Serendipité|Anthony Bridgerton

18. Meddle About (Chase Atlantic)

Su voz le impactó como un jarro de agua helada. Le esperaba, por supuesto, era uno de los motivos por los que se encontraba allí; pero sentía que habían sido sus propios pensamientos los que sin saberlo, le habían llamado. Él debió de notar esa pequeña sorpresa que se había instaurado en la figura de su contraria, pues aquello se notaba en sus facciones.

No iba a mentir, en un inicio, ella misma se imaginó posando también ante un pulcro lienzo en blanco, quizá hasta en la misma sala, y puede que, si cupiera la posibilidad, ante el mismo pintor, o si no, alguien de estilo parecido. Al principio, lo único que se imaginaba era esa felicidad que emanaba de los rostros de la pareja frente a ella. Deseaba, desde luego, poder percibir para ella misma aquel amor que se profesaban sus padres, su hermana y el prometido de esta, y hasta la familia Bridgerton. 

Puede que se hubiera pasado demasiado tiempo fingiendo sin confesar que ella también deseaba sentirse querida de aquella forma. 

Pensar en aquella situación fue más que agradable, pero la angustia al observar como el rostro desconocido para todos adoptó la forma del de Anthony Bridgerton, le gustaría poder decir que no fue conmovedor, pero esa sensación que no quería sentir fue la primera que se implantó, y tardó varios minutos en desaparecer; y hasta que el chico llegó y la sacó de esa ensoñación, había disfrutado de la calidez de esa fantasía tanto como para asustarse por sus propios pensamientos, y efectivamente, eso pasó. ¿Aquel hombre, su prometido? Debía de estar volviéndose completamente demente. 

--Es un retrato precioso, desde luego. Jamás había sentido un amor así entre dos personas, quizá, aventurándome demasiado, ni en mi propia familia; aun sabiendo que mis padres se aman con locura. Es mágico.

Aquellas palabras conmovieron ligeramente al varón. Torció de forma sutil sus labios, agachando unos segundos su mirada, pensativo, no por mucho más que unos instantes, para después encogerse de hombros.

--Estuvieron juntos toda la vida, lo eran todo el uno para el otro, incluso...

Sus palabras se detuvieron repentinamente. Sus manos se encontraban tras su espalda, pero la pelirroja podría apostar lo que fuera a que se movían temblorosas y nerviosas, en contraposición a lo que aparentaba. Este hombre inspiró con fuerza, apartando su mirada de la dama y posando sus ojos en aquel cuadro que se encontraba en la sala, con melancolía.

--Incluso tras la marcha de mi padre, sigue significando el mundo para ella; para todos, sus hijos, y su esposa.

Para Camille resultó curiosa la forma en que llamó al fallecimiento de su progenitor; "marcha" era la palabra que utilizó, como si aquel antiguo Vizconde no hubiera muerto, y simplemente hubiera decidido irse, desde donde fuera y a donde fuera. Era como si esas palabras fueran inconcebibles y no existieran en el vocabulario del otro.

--Se puede percibir a simple vista, mi lord. La casa está llena de recuerdos de él, debió de ser un gran hombre.

--Lo fue, señorita Dubois; el mejor varón que jamás haya existido.

Con ligera pena, avanzó un par de pasos más. Era la primera vez que le apreciaba así, sin artificios. Era la primera vez que expresaba sus emociones, las más profundas, reflejadas en cada lugar de su rostro. Era cautivador.

--¿Cómo está su padre? He escuchado que estos últimos días ha estado bastante delicado de salud. Espero que no sea nada grave.

Y la pelirroja sabía realmente que así lo esperaba. Sus facciones se ablandaron aún más si cabía, en esos momentos Anthony pensaba en lo mucho que él apreciaría poder tener a su padre a su lado, y deseaba que la francesa pudiese disfrutar de su figura paternal tanto como el destino quisiera y deseara. Por Dios, eran una buena familia, y no podía evitar sentirse ligeramente reflejado en ellos, no podía desearles jamás algo desagradable.