Ꮺ ָ࣪ capítulo O1 𓂃

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Risitas, pasitos, pelotas rebotando en el piso, llantas de carritos en movimientos, música clásica, el sonido que provocaba al tocar las teclas de la computadora y dos vocecitas... ¿Dos vocecitas? Hasta donde él recordaba tenía tres hijos, no dos. Trató de no hacer ningún ruido para escuchar mejor si estaban los trillizos completos, pero sólo escuchaba pasitos de dos personitas diferentes.   

Asustado, se paró de su asiento dejando a un lado la contestación a los correos de su trabajo; buscó con la mirada a los torbellinos y no se había equivocado, ¡había dos de tres! Hyeongjun corría de un lado a otro siendo perseguido por Taeyoung con su conejo de peluche. Con miedo se acercó a ellos, abrió la caja que usaban para esconderse, pero estaba vacía, detrás de los sillones tampoco lo encontró, tal vez estaba en el armario de telas; pensó. Con esa idea abrió la puerta de la bodega donde resguardaba todo lo necesario para crear su arte, pero nuevamente tampoco lo encontró.   

–¡LEE MINHEE! – Gritó a todo pulmón asustando a sus dos pequeños. –¿Dónde está su hermano?   

Los dos bebés de dos años ladearon sus cabecitas, Jae pensaba que le darían una respuesta, pero no, lo único que recibió fue un chorro de leche en la cara, cortesía de Tae.   

–¡Leche! – Exclamó feliz para después ponerse a correr en círculos tomado de la mano de Zzopoo.   

–¡Allah, dame paciencia! – Tomando el primer trozo de tela se limpió la leche de la cara. –FERAY, ¡VEN AQUÍ!   

Corriendo entró la asistente con el miedo recorriendo su delgado cuerpo; Jaemin era una persona amable y siempre procuraba darles buen trato a todos sus empleados, pero en momentos de estrés o cuando estaba en una mezcla de enojo y preocupación, alzaba la voz y era ahí donde todos debían temer por sus puestos o en el peor de los casos... Por su vida.   

–¿Dónde está Mini? – Sus ojos estaban cerrados intentando controlar la rabia. –Eres la única que está fuera de mi oficina, por lo tanto, solo tú pudiste verlo salir...    

–Yo... N-o... No estaba aquí- Fui por su café. – Susurró nerviosa abrazando el iPad contra su pecho.   

–Bien. – Suspiró abriendo los ojos y estirando la mano. –Dame el café, entonces.   

La castaña mordió su labio inferior a la vez que cerraba los ojos lista para el regaño de su vida.   

–La máquina se averió, señor. Y aún no han venido a repararla...   

–No hay café ¿dices? – La joven asintió. –¿¡Y por qué no fuiste a otra cafetería!? Ves como estoy de los nervios y me sales con eso.   

–Lo siento, señor. – Bajó la cabeza apenada. –Iré ahora mismo.   

Jaemin negó buscando debajo del escritorio al rubiecito faltante. –Activa la alarma y que todos me ayuden a buscar a Mini. ¡NADIE SALE HASTA ENCONTRARLO!   

–¡Entendido, señor!   

–Ustedes dos vengan para acá. – Llamó a los pequeños que por alguna extraña razón colgaban del respaldo del sillón. –Vamos a buscar a su hermano.   

Bajó a cada trillizo del sillón e hizo que se tomaran de la mano para buscar a su hermanito. En momentos como ese odiaba que Jeno le hubiera hecho una oficina enorme, era como un laberinto y su pobre bebé podría estar en cualquier lado.   

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