Capítulo XVIII: Todo por ti

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Por la mañana, el primero en despertar fue Spreen, quien se quedó contemplando el rostro de la persona a su lado.

Esos lunares que formaban estrellas, esas media lunas cubiertas por un manto de ensueño, con esa nariz puntiaguda como el filo de una montaña nevada.

—. ¿Por qué me miras tanto? – pregunta Quackity, abriendo sus ojos de a poco, interrumpiendo su concentración.

—. ¿Cómo no podría verte? Esa es la pregunta. Si eres completamente hermoso – le responde, formando un sonrojo en el rostro del menor.

Quackity tomo las sabanas y se dio la vuelta mientras se cobijaba completo —. Tú si que no tienes vergüenza, eh – le reprocha.

Spreen sonríe y se acerca, tomándolo de la cintura y acercándolo a su cuerpo —. Ayer no te veías tan tímido, cosita – se burla cerca de él.

Quackity se descobija y se gira para ver a Spreen, esa sonrisa encantadora y esos ojos rasgados, penetrantes y fríos que le calaban los huesos. Spreen parecía todo un fuck boy, y al recién conocerlo tenía el complejo de uno.

—. Cállate – se queja el menor, arrugando el entrecejo.

Spreen se ríe ante la reacción —. Cállame – le desafía, sonriendo como un arrogante.

Quackity hizo un mohín como protesta, se acerco a su rostro y le dio un beso, atrapando sus labios y mordiendo el inferior de ellos.

Spreen sonríe en medio del beso, desliza sus manos de la cintura hasta el redondo trasero del menor, para seguido apretarlo con un poco de fuerza, haciendo que Quackity suelte su labio.

—. Ayer te veías muy tímido – le dice el menor, viendo a Spreen a los ojos.

—. Sí, sólo necesitaba quitarme la pena para hacer contigo lo que quisiera – le respondió, dándole un beso más.

Quackity se rio ante lo dicho. Ambos pasaron acostados un rato más en la cama tonteándose entre sí, hasta que su momento fue interrumpido por el tono de llamada del teléfono de Spreen.

—. Espérame un segundo – le pidió, dándole un beso en la frente y levantándose de la cama.

Quackity no dijo nada, sólo observo como Spreen se levantaba y se ponía unos pantalones para irse a la sala y contestar la llamada.

Él se quedó en la cama, viendo el techo y pensando en lo que acababa de vivir en esos últimos meses con Spreen. En sí, él nunca le pidió ser nada, pero, por otro lado, se trataban como si asumieran lo que ya son.

Suspiro pesado, seguía sin creer que alguien lo acababa de hacer experimentar emociones que nunca antes sintió.

—. Perdón, cosita, pero me tengo que ir a trabajar – avisa Spreen, entrando a la habitación y tomando su toalla para ir al baño.

—. ¿Me puedo duchar contigo? – pregunta el menor, sentándose en la cama.

—. Si quieres – le responde sonriente.

Ambos se ducharon juntos, Spreen pese a ducharse a la ligera hizo pasar un buen rato a Quackity en la ducha, y no precisamente por hacer reír.

Desayunaron y ese día decidieron que Quackity acompañaría a Spreen a la empresa. Estando allá todas las personas se giraban a verlos, no porqué veían a Quackity de nuevo luego de varios meses, no porqué Spreen llegaba una hora tarde siendo el más puntual, sino porque ambos entraban tomados de la mano y tonteándose.

—. La gente nos ve – dice Quackity, separándose un poco de Spreen, pero sin soltar su mano.

—. ¿Y? – pregunta Spreen, interesándole poco el cómo los demás los vieran.

Noche de Juegos - SpreeckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora