Su respuesta, claramente, no le sorprendió; habría sido muy ingenua si no lo hubiera esperado y sabido desde un principio. Conocía sus intenciones, las había leído en Lady Whistledown en más de una ocasión. Estas habían resonado en la boca de su hermano también en algún instante, y ahora, las había escuchado de sus propios labios. No había confusión posible. Al menos, le serviría para hacerle ver a su familia la realidad, y olvidar ese estúpido asunto de un cortejo que jamás había existido.
--Era la respuesta que esperaba
--No es algo que intente ocultar. De hecho, procuro que todo Londres sepa que no me encuentro por la labor de buscar esposa; aun así, es imposible evitar que algunas damas piensen que serán la excepción.
--¿Las damas, o sus madres? Las segundas siempre han sido más difíciles de evitar, espantar, o convencer. Su insistencia es admirable.
--Yo lo veo más reprochable. Son mi mayor miedo.
--¿Así que acaba de confesarme su mayor debilidad?
--Si lo piensa detenidamente, podría ser también la suya si lo que busca es un matrimonio próspero con un buen pretendiente.
La pelirroja se guio por sus palabras, y en efecto, se detuvo a analizar esa oración. No le faltaba razón, la suya propia podría perjudicarle en todo aquel embrollo con el Vizconde, comenzando con las especulaciones; por otra parte, el resto eran un enemigo si lo que Camille buscaba era casarse con uno de los mejores hombres de la capital inglesa. No era una decisión fácil, y llevaba ya mucho tiempo en la ciudad como para seguir dudando cuál sería su futuro, y con quien lo viviría. Pero es que ella lo analizaba todo.
--No voy a negar la razón que sus palabras contienen, mi lord. No obstante, aún tengo tiempo para elegir quien formará o no parte de mis siguientes años. Todavía no hay nada decidido, y no me corre tanta prisa.
--Pensé que su más significativo deseo era contraer matrimonio
--Es algo a lo que jamás me negaría, pero al menos de momento, no algo que me urja con extrema urgencia. Siempre me tomo el tiempo necesario para analizar lo que me rodea, y quiero casarme con alguien a quien pueda amar y admirar, no al primero que decida cortejarme.
--¿Es usted, pues, una mujer muy selectiva?
--En efecto. En mi vida más personal y lo que puede considerarse lo más público, trato de ser lo más cuidadosa posible.
--No puede tampoco desatenderse de sus responsabilidades. Su hermano mayor me ha comentado que su familia no pasa por el mejor de los momentos.
--Nunca llueve a gusto de todos, mi lord. La economía no goza de estabilidad siempre que lo deseamos, es algo irregular. No es nada preocupante. Sandrine se casará en breve, y con suerte Ettiene encontrará una buena mujer con quien pasar el resto de sus días. Quizá, el caprichoso cupido le otorgue también una buena dote.
No iba a negar que por mucho que sus padres lo negaran, la economía de la familia iba en recesión. No era fácil gestionar el patrimonio familiar, y menos ahora que se encontraban en un país extranjero y no nadaban en sus aguas. De cualquier manera, aún poseían dinero para vivir cómodamente, y sus abuelos prometieron ceder pronto el resto de su patrimonio para que la familia dispusiera de él. Eran cambios que ocurrían, pero sabía que pronto volvería todo a su lugar. Por más que evitaran expresarlo, el matrimonio de su hermana no era mal recibido, por supuesto, pero no era suficiente. Contraería matrimonio con un noble, pero siendo sinceros, sus cuentas no expresaban exactamente solvencia económica. La dote de Sandrine sería lo que les salvaría en cierta medida, por pequeña que esta fuera. No obstante, el trabajo que Ettiene ejercía y la ayuda de Lord Bridgerton serían suficientes para acabar de adaptarse y disponer de toda la herencia disponible.
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Serendipité|Anthony Bridgerton
أدب الهواةSin duda, queridos lectores, la temporada de 1813 nos trae más novedades de las que jamás hubiéramos esperado. Anthony Bridgerton se ha lanzado al mercado de solteras el mismo año en que su hermana, Daphne, es presentada en sociedad. Aún se desconoc...