2. Under Pressure (Queen)

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Aquella noticia había sido muy desafortunada para Camille. Desde que abandonaron su lugar de residencia, la conversación de sus padres y sus hermanos rondó siempre la figura de este futuro personaje histórico. El príncipe Friedrich, de nombre muy sonado por toda Europa, era un hombre conocido para cualquier familia del continente, sin duda era un acto importante, pero a la pelirroja no le beneficiaba en absoluto. Era una preocupación más que añadir a la lista. Afortunadamente, en esta ocasión, generar una buena impresión no se trataba solo de ella, y toda su familia intervendría en esta función.

--El príncipe... ¡El príncipe de Prusia en Londres! ¿No es increíble, Camille?

--Por supuesto, madre. Es un honor poder conocerle en persona.

--Tenemos que causar una buena impresión, chicos. Nunca viene mal tener un aliado así en Europa.

--Y encima está buscando esposa... ¡Vaya oportunidad!

La pelirroja se vio obligada a esbozar una cómoda sonrisa. Todos se mostraban mucho más entusiasmados que ella, que más que otra cosa, estaba completamente nerviosa. No cualquier joven iba a tener la suerte de ser presentada frente a un príncipe que, según expresaba Lady Whistledown, deseaba contraer matrimonio. Solo por el honor de su familia, sería importante que la considerara una de las opciones.

--Que suerte tienes, Camille. ¡Ojalá yo pudiera casarme con él también!

--¡Sandrine!

Rechistó Kalet, dándole a su hija un pequeño golpe con el abanico que llevaba en su mano. Después, todos empezaron a reír por la actitud soñadora de la mayor de las hermanas. Esta bufó ligeramente, frotando el brazo golpeado con desgana, y como si esto se hubiera tratado de verdad de un gran castigo.

--Tú ya estás prometida, además, con un hombre encantador, que te quiere y al que tú quieres. ¿Qué más ibas a pedir?

Benoit se introdujo de nuevo en la conversación con estas palabras. Camille le apoyó, asintiendo y posando su mano en el hombro de su consanguíneo, que estaba sentado a su lado. Tenía razón, y la pelirroja siempre había envidiado a Sandrine por la situación en la que se encontraban. Desde que ella y Jason se conocieron durante uno de los viajes de trabajo de este, se enamoraron al instante, al menos así es como ella lo contaba. Llevaban prometidos exactamente 6 meses, y ahora que por fin la familia Dubois se había trasladado a Inglaterra, era solo cuestión de semanas que su matrimonio se convirtiese por fin en algo real. Eso mismo quería ella, si tenía que casarse, al menos, que fuera con alguien que realmente robara su corazón, y no con un individuo que conociera de un par de horas. En el siglo XIX, estaba pidiendo algo casi imposible.

--¡Ya lo sé! Jason es fantástico, pero no es un príncipe. ¡Imaginad que Camille se casa con él!

--Será mejor que no tengáis esa idea presente. Hay muchas jóvenes que ahora esperan el interés del prusiano, y por tanto, no todo dependerá de lo que nosotros podamos hacer. Además, no le conozco. 

--Solo es una suposición, querida. Pero sería grandioso que este joven, seguramente encantador, se fijara en ti.

Es la primera vez que el cabeza de familia, Jerome, hablaba en toda la noche. Era un hombre de pocas palabras, al que le gustaba más escuchar que participar de forma activa y controvertida en las conversaciones que discurrían diariamente y de forma paralela entre todos sus hijos. Prestaba atención, por supuesto, pero sin apenas pronunciar palabra, a no ser que lo considerase estrictamente necesario. Kalet y Jerome eran todo lo contrario, pero aún con el paso de los años, su relación no se había resentido en absoluto.

Serendipité|Anthony BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora