comenzará el festín amigos míos... -les dijo a los otros dos. Faramir miró al cielo. Una nube densa cubría la luna, pero le quedaba solo 2 minutos de vida... Después se saciarían con su sangre o él se convertiría en vampiro. No podía soportar la idea de hacer daño a Asphil... Asphil... Pensó en ella, en todo lo que habían vivido juntos... Un rayo de luna asomó de entre la luna, Faramir miró con terror a los vampiros, estos lo miraron con apetito pero miraron de repente a otro lado. Asphil corría hacia los vampiros gritando:
-¡Dejad a Faramir! -paró en seco y empezó a disparar a los vampiros con fiereza. Derribó a uno gracias a que la flecha atravesó su corazón. Después apareció la comunidad de la vara entera que empezaron a atacar junto a Asphil. Derribaron a otro más que cayó del cielo y que quería escapar. Aragorn lo remató en el suelo con Andúril pero no consiguieron derribar a la vampira, que escapó herida y gritando de rabia.
-¡Faramir, Faramir! ¿Estás bien? -le dijo Asphil mientras corría hacia él. Lo abrazó.
-Oh Asphil, por un momento creí que iba a morir... Gracias mi amor, te quiero... -dijo y de repente la besó como si no lo fuera hacer nunca más.
Todos los miraron contentos de verlos de nuevo juntos.
-¿Quién era esa?
-Era una vampira, nunca la había visto-contestó Faramir-pero quizá es amiga de Morhair...
-Podría ser, es un elfo malo, las fuerzas malignas estarán en su favor-dijo Ithlaiä.
-Dijo que mi sangre era muy codiciada en el mundo de los vampiros.
-Tiene razón -para sorpresa de todos habló Sayah-yo tengo muchos conocimientos sobre vampiros por una experiencia personal... Y lo que más anhelan es la sangre de gente buena como tú, Faramir. Para ellos es la que sabe mejor...
-Deberíamos abrir más los ojos-dijo Aragorn-este lugar no me inspira confianza... -Aragorn continuó diciéndoles-Una cosa sí es clara, este ataque a Faramir no ha sido casualidad. Llegaron directamente para llevárselo a él, estoy seguro que Morhair ya sabe que él será el portador de la vara, debemos tener más cuidado, tratar de no separarnos demasiado del grupo, de ahora en adelante viajaremos más ordenados, si él creé que puede vencernos se equivoca estaremos más unidos que nunca.
Todos estaban planeando y dando ideas de la forma en que continuarían con su camino cuando oyeron que Kinalath gritó:
-¡MERENWEN! -Vieron como corría hacia ella y le preguntaba-Dime por favor, ¿qué ha sucedido? ¿La has encontrado?
Ella venía caminando tranquilamente por el sendero, y le contestó:
-Si, la encontré, y estuve hablando largo rato con ella Kinalath, también ella te extraña. pero debes saber algo.
-Dímelo por favor, lo que sea.
-Ella es diferente a nosotros, y teme que la rechacen, por eso ha permanecido lejos todo este tiempo, incluso de tí.
-No sé a qué llamas diferente y ¿cómo podría yo rechazarla, si es mi hermana? Pero entonces... ¿Eso quiere decir que se negó a verme? ¿Ella está bien?
Todos guardaban silencio y observaban lo que sucedía, también querían saber.
-No Kinalath, ella sí accedió a verte.
-¿Cuándo, dónde? Iré inmediatamente, si me dices donde encontrarla.
-Aquí mismo, ella viene conmigo, por eso me he tardado más de lo que pensaba, ¡Kariah, puedes salir!
El corazón da Kinalath latía como loco, sentía que se le iba a salir del pecho, cuando de unos metros atrás, detrás de unos árboles, salía una hermosa joven, tan hermosa como Kinalath, y tenía una mirada muy triste. De su espalda salían unas bellas alas que parecían las de un águila,y la hacían verse majestuosa, aunque muy joven, insegura caminó unos pasos y se quedó ahí, sin decir palabra.Entonces Kinalath reaccionó y corrió a abrazarla, con los ojos llenos de lágrimas:
-¡Kariah! ¡Mi pequeña, te he extrañado tanto!
Solo unos segundos bastaron para que ella también soltara el llanto y le devolviera cariñosa el abrazo. Todos seguían observando, nadie se atrevía a decir palabra, solo miraban conmovidos la escena, sabían que estaban invadiendo su intimidad, pero es que les daba tanto gusto por ambos. Uindioniel se acercó a ellos con su característica sonrisa y les dijo:
-Kariah, te damos la Bienvenida a esta compañía y sé que hablo por todos, pero por el momento, los dejamos solos, porque han de tener mucho de qué hablar y de momento no se preocupen por nada, nosotros estaremos vigilando.
- Cuando se quedaron solos Kinalath continuó,- ¡Kariah, mi niña! ¿Dónde has estado todo este tiempo?, ¿estás bien?
-Kinalath, antes de que digas cualquier cosa, dime, ¿no me rechazas por esto? -dijo señalando sus alas-Sé que lo has notado, y quiero saber que sientes al respecto.
-Yo lo único que siento en este momento, es una enorme alegría en mi corazón. ¡Estás aquí, conmigo! Después de tantos años, solo veo que estás preciosa, y sí noté tus hermosas alas, me parece que la pregunta tendría que ser, ¿qué sientes tú al respecto?
-¡Hermosas alas dijiste! Ya no soy como antes Kinalath. ¡Mírame! Soy mitad elfa y mitad águila, eso no es normal.
-El hecho de ser diferente no necesariamente es malo. En cuanto conozcas a todos los que estamos reunidos aquí te darás cuenta, aparte está el hecho de yo te querría como fueras, eres mi hermana y te quiero así o cómo sea, ¿acaso tú dejaste de quererme a mí?
-¡No, nunca!
-Ves, ese es tú poder, y yo también tengo uno, pero no hablemos ahora de mí. Cuéntame, ¿qué te sucedió? ¿Por qué odias tanto tu apariencia?
-La odio por lo que representa, por los recuerdos que van siempre conmigo, porque he sufrido rechazos por ella. Cuando la gente me veía, muchos echaban a correr asustados, pensando que era un ser maligno -Él la tomó de ambas manos y siguió hablándole con dulzura:
-No pareces un ser maligno, más bien pareces un ángel y no debes preocuparte por unos cuantos. Muchos tienden a formarse en ideas equivocadas, lo han hecho bastante conmigo, pero no me he molestado en tratar de aclarar las cosas.
-Kinalath, te he echado tanto de menos, muchas veces pensé en volver, pero no soportaría que sufrieras al verme así, por eso permanecí siempre escondida entre las montañas.
-Kariah, he sufrido más de lo que te imaginas, pero por no saber de tí. Nunca pudimos averiguar lo que te pasó, te buscamos por todos lados, y todo este tiempo me he sentido tan culpable por no haber estado contigo.
-¡NO! No lo pienses ni por un instante. fue mejor que no hubieras estado ahí, si no a tí también te hubieran hecho daño y eso sí que no lo hubiera podido soportar.
-Algo podría haber hecho.
-No contra él, al menos no tú solo.
-¿Contra quién? ¿Quién fue el culpable de tus sufrimientos? Dímelo Kariah, ¿quién te separó de mi lado?
-Fue Alatar, un maldito mago. Era muy poderoso. Me eligió al azar porque necesitaba a alguien para hacer un experimento. Al principio pensé que podría convencerlo de que me dejara en libertad, pero poco a poco me convencí de que nunca lo lograría. Una vez me amenazó con que si intentaba huir, haría daño a quien yo más quería, y sé que lo hubiera hecho, te hubiera buscado para matarte. Por eso obedecí dócilmente, o al menos eso le hice creer. Pasó mucho tiempo y mientras él seguía con sus conjuros y sus pócimas, yo solo planeaba cómo escapar, me dedicaba a investigar y observar todo lo que podía. Aprendí mucho de él, porque no sabía que yo siempre lo observaba, y un día, decidí que era el momento justo para escapar. Usé uno de sus propios conjuros y le robé una fórmula muy importante, solo logré atontarlo, pero fue suficiente para poder huir, no sin antes decirle que si algún día trataba de hacernos daño, usaría esa fórmula contra él mismo. Me alejé de ahí volando, sin querer él me había dado un arma, pero de haber permanecido ahí más tiempo, hubiera seguido experimentando, y quien sabe en que me hubiera convertido. Sabes, en ocasiones yo pienso que él pudo haberme detenido, pero no lo hizo porque le agradó el hecho de que yo hubiera aprendido tanto. En esos últimos instantes que lo vi, había una sonrisa burlona en sus labios, tal vez pensó que ya me había contagiado de suficiente maldad. Durante mucho tiempo estuve ocultándome, porque tenía miedo de que el me persiguiera y me volviera a llevar, pero poco a poco se me fue quitando, y no lo he vuelto a ver. He escuchado rumores de que él murió, pero no puedo estar segura.
-Kariah, cuanto has sufrido, pero ahora puedes estar más tranquila, porque realmente él ha muerto. Después te contaré cómo sucedió, me lo han contado los chicos de la comunidad, y solo quiero que ahora te sientas segura, ya estás aquí conmigo, con nosotros.
-¡Kinalath, te quiero tanto! Pensé que no volvería a verte de nuevo.
-Pero estamos juntos nuevamente, ¡y ahora mi hermoso ángel! Vamos con todos los demás, quiero presentarte formalmente, hace un rato con la alegría de verte se me olvidó hacerlo.
-Pero Kinalath, tú lo has dicho, eres mi hermano, yo... No estoy segura de que ellos me acepten y...
-No pienses eso, te pido que los conozcas, ellos han estado dándome ánimos desde que la esperanza de encontrarte renació en mí.
Kariah aceptó y ambos se dirigieron hacia donde estaban los demás, ella estaba un poco nerviosa, pero antes de que llegaran, corrieron y empezaron a abrazarlos a ambos. Los felicitaban por estar reunidos nuevamente y por un rato, todo fue risas y algarabía. Así es que poco a poco, Kariah se sintió mejor, nunca se había sentido tan bienvenida en algún sitio, la pusieron al corriente de todo lo que había sucedido con Alatar, de cuál era el objetivo de la compañía e incluso de lo que sucedió momentos antes de que ella llegara. Ella se acercó a Faramir y le dijo:
-Es para mi un honor conocer al que será el portador de la vara, eres un ser sumamente especial, y os pido a Asphil y a ti, que me permitáis acompañaros, porque si en algo puedo ayudar a protegerte, lo haré junto con ella.
-Gracias y no soy tan especial. Al contrario, no me gusta mucho el hecho de que dos chicas tengan que cuidarme, aunque ambas son muy bellas, y eso me halaga, pero tendría que ser al revés.
-No, mi amor, no me quites esa oportunidad, -protestó Asphil-siempre ha sido así. Tú siempre me cuidas, por fin puedo hacer yo algo por ti y me gustaría que Kariah nos ayudara, yo se que tu fortaleza nos ayudará, pero recuerda que por ahora tendrás que dejarte consentir, no quiero a una maldita vampira rondando por aquí de nuevo.
-Vaya, quién lo diría. Ahora mi vida pertenece por partida doble a la mujer más bella de la Tierra Media. Una porque yo se la entregué y otra porque ella la salvó, dime amor, ¿quién puede tener más suerte que yo?
Mientras los demás sonreían, Elemmire y Légolas, que estaban junto a Kinalath, le decían cuán contentos estaban por él.
-Ahora, Kinalath, espero que continuéis ambos con nosotros, no solo por la misión, sino como amigos. Ambos hemos encontrado a nuestros hermanos, y ahora, no debemos pensar en todo el tiempo perdido, sino en lo que hay que recuperar.
-Gracias Légolas, eso es lo que haré, y ahora si me lo permites, quisiera darle un abrazo a Elemmire, porque ella fue la que hizo que abriera mi corazón y así se inició todo esto.
Así es cómo Kinalath le dió un abrazo y después uno a Légolas, y siguió todo en un ambiente tranquilo, por la mañana, partirían de nuevo en pos del castillo.
-Me decía que era tan bella que el cielo se había enamorado de ella y un ángel mismo le había venido a buscar ese día en que enfermó-le relataba Faramir a Asphil mientras la comunidad hacía un pequeño alto y todos reían mientras podían. Faramir se encontraba recostado en las rodillas de la dama mientras ambos observaban las estrellas y el joven capitán le relataba una de las tantas explicaciones que Boromir le hubiera dado sobre la muerte de su madre Findullias.
-Qué bello relato, Boromir lo negaba pero sí era un poeta-le sonrió Asphil.
-¿Cómo estará tu hijo?
-¿Artamir? Confío en que bien, Celebrían le cuida, además, no ha de extrañarme-le contestó Asphil desviando la mirada.
-Seguro que sí, algún día has de presentármelo. Quiero verlo, quiero ver la imagen de mi hermano... -le dijo Faramir algo cansado debido a las aventuras recientes.
-Descansa caballero-le dijo la dama acariciándole los cabellos-es difícil ser un alma muy pura en un mundo tan sombrío.
Y Faramir se durmió en el regazo de Asphil mientras que los demás discutían sobre esos seres, esos vampiros, nunca antes les habían visto por lo que representaban un peligro nuevo para ellos...

Kinalath se acercó a Merenwen.
-Gracias por haber traído a mi hermana de vuelta... No sé que me hubiera ocurrido si no la hubiese vuelto a ver.
-Kinalath, créeme hubieras seguido viviendo aunque desgraciado y solo... Muchos de nosotros hemos perdido a personas amadas... Nienor perdió a sus hermanos ante sus ojos, Sayah nunca tuvo a su verdadera madre consigo, Asphil y Faramir perdieron a Boromir, Ithlaiä a sus padres y yo perdí a una persona a la que amé mucho hace mucho tiempo...
-Tus palabras son tristes al igual que tu rostro... Te comprendo... -Kinalath la abrazó.
-Gracias... De verdad necesitaba el abrazo de alguien -dijo Merenwen con tristeza en su voz, pero no lloraba.
-Cuenta con mi hermana y conmigo para lo que sea.
-Gracias.

Entonces como la comunidad hablaba de vampiros Sayah se decidió a contar su historia.
-Una vez yo misma fui prisionera de esa vampira, se llama Alendria y es muy respetada entre los vampiros. Estuve mucho tiempo allí y una de dos, a ellos les gustaba verme sufrir o yo les atraía por mi misterio, por haber cruzado las tierras de Mordor sobreviviendo a los monstruos y bestias... Ellos sabían que yo era especial y me querían para ellos. Una noche los vampiros discutieron en la oscuridad y yo pude oír todo lo que decían porque me hacía la dormida. Escuché atentamente:
-"Si bebemos de su sangre, tendremos su poder" -dijo uno de ellos.
-"Sí, pero a Alendria no le gustará porque seguro que la mataremos. Solo tienes que ver el aspecto de la cría, casi no tiene sangre, ¿y esperas que se la quitemos toda?" -dijo el otro.
-"Os he oído" -dijo de repente Alendria- "¡Y deseo que degustéis su sangre! ¡Muahahahaha!".
Entonces yo me levanté con rapidez preparada para usar toda mi magia si hacía falta. Acabé con los vampiros con rapidez ya que un solo toque de mi llama les quemaba vivos y supe que había sido una prueba de Alendria para ver hasta donde llegaba mi poder. De repente se dio cuenta de que yo era más poderosa de lo que ella hubiera imaginado y abrió la puerta de mi jaula para que yo escapara. Yo salí pero antes de escapar le juré venganza por todo el tiempo que me había retenido allí. Ella solo supo reír con su falsa carcajada: "¡Muahahaha! Esperaré impaciente a que llegue ese día...".
Entonces yo escapé y estoy segura de que era la misma vampira que vio Faramir-. Todos la miraron con caras de asombro. Sayah escondía más cosas y secretos de los que ellos pensaban, siempre les sorprendía con algo nuevo. El fuego de la venganza ardía en sus ojos.
-Tú y yo tenemos más cosas en común-le dijo Nienor-Tú y yo sentimos el deseo de la venganza.
-La venganza no es buena para el alma-dijo Uiniendil.
-No-concedió Nienor-, pero a veces es justa y necesaria. Yo he de vengarme de Morahir, y sin duda esas vampias atacaron a Faramir por su consejo, algo había oído sobre ellas. Se tratan con Morahir y con todos los seres malvados, y ya les ajustaremos las cuentas... Se me ocurre que incluso mi sangre podría matarlas, si la bebieran, porque...
-Es sangre de muerto-dijo Endereth y todos lo miraron-¡Oh! Lo decía el libro de Alatar, yo solo lo recordé ahora...
-Bien, trata de recordar más cosas-le dijo Nienor, y le acarició la mejilla-mañana llegaremos al Castillo de Utumno, la fortaleza de Morahir, y entonces tendremos que pelear contra él con todas nuestras fuerzas.
-Claro, para eso nos hemos reunido-dijo Uinniedil.
Y en efecto, al día siguiente volvieron a contemplar los altos y negros muros de la fortaleza y les aosmbró quee ningún movimiento se percibía en su interior.
-¿Será una trampa? -preguntó una voz.
-Casi seguro-dijo Nienor-Bien, acerquémonos con cuidado, que los que no son hijos de los elementos formen un círculo alrededor de Faramir y lo protejan con su vida.
-¿No estás siendo un poco drástica? -le preguntó sonriendo Enderth.
-Espero serlo, pero si no, tendréis que morir por él para que se salve; su vida es la más importante de entre todas nuestras miserables existencias...
Se acercaron cuidadosamente, Uiniendil formó una esfera de protección alrededor de todos y avanzaron hacia la puerta del castillo. Cuando llegaron, esta se abrió sola. "Demasiado fácil" -pensó Nienor.
-Nos está diciendo que esto es una trampa-les dijo a sus amigos.
-¿Por qué nos lo dice? -preguntó Faramir.
-Porque eso es lo bonito de los tratos con el diablo: que uno sabe con quien trata.
Y en efecto, tan pronto como llegaron al centro del patio, cerca de un profundo pozo que allí se abría, las puertas se cerraron y la comunidad de la Vara quedó rodeada por seguidores del enemigo: horrendos orcos y huargos, y un par de trolls.
-Parece que vamos a divertirnos, pues hay bastantes para todos-dijo Nienor, sonriendo.
-¡Pues que empiece la diversión! -exclamó Aragorn.
-Vosotros, proteged al de alma pura. Morhair es para mí.
-Me alegra oír eso, querida-el elfo oscuro había aparecido en lo alto de una almena, detrás de sus siervos.
-¿Por qué no me sorprende que te escondas como un miserable? -preguntó Nienor y la batalla comenzó.
-Porque sabes que lo soy, querida -dijo Morhair, y lanzó un rayo en su contra, ella saltó y el rayo partió las piedras.
-Ten el coraje de enfrentarte a mí en un duelo, como los antiguos señores. Como incluso tu oscuro dios lo hizo en la primera edad, cuando formó la Vara por la que hoy peleamos.
-Me parece bien-dijo, mientras todos los demás lo atacaban y defendían sus vidas-al fin y al cabo esto es entre nosotros, y has sido tú quien los ha traído. ¡Alto!
Sus siervos se detuvieron.
-La dama Nienor y yo nos batiremos en duelo-declaró-el vencedor poseerá la Vara, Si ella gana, la Vara y Utumno serán suyas, si yo gano, obtendré la Vara y la vida de sus amigos. ¡En guardia, Nienor!
Nienor solo lo miró enarcando las cejas y le disparó una flecha.
-¿Te vas a defender con esas porquerías? ¡Toma! -le lanzó un ataque mágico, que ella desvió con su arco, luego volvió a dispararle.
Aquella operación se repitió una docena de veces, ella cada vez más herida, sangraba por la nariz y los oídos, y él, lleno de saetas, se veía más cansado. La 13 vez que Morhair le lanzó un hechizo, Nienor cayó al suelo con estrépito, y Endereth se dio cuenta de que su cuerpo debía de estar muy herido.
-¡Nienor! -gritó. Pero ella no respondió. Sabía que su cuerpo era inmortal, y que aunque las heridas deberían matarla, ella seguiría con vida y mientras Morhair siguiera recibiendo sus flechas purificadoras, sus fuerzas menguarían, y finalmente ella podría disolver el hechizo que mantenía su cuerpo como el suyo, inmortal a las heridas que deberían destruirlo. Era una cuestión de paciencia, Morhair gritó:
-¿Es que no te cansas?
-Te venceré.
-No podrás.
"Tu aura ya es más clara" pensó Nienor, y decidió atacar verbalmente, buscando que en el alma de Morhair surgiera el arrepentimiento, para que su aura se purificase y los hechizos que protegían su cuerpo se desvanecieran.
-¿¡Porqué me mataste!?
-¡Yo no te maté! Yo no quería que murieras, yo te amaba! ¡yo te amo!-Morhair había dejado de atacar, y ella seguía disparando y no se comprendía cómo le podían caber tantas saetas en el cuerpo.
-¡Tú no me amabas!
-¡Lo hacía! Eras lo único que valía para mí y yo era presa de la desesperación por tu desprecio.
-¡Y qué podía sentir por tí si no desprecio! -lo picó Nienor.
-¿¡Acaso tú no amas, Nienor!? -Morhair empezó a sangrar por sus múltiples heridas-¿Acaso tu corazón está helado?
-Conoces la respuesta a esa pregunta-dijo ella, y él cayó al suelo, desangrándose.
"Bien", pensó ella, "su cuerpo puede morir, y lo hará."
-Te equivocas Nienor,-le dijo el moribundo-tú amas y mucho, tú amas a esos estupidos que traes contigo y los proteges porque los amas, he visto como miras a ese tal Kinalath, y Endereth y hasta a esa gritona insoportable de Ithlaiä... Tú amas, Nienor y proteges...
La voz de Morhair se ahogó en un gorgoteo de sangre. Nienor llegó a su lado, se inclinó sobre él, sacó la daga y se la puso al cuello.
-Perdoname, Nienor, o arderé en el infierno...
-Yo te perdono.
-Dime que me amas, Nienor mía...
Y Nienor lo miró a los ojos y lo recordó, y recordó a sus padres, y vio en su mente a sus amigos... Un sentimiento cálido brotó en su corazón, pero a pesar de ello, afirmó el pulso y dijo:
-Yo, Nienor, no amo a nadie.
Y con un movimiento rápido y fuerte degolló a Morhair.
Cerró los ojos de aquel que tanto tiempo ocupó sus pensamientos, limpió la daga en sus ropas, se levantó, reclamó la Vara y Uutmno. Pero una flecha voló al pecho de ella en respuesta, y los siervos infieles atacaron rompiendo lo pactado por su amo.
-¡Nianor! -gritó Enderth yendo hacia ella.
-Estoy bien.
-Deberías estar muerta.
-Lo estoy-sonrió ella, y se unió al combate.
Enseguida comenzó la batalla. Endereth, Légolas, Asphil, Elemmire e Ithlaiä se encargaron de los arqueros que intentaban dar en el blanco, pero no podían ya que ellos estaban bajo unos árboles, en cambio los elfos si podían apuntarlos y mataban uno a uno rápidamente. Nienor, Kinalath, Uiniendil, Sayah y Merenwen lanzaban proyectiles de magia a los enemigos que se acercaban a Faramir y Aragorn luchaba con su espada contra los secuaces de Morhair mientras Kariah y Arwen se escondían tras los árboles. Merenwen miró de repente hacia el cielo:
-¿Qué ocurre? -le preguntaron Sayah y Kinalath a la vez.
-Pronto tendrás tu venganza... -le dijo con suavidad a Sayah. En efecto, vieron que una vampira acompañada por dos secuaces aterrizaron suavemente y empezaron a luchar también. Eran bastante más temibles porque podían volar pero los hijos de los elementos se ocuparon de ellos. Nienor estaba a punto de lanzarle hielo a Alendria, pero Sayah gritó:
-¡Detente! Esta es para mí... -Nienor asintió y luchó contra los otros vampiros. Alendria miró a Sayah y dijo con tono burlón:
-¿Te debo algo?¿Una cuenta pendiente?
-Veo que no recuerdas... ¿Te dice algo esto? -dijo Sayah con una llama de fuego en una mano. La vampira abrió mucho los ojos.
-Tú eres la que se escapó de nuestro campamento...
-Sí. ¡Ha llegado el día en que el abismo se abrirá bajo tus pies para llevarte al infierno! -dijo con la voz más poderosa que habían oído jamás, todos la miraron y vieron en ella una gran hechicera con mucho poder. Pero para sorpresa de todos la vampira jugó sucio y cogió a Ithlaiä, voló un poco alto y le puso los dientes en el cuello:
-Si me atacas ella se convertirá en lo que tanto desprecias.
-¡Sayah ataca! ¡Confío en ti! -gritó Ithlaiä.
-¡No ataques! -gritaron a coro los demás.
-¡No lo hagas! -gritó Endereth con cara de tristeza. Ithlaiä aprovechó en ese momento en que todos le gritaban para pegarle un codazo en toda la barriga a la vampira. Alendria dejó caer a Ithlaiä al suelo y esta gritó de dolor mientras tocaba su su brazo. Ithlaiä se lo había roto al caer de tan alto. Alendria también dejó de volar y se posó en el suelo retorciéndose al no poder respirar, pero poco a poco se fue recuperando:
-¡Lo vas a pagar muy caro! -gritó Sayah. La mujer tenía un aura roja a su alrededor. Primero lanzó un hechizo que marcó un circulo de fuego alrededor de la vampira y después invocó:
-¡Que el abismo se abra bajo los pies de este engendro que ya que su vida es la muerte de los demás, su muerte será el infierno y se irá de esta tierra como si jamás hubiera existido! ¡Razurak kazam duck larasum vitaseum Rhân de kurnack oshimari!
Un agujero se abrió debajo de los pies de Alendria, pero ella no cayó, un demonio gigante de horrible apariencia la cogió con fuerza y la vampira muerta de miedo gritó hasta que se cerró el agujero. El eco de su grito resonó por las montañas. Sayah cayó de rodillas. Kinalath y Merenwen corrieron a su lado.
-El hechizo más grande que jamás había creado... -dijo Sayah mientras una llama se reflejaba en sus ojos. Después se desmayó.
Ithlaiä gemía de dolor, bastaba el mover un poco el brazo para que le doliera. Endereth estaba todo el tiempo a su lado al igual que Légolas y Elemmire.
-¡¿Alguien tiene bastantes conocimientos de medicina como para ayudarla?! -gritó Endereth que parecía un poco desesperado. Aragorn se acercó inmediatamente a prestarle ayuda a Ithlaiä.
-Ves pequeña, por andar jugando con los vampiros voladores.
-¡Hey! Cuidado, que aún tengo un brazo bueno y con suficiente fuerza.
-Bien, bien, quédate un momento quieta, que tengo que ver que tan dañado está, trataré de colocarlo antes de ponerte una tablilla, pero tendrás que tomar en cuenta que pasará un buen tiempo antes de que estés sana y puedas usarlo.
-Me está doliendo, trátame como si fuera Arwen, o esperaré el tiempo que sea necesario para golpearte con los dos brazos. Endereth que estaba a su lado estaba sorprendido, ni en momentos como ese podía estar tranquila, pero en cierto modo eso era una buena señal, y él se quedó más sereno.
-Ella está llena de vida y estará bien-le dijo Nienor.
La comunidad había ganado la batalla por la fortaleza oscura, y ahora que los heridos, es decir Ithlaiä, estaban siendo curados, era el momento de buscar la Vara de Morgorth, oculta en algún lugar de ese tenebroso castillo.
-Yo la buscaré, siento su presencia y su cercanía-dijo Nienor.
-Yo te acompañaré-dijo Uiniendil-esperadnos una hora, y si no hemos vuelto venid a buscarnos.

Magia y Amor en la Tierra Media: Memorias de La Cuarta EdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora