Capítulo XXIII: Sinfín

1.3K 201 82
                                    

Spreen se encontraba nuevamente en su oficina de trabajo, esperando la hora de la junta especial que tendría.

Ese día, conocería por fin a su socio Davidson, a quien sólo conoce por su voz en la llamada que sus compañeros llevaban en cada junta.

Estaba tranquilo, cuando Roier entró a la oficina con su café.

—. ¿Ya te enteraste? – pregunta el castaño, sentándose frente a él y poniéndose en su típica pose de cuando trae chisme.

—. No, ¿de qué? – pregunta poco interesado, tomando su tasa de café y comenzando a beberlo.

—. Me entere por tu secretaria, que el señor Davidson iba a traer a alguien más. A alguien que no es de su equipo, o sea, a un amigo, o algo así. Dijo que sería interesante que se conocieran y-

—. No me interesa – responde, interrumpiéndolo en el proceso.

—. ¿Por qué no? ¿Qué tal si les ofrece matrimonio? O sea, no es legal acá, pero en otro país sí, y así tendrías tu descendencia asegurada ya para la empresa y la herencia – justifica Roier.

—. No quiero, no me interesa. Ya te he dicho mil veces que no tengo intenciones de comenzar una vida amorosa de nuevo, ya está, se acabó el tema – responde fastidiado.

—. Quackity probablemente no vuelva – dice, dando justo en el lado más blando de Spreen, quién sólo chasquea la lengua fastidiado —. Él ya inició una nueva etapa en su vida con aprenderse a amar, y tú... te has quedado estancado. Lo único que haces es distraer tus pensamientos del sentimiento que dejo Quackity, ese sentimiento de esperanza.

Spreen no dice nada, no lo mira, trata de esconder lo molesto y dolido que lo ponen sus palabras.

—. Te quiero, y te lo digo como amigo. Te he visto estos tres años, vi como Quackity nunca volvió aunque tuvieras esperanza de que sí, viví como superé ese sentimiento por ti, vi los cambios de todas las personas cercanas a ti. Como Shadoune se casó, como Betra ahora tiene hijos... y tú, tú sigues estancado, amigo. Quiero que seas feliz también e inicies de nuevo.

Roier de verdad quería que Spreen saliera de ese estado, quería que su corazón sanara y que pudiera amar de nuevo a alguien más.

—. ¿A qué hora es la junta? – pregunta Spreen, ignorando todas las palabras anteriores.

Roier suspira profundo, rindiéndose de nuevo en ese intento —. A las cuatro – responde.

Spreen asintió y continuo con su trabajo, el castaño se fue decepcionado de otro intento fallido. Él ya había superado a Spreen, consiguió a una pareja que lo correspondía completamente, tenían planes para estabilizar una vida juntos. Y Spreen, él seguía teniendo fe.

La hora de la junta llegó, por lo que Spreen salió de su oficina y se encamino hacia la sala de siempre. Roier iba a su lado como asistente personal.

Al llegar, Spreen no podía creerse a quién tenía enfrente.

—. Buenas tardes, querido socio – saludo un castaño, parándose de su asiento y acercándose a él.

—. ¿Buenas tardes? – pregunto Roier, confundido por la reacción que había tenido Spreen al verlo.

—. Creo que no necesitamos presentación, ya nos conocemos, ¿no? – dice el castaño que tenía la misma altura de Spreen.

—. ¿Cómo? – dice Spreen, confundido.

—. Mi nombre es George Davidson, mucho gusto. Mi asistente personal es Charlie Dalgleish. Estoy muy feliz porque nos vemos de nuevo y esta vez como socios, pero, no me has presentado a tu asistente, ¿cómo se llama?

Noche de Juegos - SpreeckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora