Ꮺ ָ࣪ capítulo 18 𓂃

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Estiró sus piernas a lo largo en el sillón más grande de la sala. Con su antebrazo cubrió sus ojos, o al menos lo intento, los lentes de armazón delgado se lo impidieron. Chasqueó la lengua dejando los lentes sobre la mesita. Con un brazo colgando y el otro cubriendo su cara, se preparó para tomar una corta siesta.

Acababa de terminar todos los bocetos para su próximo desfile. Aun no los había enviado a su equipo porque quería mostrarlos personalmente el lunes en la oficina.

–Buenas noches, mi amor. – Saludó Jeno entrando en la sala.

Se quitó el abrigo lanzándolo a uno de los sofás libres. Levantó las piernas de su esposo ocupando el lugar dejando descansar las largas piernas en su regazo.

–Hola, Jen. – Murmuró estirando su mano para alcanzar los lentes. –¿Por qué viniste tan tarde? Ya cenamos.

–Perdón, Sultán. – Dijo ayudando al menor a sentarse. –Hace días notamos un problema con el informe de ventas y otras cosas por ahí. Además, uno de los accionistas no quería dejar el trabajo para el lunes. Se aferró a que todo estuviera perfectamente bien. – Resopló abriéndose el chaleco. –El pobre Jisung ya no sabía qué hacer hasta que logramos cuadrar todas las cifras.

–¿Y cuál accionista era? – Preguntó con el ceño fruncido. –Creo conocer a todos. Mi papá y Sunggie tienen veinticinco por ciento, tu treinta y cinco, y yo quince... Si no mal recuerdo, el diez por ciento se divide en cuatro accionistas minoritarios.

–Es correcto. – Sonrió o al menos eso quiso hacer. –Fue un tal Mark Lee~ ¿Te suena el nombre?

–¿Papá? ¿Por qué?

Jeno se encogió de hombros inclinándose para besar los pomposos labios de su esposo. Mordió levemente el labio inferior dando una rápida laminada en éste antes de separarse.

–Supongo que no quiere volver a perder dinero. – Miró a todos lados. –¿Y los niños? ¿Ya están durmiendo?

–Ojalá. – Murmuró tocando sus labios por mera manía. –Están arriba. Hoy me acompañaron a la fábrica y vieron cuando estaban haciendo la inspección de calidad de las prendas que mandaremos a Bursa y pues se les quedó. Ahora andan en los cuartos haciendo lo mismo... Según ellos.

–Qué lindos. – Sonrió acomodando los cabellos del rubio.

–Les di una libreta, pero no me preocupo tanto porque ninguno sabe contar, ni escribir, así que solo rayan a lo loco.

Jeno asintió poniéndose de pie. –Vamos, quiero verlos

Subieron las escaleras entre risas haciéndose cosquillas, o al menos Jaemin a Jeno. Se encontraron a Defne, pero ésta los ignoró para no distraerse de su llamada con una de sus amigas. Buscaron a los trillizos en el cuarto de ellos, en la habitación principal, en las habitaciones extra, hasta en la de Defne, pero no los encontraban.

–¿Dónde los viste la última vez? – Preguntó Jen cerrando la puerta de su oficina. –¿Bajaron?

–No, bueno, no los vi.

–Solo nos queda revisar tu estudio. – Murmuró señalando la puerta negra

Jae negó con el terror plasmado en su rostro. Corrió hasta el estudio abriendo la puerta soltando un grito que asustó a los niños y al padre.

–¿¡QUÉ DEMONIOS HICIERON!? – Gritó lanzándose al suelo recogiendo los pedazos de hojas húmedas con baba.

–Mami. – Balbuceó Tae dándole una hoja toda rayada y rota en varias partes. –Mila... Yo lo hiche.

–¡MI TRABAJO! ¡MIS DISEÑOS!

–Amor, tranquilo.

–¡NO! – Miró a los trillizos que seguían despedazando su cuaderno de bocetos. –¡DEJEN ESO, CARAJO!

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