Antes que nada, debo decir que a Chuuya no lo conocía de ninguna parte antes de verlo parado esperando a que su hermana lo recogiera del colegio. No era compañero del salón en el que estaba, o en alguno en que estuve anteriormente. Jamás coincidimos en extracurriculares ni cuando iba a la biblioteca.
Y cuando lo vi por primera vez pensé: "Wau, ¿dónde había estado este chico tan guapo toda mi vida?
Tenía un cabello naranja como si fuera fuego, envolviéndolo de luz, y sus ojos azules parecían hipnotizarme. (Perdón, se me sale lo poeta)
Estaba en octavo, si mal no recuerdo. Ya había cumplido los trece años (y si alguien hace el chistesito sobre el trece le voy a pegar un puñetazo) y la verdad me sentía mucho más mayor y maduro en comparación al año pasado.
A diferencia de Fyodor y Dazai, claro. Por mucho que les insistiera que debían pensar en su futuro, sólo decían "ya hay tiempo para pensar en eso, déjanos en paz".
Definitivamente, soy mucho más listo que ellos dos.
Fue en ese grado que conocimos a Ranpo y a Kajii. Kajii estaba un poco mal de la cabeza, en lugar de un tornillo le faltaban tres tuercas. Pero bueno, nos volvimos amigos y salíamos al receso juntos.
Nos divertimos mucho, una vez Ranpo se rodó por las escaleras por quedarse viendo a un chico andando por el pasillo (aunque, según Ranpo, no estaba mirando al chico, sino la bolsa de dulces que llevaba), y en otra ocasión me cayó caca de paloma en la cabeza, y fue muy asqueroso.
La cosa es que mis padres trabajan mucho, y a menudo llegan tarde a recogerme. Y como vivo muy lejos, ni modo de que me fuera caminando. Así que tenía que esperar en la puerta principal a que vinieran por mi, como si fuera un preso esperando a que le pagaran la fianza.
Fue ahí que lo vi, y todo lo que había llegado a sentir por Oguri se desvaneció de inmediato.
No pude verle más allá de los ojos y el cabello, pues usaba tapabocas. Algo bastante inteligente, según yo, ya que el virus que nos mandó a cuarentena obligatoria seguía por ahí.
Cuando les conté a mis amigos sobre él, se miraron con preocupación.
-Oh, no -Dijo Dazai.
-Aquí vamos otra vez -Contestó Fyodor.
-A mi me parece lindo -Aportó Ranpo, comiendo un dulce.
-Yo no entiendo el amor, pero si quieres te doy limones para que se los regales -Sugirió Kajii.
-¿Para qué iba a querer limones? -Pregunté.
-... ¿Para hacer limonada...?
-¿Me estás preguntando o me estás contestando?
-... ¿No...?
Fruncí el ceño, no completamente seguro de la sanidad mental de Kajii. Fyodor chasqueó los dedos para llamar mi atención.
-Pero, espera un momento -Dijo-, ¿cómo es que sabes su nombre si supuestamente no lo habías visto nunca?
Puede que me haya puesto rojo, pero fue sólo un poquito.
-¿Nikolai...?
Mis amigos me miraron expectantes, hasta que Ranpo soltó una risotada.
-¡No puede ser! -Exclamó- ¡Lo estuviste espiando! ¡Eres un acosador!
-¡No soy un acosador! -Me defendí, más rojo de lo que debería- ¡Yo solo le iba a hablar, y me dio pena, y de casualidad escuché su nombre! ¡Eso no me hace un acosador!
-¡Espiar a las personas da miedo, Gogol! -Me regañó Dazai entre risas.
-¡No lo estaba espiando! ¡Cierra el pico!
-¡Acosadoooor! ¡Acosadooooor! -Cantaba Kajii.
-¡He dicho que se callen todos!
Nos agarramos a golpes, pero de broma, claro. Terminamos riéndonos un montón. Y Dazai me retó a que el día siguiente me confesara a Chuuya. Y como a mí nadie me reta, acepte. Y luego me sentí como un idiota.
Pero no me pueden decir que mi manera de presentarme es poco original. Al día siguiente, compré unos chocolates en la máquina expendedora del colegio. Esperé al descanso, y con muchos nervios me acerqué a Chuuya. Él estaba acompañado de otro chico, pero no dejé que eso me desanimara.
-¡Hola! -Saludé- ¿Me puedes decir tu nombre?
Chuuya miró indeciso a su amigo. El le devolvió la misma mirada de no saber qué pasaba.
-Me llamo Chuuya.
Tragué saliva.
-Bueno, Chuuya-kun, yo soy Nikolai, de octavo uno. Quería decirte que te vi y me pareciste muy lindo, así que te quería regalar un dulce.
Le ofrecí los chocolates. Él volvió a mirar a su amigo con cara de "¿Wtf?" Y tomó los chocolates.
-Gracias... Supongo -Sonrió, o creo que lo hizo. Es un poco difícil saberlo con el tapabocas puesto.
-¡Cuando gustes! Nos vemos.
Sonreí yo también y me fui como alma que lleva el diablo. Creo que le di unas tres vueltas al colegio.
Estaba muy animado, nervioso también, pero animado. Chuuya me había sonreído y aceptado mis dulces, y todavía no me había mandado al demonio. ¡Qué genial!
Además, no creía que el chico que lo acompañaba fuera su pareja o interés amoroso. De haberlo sido, seguro se ponía furioso cuando le dijera a Chuuya que me parecía lindo. Si Nakahara no me mandaba al demonio, él lo habría hecho, por celos. Pero no lo hizo, eso quería decir que no estaba celoso, y eso quería decir que no era su novio.
O tal vez sí lo fuera, pero pensaba que yo no tenía ninguna posibilidad con Chuuya, así que no se preocupó.
O tal vez ni Chuuya ni él fueran gays, y entonces estaría metido en un gran problema.
Me puse nervioso. ¿Qué pensaría de mí?
Seguro que pensaba que era un tonto, porque me trató como tal lo que duró el resto del año.
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Tengo atrasados como cinco capítulos de Adolescencia pero LA INSPIRACIÓN NO ME LLEGA WEY 😭💔
Tampoco he actualizado ni Poliamor, ni Conquistando a Sigma, Ni Horóscopo...
Pero bueno, el mundo no se va a acabar mañana así que tengo tiempo
¡Gracias por leer!
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El Crush (Siglai/Fyogol) (Hiatus)
FanfictionDonde Gogol deja de juntarse con sus amigos por salir con Sigma. N°1 en #fyozai 04/11/23 N°1 en siglai 13/01/24