Serendipité|Anthony Bridgerton

16. Do I wanna know? (Arctic Monkeys)

--¿Cómo está todo? ¿Les gusta? Nuestras cocineras lo han preparado con mucho esmero.

--Sin duda, debe pasarle la receta a la mía, es un plato delicioso.

Respondió Violet a su madre. Los Bridgerton a excepción de pequeños roces, pensamientos, o formas de actuar en las que podría discrepar, le parecían una familia de lo más encantadora, y afortunadamente, sí que tenían un razonamiento parecido, así que esas ocasiones enumeradas anteriormente solo se daban con uno de los individuos de esa familia; y estaba segura de que sus propios hermanos discrepaban de él en lo mismo en que ella lo hacía. 

Eran respetuosos cuando debían serlo, pero también alojaban en su interior un gran carácter que se encargaba de preservar el prestigio y respeto que todos les rendían no solo ya por ser la cumbre de la nobleza inglesa.

--Pensé que invitaríais a Lady Danbury.

--Si lo hubiéramos hecho, causaríamos aún más revuelo, y suficiente es ya esta situación, no debe sorprenderte el motivo por el que no la hemos invitado a cenar.

--Es que tú no entiendes la importancia del momento. Da igual por lo que sea, bueno, sigue siendo importante, pero aún desconocido el por qué mi hermano te invitó a bailar. Hacía años que no practicaba sus pasos de baile.

Dijo Daphne a su amiga entre susurros, pues Anthony se encontraba sentado frente a las chicas, al lado de su hermano mayor, Éttiene, que presidía uno de los lados de la mesa. Hablaban animada y despreocupadamente de asuntos que ella no llegó a escuchar, pero tampoco dejaban mucho lugar a la imaginación. Ni siquiera mientras cenaban su conciencia y pensamientos dejaban de pensar en el joven, y el tenerle tan cerca lo único que hacía era agravar ese pensamiento que la carcomía por dentro. Le observaba de vez en cuando, de reojo, y el otro le devolvía esas sutiles miradas mientras saboreaba una copa de vino, acción que intimidó a la pelirroja y la hizo estremecer.

--Si ni siquiera tú eres capaz de comprenderlo, debes imaginar como me siento yo, pues aunque no haya nacido aquí, los artículos de Lady Whistledown se han vuelto muy populares entre mis hermanos, que están encantados con sus escritos; y teniendo en cuenta todo lo que habla sobre vosotros, no ha sido muy difícil conocer sobre vuestra familia y la sociedad en general. Ahora que tu hermano y yo nos hemos encontrado en unas cuantas ocasiones, y creo que comienzo a conocerle, también admitiré que me ha resultado inesperado. Completamente inesperado.

--Debe ser que eres de las pocas jóvenes que no le generan un sarpullido cuando se acerca.

--Estoy convencida de que en el caso de que aquello pasara, que lo dudo, yo sería la que más enfermedades de la piel, o de cualquier otra rama, podría provocarle. Y no dese ofender con mis palabras, pero hay quien dice que tu hermano es bastante... ¿mujeriego?

Inquirió la pelirroja, alzando sus cejas y pasando sus ojos azules de nuevo a la musculosa figura de aquel Vizconde, que con la mano posada en su mandíbula, y una mueca seria, miraba todo a su alrededor, mientras contestaba un par de preguntas a su hermano.

--Y tienes razón, cuando era más joven salieron muchos rumores sobre ello, aunque ya puedo decirte que rumores como aquellos, ciertos o no, puedes encontrarlos de cualquier figura masculina, de mis hermanos, y de los tuyos. 

La pelirroja asintió. Prefería apartar la idea de apartar esos pensamientos de sus hermanos. Ni Daphne, ni ella, ni ninguna mujer en la mesa que no estuviera casada conocía la forma en la que se engendraba a un hijo, y desde luego, desconocían que era aquello que hacía que los hombres tuvieran que recurrir a otras mujeres y relaciones antes y fuera del matrimonio. No tenían conocimiento, y desde luego, como chica con hermanos, deseaba no tenerlo de momento.