Reparar un vaso roto es imposible, no importa cuanto lo pegues, que tan bien te quede o que cada pieza encaje a la perfección; el vaso nunca volverá a ser como antes.
Lo mismo pasa con las mentes humanas. No importa cuanto te esfuerces en curar tus problemas mentales, esos desordenes alimenticios, los desordenes de sueño, la falta de autoestima, esas grietas de heridas emocionales; nunca se van a reparar.
La mente es tan frágil, que a la mínima herida, trae una grave consecuencia.
¿Recuerdas tu infancia?
¿Las cosas buenas qué son?
¿En serio recibiste suficiente amor?
¿Te daban atención?
¿O tus parejas reflejan la carencia de tu infancia?
La mente, cada recuerdo, cada sentimiento, cada momento de tu vida a codificado una reacción en tu persona, acoplándose a tu mentalidad y rutina diaria.
Tus problemas alimenticios, los problemas de sueño, ¿naciste así? ¿O tu cerebro se codifico así por las experiencias de vida?
¿Realmente nacemos así o nos hacemos así?
—. No comiste nada – habló.
Levanto su cabeza para encontrarse con los ojos oscuros del castaño —. No tengo hambre – respondió, volviendo a agachar la cabeza.
—. Hable con Spreen sobre lo sucedido – habló, jalando una silla y sentándose enfrente —. Dice que te sacará de acá, pero, con una condición.
Quackity alzó rápidamente el rostro, ilusionado de finalmente salir de ahí —. ¿Cuál? – preguntó.
—. Te quedarás en su apartamento, no puedes hablar con desconocidos y no podrás salir sin su permiso – respondió.
Quackity frunció el ceño, se le era injusto, pero todo por salir de ese lugar.
—. Esta bien, ¿cuándo viene? – preguntó.
—. Ya estoy acá – interrumpe otra voz, Roier se levantó del asiento y quito la silla, dejando que Quackity viera bien a Spreen —. Nos vamos ya, hay mucho que hacer.
Se acercó a Quackity y no tuvo cuidado al liberarle las manos, lastimándolo en el proceso. El contrario no dijo nada, solo soltó un quejido.
—. ¿Llamo a Betra? – pregunta Roier, viendo como Quackity tenía problemas para levantarse.
—. Betra acaba de salir del hospital, no está para lidiar con esas boludeces, y menos para estar vigilando a un nene – respondió.
—. Entonces, ¿quién lo va a ayudar? – pregunta Roier, viendo a Quackity sobarse sus manos.
Spreen se giro a verlo, llamando su atención —. Vos lo vas a cuida – respondió sonriente.
—. Oh, patrón. Fíjese que no podré hacerme cargo, porque ya me había manado a hacer papeleo y pues, no me queda tiempo – se excuso Roier.
—. Tranquilo, ya mandé a Betra por eso, es más fácil que cuidar al nene – respondió.
Roier hizo una mueca ante lo dicho y miro a Quackity, ahí recordó sus propias palabras "la única víctima es él". No le quedaba de otra.
—. Bien, lo cuidaré yo mientras trabajas solamente – respondió.
Spreen asintió, y así llegaron a un acuerdo. Sacaron a Quackity de aquella celda y lo llevaron al apartamento de Spreen, era de noche y no había ningún trabajador, por lo que la tarea fue más fácil de lo que creyeron.
Al llegar al apartamento, Quackity observo cada detalle de este. Paredes blancas, piso de cerámica con textura de madera, decoración simple, pero perfectamente colocada para ser bella.
—. Bien, Roier te cuidará mientras trabajo, o sea, casi todo el día. Eres libre de andar por cualquier parte del apartamento, excepto mi oficina – explica, señalando una puerta al lado de un dormitorio —. Tu habitación estará al lado de la mía por si necesitas algo.
No dijo más y comenzó a quitarse el chaleco del traje. Quackity tampoco dijo nada, sólo se sentó en uno de los sofás y se quedo viendo cada movimiento de Spreen, desde como se desabotonaba la camisa y hasta como se desabrochaba el pantalón.
—. No lo sé, pero, ¿en Estados Unidos es normal ver a la gente así cuando se está poniendo cómodo? Digo, no me parece del todo normal – dice Spreen, interrumpiendo la concentración de Quackity.
—. No sé, depende – responde, dejando confundido a Spreen.
—. What? – dice confundido.
—. Yo siempre veo a papá cambiarse – responde.
—. Sí, pibe, pero ya tenes veintidós, y yo tengo veinticinco, no podes hacer eso – le reprocha.
Spreen se fue fastidiado hacia su dormitorio, ignorando a Quackity. Iban a ser unos días largos.
Belén era una señora de veintiséis años que llegaba a hacer el aseo al apartamento y la comida. Por la mañana, ambos se veían nada más en esa hora para desayunar, con completo silencio y con una platica corta entre Belén y Spreen.
Por las tardes, Spreen se iba a trabajar luego del desayuno y dejaba casi todo el día a Quackity solo con Belén y Roier. Spreen no hacía nada por intentar llevar una buena relación con Quackity aunque sea porque iban a compartir techo, y Quackity se sentía intimidado ante Spreen, por lo que tampoco solía hacer algo para llevarse mejor.
Por las noches, Spreen sólo llegaba como siempre, abría la puerta y se comenzaba a desvestir, dejando la ropa tirada por todo el camino hasta llegar a su habitación y quedarse dormido en bóxer.
Quackity tenía la misma rutina, no hacer nada y ayudar de vez en cuando a Belén con los quehaceres, pese a que ella le decía que no era necesario.
Ambos tendrían días difíciles. Spreen tendrá que adaptarse que Quackity no era una amenaza, que Dream ya no estaba y que las cosas iban a cambiar drásticamente.
Apartir de aquí, todo comienza a ser más "soft", o esa es mi intención, porque hay que poner límites.
Aquí todo se tranquiliza, pero no deja de lado el punto principal.
He de decir que el final está a la vuelta de la esquina. He finalizado el cap 15, sólo falta la revisión, un cap más y comienza el desenlace de esta vaina, que ya lo tengo bien planeado.
Solo les diré que, en el buscador de Google pongan "Ley de Murphy" y lean lo primero que les salga.
No tengo el número de mi psicóloga para pasárselos. Nah, mentira, no va a ser tan fuerte el final, o eso quiero intentar, pero ya ven la imaginación como vuela.
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Noche de Juegos - Spreeckity
FanfictionWelcome to the grand opening of soldi! The opening to the best casino in Las Vegas. My name is Quackity, but you can call me Mister Q. I'm the owner of this casino and I will be happy to receive you. •°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°• ...