Ꮺ ָ࣪ capítulo 28 𓂃

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Pellizcó el puente de su nariz tomando una profunda respiración. Su día iba de maravilla y no pensaba dejar que se arruinara solo por las tonterías de su hermana. Quería mucho a Defne, como si fuera Jeongin, pero a veces le daban ganas de mandarla a Madagascar o a la India muy lejos de él. Hoy era uno de esos días y la verdad, de no ser por Jeno ya la estuviera subiendo al avión.

–No vas a ir a la escuela con esa falda. – Exclamó como su última palabra.

Defne tuvo la maravillosa idea de ponerse una minifalda para ir al colegio, a Jaemin no le importaba que la usara para salir o estar en la casa, pero llevarla a un instituto privado donde tenían estrictas reglas era otra historia. ¡Por Allah! En el colegio solo asistían chicos y chicas de las mejores familias de Turquía y él no iba a permitir que traten a su hermana como una chica fácil solo por llevar minifalda, porque sí, la alta sociedad solía ser cruel con los eslabones más débiles.

–¡Jaemin! Es mi ropa y yo decido cómo usarla.

El diseñador dejó las mochilas de los niños en la cajuela y se giró lentamente hacia su hermana. Jen notó cómo se transformaba el rostro de su esposo por lo que bajó a Minhee y corrió a interponerse entre los hermanos.

–Amor, piensa en lo que vas a decir. – Susurró sosteniendo al menor por los hombros. –Más tarde te arrepentirás.

–Tranquilo. – Sonrió. –No diré nada malo.

–Déjalo, Jeno. No me importa ninguno de sus insultos.

La chica cruzó sus brazos volteando la cara. Jae rechinó sus dientes y se lanzó a desgreñarla, pero Jeno lo cargó justo a tiempo.

–¡Nana, no! – Dijo molesto sentándolo en la cajuela de la camioneta.

–Ahora sí voy a matarla. ¡Voy a enseñarte quién manda en esta casa!

–Cálmate, por favor. Vas a asustar a los niños. – Suplicó sosteniendo las manos del delgado.

Los trillizos saltaron agitando sus bracitos gritando palabras de aliento a su papi. El empresario golpeó su rostro con una mano, sin duda los trillizos y su esposo se unían para volverlo loco.

–¡Tu pules, mami Nana! – Gritó Hyeongjun.

–Mini, controla a tus hermanos. – Ordenó luchando por mantener a Jae entre sus brazos. –Defne, ve a tu cuarto y ponte una falda más larga y Jae...

–¿QUÉ?

Jeno le dio un pico pegándolo a su pecho.

–Te amo.

–¡No lo beches papá! – Gritó Tae cubriendo sus ojos.

–Shhh. Papá tiene que darme amor. – Murmuró Jae antes de atacar los labios de Jen.

Quince minutos después, los seis integrantes de la familia Lee-Na iban camino a sus respectivos horarios. La pelea de los dos hermanos había quedado en el olvido una vez que se cerraron las puertas de la camioneta, y es que Jae ya no tenía ánimos para pelear, él solo quería llegar con sus amigos y contarles su nueva felicidad.

Jeno lo dejó en el restaurante de Haechan y, como el castaño todavía no abría, se quedó en la cafetería de enfrente a esperar por el resto de sus amigos.

–¿Por qué tan solito, guapo?

Jae dejó la taza en la mesa haciendo una seña al extraño para que tomara asiento frente a él.

–¿Cómo has estado? – Preguntó jugando con el betún de su pastel.

–Más o menos. Mi novia y yo hemos resuelto nuestros problemas...

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